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Август
2024

Kira Miró: «Amo mi profesión, pero, a veces, es muy ingrata»

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A Kira, el actor Miguel Rellán le dijo hace años que no entendía esa moda que se daba entre los actores jóvenes de evitar el «encasillamiento», porque lo que había que hacer era «currar, currar y hacer oficio, y me lo tatué», afirma, rotunda, la actriz canaria. Desde entonces se ha quitado cien toneladas de encima y no le ha dolido interpretar a «la rubia» o «la guapa», ya que lo único importante es trabajar y seguir en una profesión en la que, como en cualquier otra disciplina artística, sólo te mantiene el amor. Forma parte del reparto de la recién estrenada comedia [[LINK:EXTERNO|||https://www.larazon.es/gente/famosos/malena-alterio-nos-han-inculcado-hace-mucho-tiempo-que-mujeres-nos-llevamos-mal-verdad-nada_2024082366c8975a1dd440000168673f.html|||«Odio el verano»]], junto a Roberto Álamo, Malena Alterio, Julián López, María Botto y Jordi Sánchez, y en esta entrevista repasa su ya larga trayectoria: 25 años (en el alambre)

«Vivimos y morimos muertes y vidas de otros» (José Hierro). Eso es ser actor, actriz, ¿no?

Sí, podría ser, la verdad. Tiene sentido porque, como personajes, vivimos y morimos vidas de otros. Invadimos unas vidas, unas emociones, unos vestuarios, una manera de andar, física, psicológica… Sí, sí.

¿Entrar en un personaje –alguien que no es uno– resulta violento o excitante?

Tiene un poco de las dos cosas. Es gratificante y a la vez, según qué personaje, da vértigo. Pero es excitante. En general, ser actor es una montaña rusa continua. Hay subidas, bajadas, «loopings», de todo.

Un cuarto de siglo ya dedicada a la interpretación, aunque viéndola sorprenda esa cifra. Se diría que el reloj se ha detenido en su muñeca.

Qué maravillosas palabras… El reloj se ha detenido en mi muñeca, pero no en el cuerpo y en las vivencias, ja, ja. Pero te oigo decir «un cuarto de siglo» y alucino. Porque yo todavía me siento una niña, con muchísimo por aprender y muchísima ilusión. Pero 25 años en la profesión, ¡guau! Al oírlo, insisto, me impacta.

¿Ha sido ese un viaje, en general, grato?

Ha habido de todo. Por supuesto, pesa más lo bueno. Si no, no seguiría aquí, habría abandonado hace tiempo. Me encanta mi profesión, la amo, pero, a veces, es muy ingrata. Y hay muchos momentos de soledad, incertidumbre, vértigo, fracaso. Pero la parte bonita lo es tanto que compensa todo lo malo, los tiempos muertos o aquellos en los que hay vacas flacas. Hay que tener muchísima vocación, mucha constancia, y no perder la ilusión. Y tampoco tomarte el «no» o el fracaso como algo personal. Porque a veces no depende sólo de ti. Puedes tener mucho talento, pero si no te escogen para un proyecto no puedes demostrarlo.

¿Su físico sigue condicionando sus papeles? ¿Ha rechazado muchos trabajos para imponer la carrera que quiere llevar?

En estos 25 años he intentado de todo; enfocar mi carrera a otros lugares, y he fracasado en el intento. He hecho de todo para no morir de hambre, he pasado por todos los estados. Hoy por hoy no siento la necesidad de demostrar nada ni de guiar mi carrera hacia ningún lugar, simplemente espero seguir disfrutando de esta profesión y comer de ella. Antes me importaba más el demostrar, ya no. Por suerte, el año pasado fue muy bueno y muy variado, con papeles muy diversos, y he llegado a un punto en el que quiero disfrutar. Y comer. Con lo cual no me puedo permitir el lujo de rechazar nada. Lo que llegue, bienvenido sea. Es trabajo.

¿Lleva a una gran actriz dramática dentro y aún no se han dado cuenta?

Pues no sé si es que no se han dado cuenta o que los papeles dramáticos que he hecho no han llegado al gran público. Pero acabo de estrenar «Perverso», que es un thriller psicológico de ocho capítulos donde he encarado un papel muy dramático y con mucha carga emocional. Y he hecho dramas como «Quiéreme» o «Lágrimas secas», pero no han llegado. Probablemente lo que más se ha visto de mí ha sido la comedia. Pero para hacer comedia debes tener también mucho drama.

Trabajó con Almodóvar en «Los abrazos rotos». Aunque fue un papel pequeño, la alegría debió de ser inmensa.

Inmensísima. Yo daba saltos en el sofá porque no me creía que fuera el tal Pedro Almodóvar, pensaba que era otro Pedro, ja, ja, y cuando me dijeron el apellido no me lo podía creer. Recuerdo que la prueba fue muy distendida, en su despacho, y que él fue amabilísimo y supercercano conmigo. Salí de allí diciendo: «Uy, creo que le he gustado», con muy buenas sensaciones. Y me cogió. En el set fue también encantador. Tiene superclaro lo que quiere. Sólo puedo decir cosas buenas de esa experiencia. Era un sueño que se hizo realidad.

Esta sección lleva por título «¿Tienes fuego?». Señora Miró: ¿tiene fuego?

Siempre. Como buena canaria. Incluso sin mechero, ja, ja. Aunque siempre llevo uno por si acaso.