Las limitaciones de un hiperpresidencialismo aspiracional
"La medida demagógica que tomó el Senado implica un incremento de la deuda de u$s370 mil millones, a eternidad", apuntó el Presidente de la Nación tras confirmarse la sanción a la reforma de la movilidad jubilatoria. Envuelto en su habitual estética de la exageración, Javier Milei se puso al frente de la defensa de los objetivos de su gobierno sin mediar matizaciones, en el contexto de una semana de resonante adversidad política para el oficialismo. Alejado también de las construcciones semánticas sutiles, José Mayans (jefe del bloque de senadores de Unión por la Patria) le respondió al jefe de Estado, demandándole que se "ponga en línea" porque "tiene una inconsistencia que está para el psiquiátrico". Los fatídicos días del peronismo, simbolizados en las revelaciones en torno a Alberto Fernández, dieron paso a una seguidilla de temblores que empezaron a impactar en la sala de máquinas de La Libertad Avanza (LLA).
Si alguien pensaba que, luego de las aprobaciones de la Ley Bases y el paquete fiscal, el Congreso entraría en un proceso de retracción de protagonismo, las recientes jornadas han puesto en crisis tal elucubración. Primero, Martín Lousteau se quedó con la presidencia de la estratégica Comisión Bicameral de Inteligencia, imponiéndose por sobre las preferencias del Pro por Martin Goerling y desbancando las intenciones de una parte del oficialismo por imponer a Edgardo Kueider. Acto seguido, Diputados votó por el rechazo al DNU 656/24 que le asignó $100 mil millones en fondos reservados a la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), algo que podría ser ratificado próximamente en la Cámara Alta.
Una elección con final de película
En la oposición al DNU de la SIDE, el mojón diferencial a la ofensiva lo aportó el respaldo de los legisladores que responden a Mauricio Macri, que actualizó su disputa con Santiago Caputo del plano discursivo al de los hechos. Las jornadas de desventuras oficialistas terminaron con una aluvional manifestación del Senado, apoyando una modificación jubilatoria que hace dos meses había sido ampliamente acompañada en Diputados. Curiosamente, tal proyecto fue producto de una iniciativa de la UCR, que se ha comportado en reiteradas oportunidades como aliado táctico de LLA, con el objetivo de moderar el impacto de la "licuadora" sobre los ingresos de los jubilados, uno de los grupos más afectados por el peso del ajuste.
Con muy pocas horas de diferencia, dos votaciones legislativas nominales, fundadas en discusiones sobre temáticas bien distintas, vinieron a recordarle al gobierno los riesgos de recaer en la discrecionalidad cuando la representación institucional con la que cuenta es eminentemente anémica. La reinstauración (al menos transitoria) de una dinámica de confrontación entre el Ejecutivo y el Legislativo nos retrotrae a episodios propios de los primeros momentos de esta administración, justo cuando están por cumplirse ya nueve meses de Milei en el poder.
Así, asoma la tentación de abrirle el juego a ciertas incógnitas que se sostienen alrededor de la conformación, coordinación y potencia del dispositivo político del gobierno. En efecto, muchos creen que la instancia del veto del Ejecutivo sobre el proyecto de reparación previsional y la potencial insistencia legislativa, que exponga nuevamente una mayoría calificada de dos tercios en contra del oficialismo, marcan un límite. ¿Especialmente en qué? Sobre una forma muy singular de administrar el poder y gestionar, condensada en la aspiración hiperpresidencialista de Milei.
El nuevo punto crítico de stress sobresale desde el sustrato de un Presidente que, impulsado por sus convicciones más atávicas, se afirma en el poder y busca ser el centro de la escena política, pero que desestima la esencialidad de la negociación permanente. Incluso, en el contexto de algo que será crónico en toda su gestión: el peso relativo acotado en el Congreso. Los sucesos legislativos en los temas de jubilaciones e Inteligencia expusieron a los actores tradicionales del sistema político, que aún sostienen márgenes de acción poco despreciables, en su resistencia a las formas unilaterales y discrecionales en la toma de decisiones.
¿Implica la marcada de cancha opositora una crisis de gobernabilidad? No parece ser el caso. En otro sentido, se abre una ventana de oportunidad para que el equipo gubernamental repiense su estrategia. En este contexto, cualquier intento de regeneración debe asegurar, en primera instancia, el ordenamiento y la disciplina entre las filas libertarias. Sobre todo, al interior de sus bloques parlamentarios, cuyo amateurismo y falta de conducción se transmite públicamente con la amenaza de expulsión de Lourdes Arrieta de la bancada oficialista de diputados y el desafío del senador Francisco Paoltroni a la candidatura de Ariel Lijo a la Corte Suprema.
La narrativa del presidente superhéroe
En paralelo, el sostenimiento de las estrategias de acercamiento transaccional puede seguir brindándole al gobierno un alineamiento de algunos gobernadores peronistas con sus objetivos propuestos. Por otro lado, es posible que el presidente deba explorar, más temprano que tarde, algún tipo de revisión de los términos de interacción con el Pro. Hasta aquí, la etapa de consolidación del poder propio de LLA, diseñada por Santiago Caputo y Karina Milei, hizo prescindir de cualquier trato preferencial hacia sus aliados más cercanos. Ya en la conducción de los destinos de su partido, Mauricio Macri pudo constatar que las gestiones amigables no le alcanzaron para concretar sus intenciones originarias. En consecuencia, sus últimos pasos representan una exhibición en el Congreso de su capacidad de daño, en un hilvanado de demostraciones de poder que muchas veces son la antesala para el establecimiento de negociaciones más auténticas.
Un gobierno de coalición más formal podría terminar convirtiéndose en una alternativa más satisfactoria para la consecución más extendida de los objetivos deseados por el Ejecutivo libertario. Un formato más integrador le daría no solo más certidumbre al camino personal de Milei, sino que también dotaría de renovada fortaleza a su programa de reformas y le otorgaría mayores precisiones al sector privado. La conversión de la necesidad en virtud requiere de la mediación de una convicción política que sea capaz de sopesar las virtudes de la preeminencia de una coalición pro reformas, capaz de darle al país las certezas de las que hasta ahora ha carecido.