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Август
2024

J.M. Amilibia: «A los viejos deberían anularnos el deseo sexual»

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[[LINK:TAG|||tag|||6336193659a61a391e0a1683|||Jesús María Amilibia]] (Bilbao, 1943) es un periodista y escritor todocampista. Tuvo lo que los modernos llaman su «prime» en los años de la Transición española, donde escribió para grandes revistas, periódicos y publicaciones satíricas. Mas a los 81 años, Amilibia, uno de los padres de los programas del corazón, sigue plantando batalla desde la retaguardia del plumilla, con sus columnas diarias para LA RAZÓN y sus libros como este que acaba de publicar con Almuzara, «Arrugas interiores», que ni él mismo es capaz de definir a qué género literario se adscribe.

Probablemente estemos ante un diario novelado o una novela a modo de diario, como prefieran, en el que el veterano periodista relata con mucho humor negro los pormenores de «la gran putada de la vejez». No se arruga precisamente Amiliba en «Arrugas interiores», contando con todo lujo (si se puede llamar así) de detalles sus desventuras sexuales a la tercera edad, sus achaques propios de la ancianidad no exentos del humor marrón de la escatología.

A este periodista, dietarista en esta casa, como en el poema de Alcántara, le gustan pocas cosas a esta altura vital: ver tenis, leer a Roberto Bolaño y a Jorge Luis Borges, ver pasar a las chicas «de culo glorioso» sentado en una terracita madrileña, «La ruleta de la suerte» (sospecho que por Laura Moure, más que por esos concursantes con los que se despacha a gusto desde su sillón), coquetear con el suicidio y el güisqui, que ya no puede beber por consejo médico.

En cambio, a Amilibia le sublevan la clase política inepta, las tonterías de la modernidad, la burocracia, los patinetes eléctricos y que, con perdón, ya no se le ponga tiesa. De todo ello y mucho más, en pandemonio o maremagnum, trata «Arrugas interiores», a cuyo autor, como a Julio Camba, no debemos de tomarlo demasiado en serio ni demasiado en broma.

«Envejecer, según yo lo veo y lo sufro, es mucho peor que morirse, sobre todo porque el trance dura mucho más, el brete en el que la vida parece regodearse haciéndote toda suerte de putadas: enfermedades, soledad y, sobre todo, la sensación de haberte convertido en el tipo que nunca quisiste ser. Lo peor de la vejez es, quizá, no sentirse viejo», introduce su autor.

Dígame algo bueno de la vejez.

¿Algo bueno? Es una maldición digan lo que digan; una putada.

Entonces ¿no celebra llegar con lucidez a esta edad?

Claro que sí. Aunque la lucidez también puede ser fastidiosa a la vejez, porque eres más consciente de la degradación. Tiene sus ventajas y sus desventajas.

¿Es su humor una herramienta contra las «putadillas» de la edad?

El humor no es una herramienta; es La Herramienta. Sin humor la vejez sería insoportable. Con mi humor trato de darle la vuelta al calcetín de casi todo lo que pasa.

¿Y qué hay del sexo en la vejez?

Una de las maldiciones de la vejez es que el deseo se mantiene, pero el miembro viril no responde. El problema del sexo en la vejez es que a los viejos les gusta los jóvenes y al revés no. A los viejos deberían quitarnos o anularnos el deseo sexual.

En su libro se habla explícitamente de sexo y de escatología... ¿Se debe a la desinhibición propia de la edad?

He procurado ser lo más libre posible dentro de lo que cabe. La libertad no sabemos lo que es. Quizás se trata de decir las cosas como son. No caer en la cursilería ni en el tópico. Hay que decir «follar», no «hacer el amor». Cuando tienes más de 80 años, le has perdido el respeto a casi todo. Si no has escrito lo que te da la gana, ¿cuándo lo vas a escribir?

¿Qué le aporta la escritura, de sus artículos y de sus libros, a esta altura vital?

Escribir es una razón para seguir vivo.

¿Cómo escribe?

Escribo a ráfagas, lo que se me ocurre. Y luego rectifico poco. Es un vicio del periodista convertido en escritor. La literatura cuando más confusa es y más larga tiene mucho prestigio. Yo tiendo a la brevedad y a lo conciso. Estoy tentado de volver a escribir a máquina.

Le pide a Dios que «me devuelva a los 20 años para arruinarme la vida de otra manera». ¿Se arrepiente de lo vivido?

Lo peor de arruinarte la vida es hacerlo por el mismo camino. Evitemos la monotonía. He sido un campeón cometiendo errores.

¿Qué hay de la soledad en la vejez?

Con la soledad tengo enormes contradicciones. Soy una duda con patas. Lo malo de algunas palabras como la soledad es que son contradictorias: llegas a amar la soledad.

En su libro conversa a menudo con Amigo y con Amiga: ¿Son personas reales o personajes suyos?

Todos los escritores están afectados por la realidad, quieran o no. Todos los personajes de la novela son el propio autor.

¿Qué le pide a la vida para los años que le quedan?

Pediría un libro de éxito, una mujer con sentido del humor y que tenga coche y carné de conducir.