Umbralitos
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Había cultivado una imagen para la ciudad y el mundo, como Camilo José Cela, pero con un amargor que no lo arreglaba ni un digestivo en Paradores, ni la felicidad de un clarete en la Alcarria. Umbral se fue un día como el del miércoles de hace diecisiete años, esclavo de ese compromiso de la columna donde vehiculaba su vida. Aquel agosto que boqueaba también se había llevado por delante el corazón mozo de Antonio Puerta, uniendo las lágrimas de los sevillistas a los béticos, como cuando las dos Esperanzas hicieron noche de aguas en la catedral en el 95. Francisco Umbral se fue, y ni la piscina ni los pajarracos siguieron cantando. O sí. A quien había hecho del... Ver Más