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Август
2024

Van Aert aprovecha el bidón que traicionó a Soler

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Wout Van Aert contaba hasta tres con su hijo mayor después de cruzar la meta en Baiona. El belga se metió en la escapada del día y sus compañeros de aventura ya sabían que, como mucho, el objetivo podía ser luchar por la segunda plaza. Van Aert ya había ganado dos etapas al esprint y para la tercera tuvo que acelerar porque sólo el francés Pacher aguantó a su lado.

No tuvo rival Wout, que encontró un aliado en el escarpado terreno gallego. Carreteras de mar y montaña ideales para sus características y que podían haber servido para menear un poco la general, por mucho que el líder, Ben O’Connor, admita que no era un día para esa pelea. «El descenso era bastante largo», explicaba.

Pero Van Aert no distingue. Cualquier terreno es bueno para seguir sumando, aunque en la fuga junto a él haya corredores importantes. Marc Soler era el más destacado, un especialista en fugas, pero un despiste le quitó la posibilidad de pelear por la victoria. «He bajado al coche a por bidones y se ha ido la carrera. Cuando he vuelto ya no he podido llegar», reconocía después de la etapa. «Es una oportunidad perdida. Estoy enfadado, pero me quedo con las piernas, que son muy buenas. Luego se te puede escapar la etapa, pero por lo menos tenía que estar con ellos», se lamentaba después de un tercer puesto que sabe a poco.

Van Aert aprovechó el despiste de Marc para marcharse y para ir sumando puntos en la clasificación de la montaña. Pasó primero por tres de los cuatro puertos puntuables de la etapa y ha igualado los puntos de Adam Yates, aunque el británico conserva el maillot de lunares azules. Wout sigue luciendo el verde, que era uno de sus objetivos al comenzar la Vuelta.

Ese y conseguir victorias parciales. Por el momento ya ha sumado más en las diez etapas de la Vuelta que en todo el año. Llevaba dos que ya son cinco. Y dos de ellas en España, donde aún no había conseguido imponerse en la ruta, aunque este año ya había ganado el ciclocross de Benidorm.

Mientras Van Aert se marchaba en busca de unos minutos más de gloria, los favoritos se atascaban. No había pelea entre ellos, aunque alguno sí tuvo premio. Enric Mas y Oier Lazkano se tiraron al agua después de llegar a Baiona. La meta estaba junto a la playa y, aunque ya ha quedado atrás el calor de Andalucía, agradecieron el chapuzón.

«Ha bajado mucho la temperatura. Estas temperaturas son mucho más seguras. No creo que nadie se queje de que no haya 40 grados», reflexionaba O’Connor. «En el día de hoy hubo algunos momentos de 30 grados, es una temperatura un poco alta, pero no son los 40 que en ningún momento puedes enfriar», añade.

La semana pasada los corredores sufrieron por culpa del termómetro. El domingo algunos llegaron a Granada completamente asfixiados por el calor y Roglic ni siquiera peleó por las bonificaciones del tercer puesto. Pero en Galicia es diferente. Y el terreno anima a la batalla, aunque los favoritos no acaben de verlo claro.

Van Aert tiene la luz que a otros les falta. Sabe para qué está en la Vuelta y lo está cumpliendo. Agradece la presencia de la familia, de su mujer y de sus dos hijos, de tres y de un año. Y que el mayor siga practicando las cuentas. «Sabe contar hasta 20, pero va a ser imposible», bromea. De momento va contando hasta tres. Pero tiene dedos y días para seguir sumando alguna más.