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Август
2024

Omar Dengo y el presupuesto educativo

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El presupuesto asignado al Ministerio de Educación Pública (MEP) en el 2025 podría ser uno de los más bajos de las últimas dos décadas. El Programa Estado de la Nación señala que entre el 2018 y el 2024 disminuyó del 7,4 % al 5,27 %, muy lejano al 8 % establecido por la Constitución Política.

Es probable que el porcentaje continúe en descenso durante los próximos años, en tiempos cruciales para la infancia y la juventud, en que no solo es notorio el deterioro de la calidad de los aprendizajes, pues sobrado está decir que la educación es imprescindible para detener la violencia social, ya que el estudiantado, al abandonar los colegios, corre el peligro de caer fácilmente en las redes de la delincuencia.

Por tanto, resulta imperativo volver la mirada a pedagogos y pensadores que sentaron las bases de la democracia costarricense, entre ellos el maestro Omar Dengo, quien realizó estudios de Derecho y Pedagogía, y dirigió la Escuela Normal de Costa Rica, situada en Heredia, entre 1919 y 1928, año de su fallecimiento.

Hoy más que nunca, necesitamos leer el pensamiento educativo y político de Dengo. Parece que desde sus escritos y discursos exigiera, con vehemencia y respeto, a los jerarcas para que aboguen por kínderes, escuelas, colegios y centros de educación superior dotados de profesionales de excelencia, óptima infraestructura, buenas bibliotecas, recursos tecnológicos, comedores rebosantes de alimentos, becas, así como programas extracurriculares artísticos y deportivos.

Es importante que el Gobierno Central haga lo imposible por propiciar que el estudiantado concluya sus estudios y desarrolle el pensamiento crítico y creativo.

En 1921, ante el peligro de la supresión de instituciones de segunda enseñanza, Dengo aseveraba que “razones de economía, nada justifican. Economizar en educación es economizar civilización, y ningún pueblo de la tierra tiene derecho a hacerlo. Gastar pródigamente en educación, no es cuestión de finanzas, sino una cuestión de honor, de decoro nacional”.

Sin embargo, en contraposición a estos ideales, Nogui Acosta, ministro de Hacienda, anuncia más recortes en materia educativa y Anna Katherine Müller, ministra de Educación, cuestiona las razones que justifican el ansiado 8 % del PIB que estaría destinado a la cartera que representa, siendo ella la primera llamada a defender ese porcentaje.

Semejantes hechos limitan profundamente el quehacer cotidiano, sobre todo en comunidades rurales o urbanas con pocos recursos.

Omar Dengo expresó en 1922, cuando se discutía en el Congreso la posibilidad de clausurar instituciones educativas con el fin de destinar fondos a construir y mejorar el estado de los caminos, que “las escuelas pueden ser los mejores caminos, y no en ficción, sino de manera real, puesto que, sirviéndole de vehículo a la cultura, le sirven de herramientas al progreso en todas sus fases”.

Se reconoce que la educación resulta necesaria para el ascenso social; que nada se logra si el alumnado se conforma con los conocimientos básicos, pues es un imperativo que lea, piense, discuta con argumentos, se pregunte y construya sus conclusiones.

Para ello, ningún gobierno puede ahorrar en educación pública, desde sus niveles iniciales hasta los superiores. Las instituciones educativas están destinadas a ser centros de cultura, sitios hermosos donde no solo se aprenda, sino también se pueda experimentar la felicidad.

Siendo el personal docente fundamental para el logro de la excelencia educativa, encontramos que la Defensoría de los Habitantes aduce que 21.500 personas esperan el pago por costo de vida en el MEP.

Al respecto, Dengo insistía en la dignificación del maestro, pues “para exigirle responsabilidades se le trata como un apóstol y para darle lo que pudiera facultarlo para afrontarlas dignamente, se le trata cual un miserable que de toda virtud y mérito careciese”.

La persona que aspire a desempeñarse en la educación costarricense debería leer y meditar sobre el ideario de Omar Dengo. Un siglo después, sus palabras adquieren luminosidad y vigencia, como si acabaran de ser pronunciadas en el podio del aula magna de la Escuela Normal.

Basta con pensar que, para él, “los gobiernos deben vincular su gestión íntimamente a las exigencias del problema educacional”, pues se necesitan “gobiernos que ostenten esta fe, en primer lugar, entre las credenciales de su legitimidad”.

autorcarlosrubio@yahoo.com

El autor es profesor de Literatura Infantil en la UCR y la UNA.