Un verano negro azota Chamartín: atrapados entre obras, averías y caos
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Chamartín parece estar maldito. Todo usuario de esta estación madrileña sabe a lo que se expone. Sin embargo, este verano está siendo especialmente duro, pues las averías habituales se han sumado a las obras de ampliación y al aumento de pasajeros para una estación actualmente «infradimensionada». Tres jornadas caóticas han hecho de los trayectos de miles de pasajeros de Renfe toda una pesadilla. La más reciente tuvo lugar el pasado martes, cuando un cable obligó a la red a prescindir de tres vías , causó retrasos de hasta 50 minutos en trenes con origen y destino en Chamartín y provocó una situación «caótica», según relata a este periódico Sylvia, que tardó tres horas y media en salir de la capital. La incidencia, que dejó sin tensión la catenaria –sistema de cableado que da corriente a los trenes– y paralizó la circulación en las vías número 19, 20 y 21, comenzó en torno a las 15.30 horas. Los operarios de Adif hallaron uno de estos cables «cortado limpiamente» , según manifestó el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, una vez resuelta esta avería. Actualmente se está investigando lo sucedido, según informan fuentes de Adif. Casi cinco horas fue lo que tardaron los trabajadores de esta empresa pública en resolver este problema que tensaba la situación en Chamartín cada minuto que pasaba. «Había muchísima gente, las colas eran eternas e incluso estaban los antidisturbios», relata esta usuaria, madre de tres hijos, que viaja todos los días desde la capital hasta Segovia por trabajo. En torno a las 16.35 llegó a la estación y se encontró con el caos que describe. Ahí fue cuando cogió su teléfono móvil y grabó la escena. Eran las 16.59 horas. Su tren salía a las 17.00, pero no se puso en marcha hasta pasadas las 20.30 horas. «No había vivido algo así hasta este verano . Nos caían los goteros de sudor por la espalda y por las piernas incluso estando debajo de los ventiladores», relata Sylvia. Para ella, este problema resulta «duro» para todo aquel que vaya a coger un tren, «pero sobre todo para los que salimos cansados de trabajar». Para controlar esta situación, se activó un protocolo especial anunciado por Renfe este mismo verano y en el que se reforzó el personal para ocuparse de la atención a viajeros tanto en el vestíbulo como en zonas de embarque. Y así fue. Se regularon los accesos para evitar aglomeraciones, se derivaron patrullas de seguridad de la vía a la estación para incrementar la asistencia a los usuarios, se utilizó un megáfono para proporcionar información y se requirió la presencia de la Policía Nacional, según informó la entidad pública a través de X. Además, se trabajó en coordinación con otras empresas ferroviarias para derivar a algunos convoyes a Atocha. Esto no evitó que se dieran aglomeraciones, sobre todo en las colas de control de equipaje, según insiste Sylvia y diferentes usuarios en redes sociales que expresaron su malestar a través de redes sociales. Estas complicaciones no solo llevan a que los pasajeros lleguen más tarde de lo previsto a sus destinos, sino que aquellos que tienen planeado coger coger otro medio de transporte después de viajar en tren, se arriesguen a perderlo. Esta complicación la vivió Andrés. «El tren salió con 40 minutos de retraso, viajaba a Alicante y debía hacer un trasbordo a otro tren. Lo perdí y tuve que esperar otros 40 minutos para montarme en el siguiente », relata el murciano de 23 años, que ha hecho uso desde esta estación madrileña dos veces desde junio y en ambas ha sufrido una incidencia de este estilo. El caos en Chamartín ha acaparado titulares en al menos tres ocasiones este verano. El pasado 22 de julio, la caída de un pantógrafo en la catenaria afectó a 22 trenes de alta velocidad y seis de media distancia, causando retrasos importantes de hasta 60 minutos. Además, la infraestructura se encontraba colapsada por cientos de usuarios hacinados, que protestaban junto a sus maletas, conscientes de que ahora son ellos los que viven la condena que suelen ver en televisión. El caso más llamativo fue el del pasado 5 de agosto . A 40 grados en el exterior y detenidos a apenas unos minutos de esta misma estación, los viajeros de un Avlo, la gama de bajo coste de Renfe, procedente de Valencia tuvieron que romper los cristales del tren ante las insoportables temperaturas de su interior. «Tres horitas parados a 10 minutos de Chamartín con el aire quitado y con gente pasándolo mal con el calor, llegando al extremo de romper ventanas. Un milagro que no haya pasado nada. Deja de hacer el macarra en Twitter y mejora el sistema ferroviario, Óscar Puente», apuntaban. Por su parte, el ministro, se pronunció una vez la estación se descongestionó: «Se ha actuado con rapidez precisamente para evitar las aglomeraciones de otras ocasiones y aunque ha habido retrasos en algunos trenes, no se ha producido ningún problema de hacinamiento en la estación». Las incidencias que tienen lugar en la red ferroviaria de todo el país no son precisamente pocas, pero se debe, según aseguran fuentes de Adif, «a la complejidad técnica» de estas estructuras. En el caso de las averías relacionadas con la falta de tensión en la catenaria, el origen puede ser muy variado y complicado de averiguar. Más allá de esto, Chamartín se encuentra en estos momentos viviendo una transformación en su estructura. Desde hace años se trabaja en un proyecto de gran envergadura y con múltiples fases que convertirán esta estación en una de las más vanguardistas de Europa. Hasta el momento, ya se han dado por finalizadas las labores relacionadas con la ampliación de la capacidad para la alta velocidad. Ahora, es el turno de la reforma integral de los vestíbulos. Una vez los trabajos terminen, el vestíbulo tendrá 18.000 metros cuadrados, y la estación 25 vías , 13 de ellas para la red convencional y 12 para la alta velocidad. Las obras que se están llevado a cabo tampoco sirven de ayuda para que las incidencias disminuyan, pues tan solo «añaden complejidad a la situación». Sin embargo, resultan imprescindibles para adaptar la estación a la demanda. Chamartín se encuentra infradimensionada para todo el tráfico de pasajeros que absorbe. Entre enero y mayo de 2019, pasaron por esta estación más de 1,3 millones de personas y sin que hubieran comenzado las obras. En el mismo periodo de 2024, esta cifra se ha multiplicado por cinco, alcanzándose casi los seis millones de viajeros. Todo esto coincidiendo con los trabajos de ampliación a la que se lleva sometiendo esta estructura desde hace años. A medida que estas labores avancen, se irán abriendo nuevos módulos, consiguiendo aliviar mucho la situación, a la par que habrá menos incidencias, según aseguró Óscar Puente a principios de verano. «A partir de octubre , cuando abramos ya una parte importante de las nuevas dependencias, estaremos mucho más desahogados para atender a los viajeros como merecen. Rogamos que disculpen las molestias», añadió.