La Ruta Nacional 11 como ejemplo de la situación Argentina de las últimas décadas
Hace unos días volviendo de un viaje que hice a Paraguay utilicé la Ruta Nacional 11 (RN11) que va desde Clorinda hasta Rosario. Mientras recorría gran parte de sus casi mil kilómetros reflexionaba sobre cómo la ruta es un gran ejemplo de la decadencia de las últimas décadas y de la situación actual del país. En estas líneas voy a repasar esos pensamientos en temas tan variados como infraestructura, instituciones, pobreza y desarrollo.
Comencé mi recorrido cruzando el puente internacional San Ignacio de Loyola sobre el río Pilcomayo y lo primero que me recibió fue la Aduana. Nada cambió con el gobierno libertario. De hecho, todos sabemos que los que manejan la Aduana siguen siendo los mismos que en el gobierno anterior. Más allá de esa cuestión de cúpulas dirigenciales el sistema es de un país poco desarrollado. Tanto dejamos de compararnos con los países más desarrollados por pruritos de correctismo político, que terminamos pareciéndonos a nuestros vecinos en aquello que ellos quieren dejar atrás y que en muchos casos lo están logrando (con sus salvedades por supuesto) como se puede ver, por ejemplo, en Paraguay: cada vez que lo visito tiene alguna novedad interesante de apreciar.
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Llegás a la Aduana y los trámites no se pueden hacer desde el auto (como si se puede hacer al ingresar a Paraguay). Hay que bajarse, hacer todo caminando, llueva, haga calor o frío. Mejor servicio tiene un puesto rutero de venta de salamines. Ni que hablar de la atención de los agentes de AFIP que te tratan como si fueras un narcotraficante y no un ciudadano que vuelve a su país a seguir aportando y pagando impuestos.
Pobreza
Tras pasar la Aduana el viaje continúa por Clorinda y luego uno se adentra en los campos sin explotación de Formosa (tema ampliado en el último apartado sobre desarrollo). Atravesar la ciudad de Formosa da cuenta que es la capital nacional de la motito. Cada vez que pasé por allí en los últimos años no puedo dejar de sorprenderme por la cantidad de motos de baja cilindrada que van y vienen para todos lados; pocas con las condiciones de habilitación necesarias, cargando hasta cuatro pasajeros, sin casco y rompiendo todas las reglas de tránsito. Síntoma de la pobreza que se extendió en el país en las últimas dos décadas. Somos de los pocos países del mundo en aumentar la pobreza comparando con finales del siglo pasado.
En otra época, el sueño del argentino medio era el de comprarse la casa. Luego fue tener un auto porque ya menos gente accedía al techo propio (legal y consolidado). Pero en las últimas décadas a muchos ya sólo les alcanzó para una motito de 110 cc de cilindrada. El transporte público inexistente o en pésimas condiciones, característica típica de un país sin desarrollo y malas gestiones locales (del color y pelaje que se les ocurra), empujó a la gente a proveerse de movilidad individual. Pero la pobreza de su bolsillo sólo les permitió llegar a la motito. Un combo cuyas consecuencias se puede ver a simple vista circulando por las calles argentinas, principalmente del NEA.
Instituciones
Dejando atrás Formosa se llega al cruce del maravilloso río Bermejo. Pero antes de cruzar el puente se puede vivenciar otra característica de la Argentina actual, que también viene de larga data: la flaqueza del Estado Nacional. Ésta es una cuestión institucional en la que quiero detenerme con éste ejemplo en concreto: en el puesto caminero Gral Mansilla, justo antes de cruzar de Formosa a Chaco sobre la Ruta Nacional 11, te para Gendarmería Nacional. Tiene cierta lógica, es la Centinela de los Caminos, el agente de seguridad del Estado nacional que busca resguardar las zonas de frontera entre otras funciones. Veinte metros luego del puesto de Gendarmería aparece un puesto de la Policía de Formosa. Sobre una ruta de jurisdicción nacional. Hay quienes justifican que eso sea así por convenios que la Nación ha firmado con diferentes provincias para que suplan la tarea de vigilancia que el estado central debería realizar y lo delega en las policías provinciales. Aquí dos puntos. El primero que la Gendarmería está ahí a veinte metros. No hace falta suplir a nadie, están ahí mismo. El segundo es que algo que podría tener cierta lógica de no duplicar tareas allí donde uno (la policía provincial) ya está, ha generado una situación totalmente opuesta a lo que la Constitución de 1853 intentó corregir y opuesta también al discurso federalista del que tantos políticos tradicionales argentinos se llenan la boca.
