Chicago se blinda para contener las protestas propalestinas en la convención demócrata que aupará a Kamala Harris
Chicago comenzó a blindarse el domingo en la antesala de la Convención Nacional Demócrata. Unas 50.000 personas se han dado cita en esta primera cita totalmente presencial desde la pandemia de Covid-19. Estarán presentes miles de delegados del partido, voluntarios y periodistas de prácticamente todos los rincones del planeta para seguir el gran evento.
La ciudad del estado de Illinois presenta a partir del lunes una fuerte presencia policial –estatal y federal– y amplios cordones de seguridad para aplacar las esperadas protestas propalestinas en los aledaños del United Center y el McCormick Place, el lugar que acogerá durante los próximos cuatro días la ceremonia de «coronación» de la vicepresidenta Kamala Harris, flamante sustituta de Joe Biden como candidata a las elecciones del próximo 5 de noviembre.
La ilusión y la unidad en las filas demócratas tras el relevo de Biden solo se ve amenazada por una cuestión de enorme calado entre el electorado progresista: el papel de Estados Unidos, y concretamente el de la Casa Blanca, en la guerra israelí contra Hamás en la Franja de Gaza. Una brutal operación militar que se ha cobrado la vida de más de 40.000 personas en el enclave palestino, en su mayoría mujeres y niños, según las autoridades sanitarias locales, y que ha provocado una crisis humanitaria sin precedentes en estos últimos diez meses.
Los activistas propalestinos denuncian el respaldo político, diplomático y militar que ha brindado la Administración Biden –Harris incluida– al Gobierno israelí que preside Benjamin Netanyahu, para quien los fiscales de la Corte Penal Internacional (CPI) pidieron el pasado mes de mayo la emisión de una orden de arresto por la comisión de posibles crímenes de guerra en Gaza. Un movimiento que Biden, por cierto, despreció.
Las medidas de seguridad se han extendido por toda la ciudad por miedo a que se repitan las escenas de la famosa Convención Nacional Demócrata de 1968, en la que las protestas contra la guerra de Vietnam se saldaron con un muerto, centenares de detenidos y escenas de violencia policial en un año de gran tensión política. Más de medio siglo después, Chicago, la misma ciudad que acogió aquella convención histórica, tiene todas las papeletas para sufrir cortes de calles, tráfico y posibles altercados.
La Coalición para Marchar en el DNC convocó una protestas el lunes y otra el jueves, y esperan congregar a más de 20.000 personas procedentes de todo el país para exigir el fin de la guerra en Gaza en mitad de las negociaciones para un alto el fuego en Catar. El alcalde de Chicago, Brandon Johnson, con un largo historial en el activismo progresista, prometió que las autoridades van a garantizar el derecho de protesta durante la convención demócrata, después de que los organizadores de la principal manifestación demandaran a la ciudad por no permitirles tener un escenario y altavoces, y poder marchar más cerca del United Center.
La directora de campaña de Harris, Julie Chávez-Rodríguez, mantuvo la pasada semana una serie de encuentros con grupos de electores estadounidenses de origen árabe y delegados en representación de los votantes que [[LINK:INTERNO|||Article|||65dedc9d20fcb0e4f13ab517|||emitieron votos «no comprometidos» en las primarias]] demócratas para protestar contra la política de Biden hacia Israel. Pero las reuniones no frenaron el descontento entre sus filas.
«Es una realidad, y no puede ser ignorada», expresó en este sentido el gobernador de Nueva Jersey, Phil Murphy. «Hay demasiada tragedia, hay demasiada pérdida de vidas inocentes y, por cierto, sigue habiendo demasiado –a un nivel muy alto– riesgo geopolítico, y eso no va a desaparecer, por desgracia, a corto plazo».
La actitud de la propia Harris tampoco ha servido para aplacar las movilizaciones. La pasada semana, tras ser interrumpida durante un mitin en Míchigan por manifestantes propalestinos, la vicepresidenta replicó «Creemos en la democracia. La voz de todos importa, pero estoy hablando yo. ¿Sabéis qué? Si queréis que gane Donald Trump, decidlo. Si no, estoy hablando yo». Su respuesta no sentó bien a los manifestantes, que la consideraron altiva.