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Los constitucionalistas de 1853 buscaron acotar el poder discrecional de los caudillos provinciales que en aquel entonces hacían lo que querían en sus territorios. No había unidad nacional y moverse por el territorio era una odisea. Para dar igualdad en el trato, libertades y aportar a una fraternidad nacional es que se prohibieron las aduanas interiores (Art. 9 CN), dieron libertad de movimiento (Arts. 10, 11 y 12 CN), entre otras medidas. Se buscaba dar al ciudadano argentino el mismo trato (Arts. 7 y 8 CN) gobernara quien gobernara cada provincia. Al menos estando sobre una ruta nacional de paso debería respetarse ese espíritu constitucional y no caer a merced de cada gobernador con aires de mini emperador. Hoy el federalismo significa provincias fuertes y estado nacional incompetente. Cuando debería significar: cada uno en su jurisdicción y funciones.
Falta de desarrollo e infraestructura
El recorrido nos lleva a Resistencia, la capital chaqueña. Y para atravesar la ciudad, la RN11 se convierte en una muy bonita avenida con calles colectoras llamada Avenida de la Democracia. Pero el cartel que anuncia el inicio de esta parte urbana de la ruta presenta el ícono correspondiente al de autopista según el Sistema de Señalización Vial Uniforme (Ley 24.449 Artículo 22 - Decreto Reglamentario 779/95): fondo azul con dos líneas paralelas blancas cruzadas por un puente sobreelevado. Y la avenida tiene decenas de cruces a nivel con semáforo. No es una autopista por más que ella se auto perciba así. Fue inaugurada en la gestión de Capitanich con presencia del entonces presidente Alberto Fernández y los portales dan cuenta de la nomenclatura que el gobierno quiso imponer: Autovía Avenida de la Democracia. Repito: Autovía Avenida... Esa tendencia de las últimas décadas de querer maquillar con eufemismos aquello que no se puede o quiere lograr.
La siguiente parte del viaje recorre gran parte del territorio santafesino presentando un panorama completamente distinto: campos y más campos todos trabajados. A diferencia de lo que se veía en los campos de Formosa y Chaco. Es verdad que el clima, el suelo, y otros factores no son idénticos, pero claramente la cultura del emprendedor, de desarrollo y sin duda la política tienen mucho que ver con que los campos en Formosa y en Chaco estén sin explotación productiva. Están ahí, con un hermoso verde litoraleño pero la población sin trabajo ni oportunidades. Eso también es la Argentina actual y de las últimas décadas.
Pero a no confundir desarrollo real con ventajita (otra actitud típica de mucha dirigencia argentina). A esa falta de institucionalidad, que la RN11 refleja con las policías locales, se le agrega un ejemplo más: cada pueblito de la provincia de Santa Fe, en la sección que pasa cerca o por su tejido urbano, instala carteles de máxima 60 o 40 con cámaras de fotomulta. En vez de aprovechar la oportunidad que la ruta les trae acercando producción, turismo, viajantes, oportunidades; no, ellos quieren penar al que tiene que pasar por allí sin ninguna alternativa, no hay camino alternativo para quien quiere transitar la ruta nacional que termina cayendo en la discrecionalidad de los políticos vernáculos. Eso sí, los locales no respetan ninguna de esas reglas porque saben dónde están las cámaras, circulan por la banquina o si tiene colectoras, van por ellas más rápido que los demás por los carriles de la ruta. Otra arbitrariedad más de los localismos de baja institucionalidad que la Constitución del ‘53 quería evitar, pero que está más vigente que nunca.
El fideicomiso de Maratea: ¿Ingenio o piedra en el zapato?
Intendentes que usufructúan el paso de viajantes por su pueblo, pero que no aportan en nada al mantenimiento de la ruta. Para cobrar están primeros, para arreglar... ah eso no, esa no es jurisdicción de ellos. ¿Ven la incongruencia en la que vivimos los argentinos? Y claro que necesita mantenimiento la ruta, tiene un bache detrás de otro. En especial en el tramo que recorre la provincia de Santa Fe. Tal es así que tuve que desactivar el audio del navegador porque no paraba de decir; bache, bache, bache. Es un drama profundizado en las últimas décadas donde se quitó el peaje y nunca se ocupó nadie de reparar la cinta asfáltica. El primer peaje que uno se encuentra es llegando a la ciudad de Santa Fe, luego de lo cual la RN11 se convierte en autopista para ingresar en dicha ciudad (punto en el que dejé de circular por la once). Surge la pregunta entonces, por qué no está mal cobrar peaje ahí pero no queremos hacerlo en el resto del trazado de la ruta. Ese populismo que regala poco por un lado, pero te quita mucho por otro.
Para agravar aún más la cuestión, dado que el gobierno actual suspendió toda obra pública, es seguro que el estado de la ruta siga empeorando porque incluso si se licitara, estos procesos tardan en concretarse. Tampoco hay indicios de que la calidad institucional mejorará, o que habrá un mayor desarrollo. Nunca se pierden las esperanzas, porque la calidad de la gente que uno se cruza a lo largo de toda la ruta es maravillosa.