Groves fue el más rápido en el paseo
Wout Van Aert se quedó con las ganas de lograr la victoria en la primera etapa de la Vuelta. Sólo ha ganado dos veces este año y la contrarreloj inicial le parecía un buen momento para subir al podio. No pudo hacerlo, superado por Brandon McNulty y por Matthias Vacek, pero sólo ha tenido que esperar un día más.
No logró ganar en la meta de Ourem, todavía en territorio de Portugal, muy cerca del santuario de Fátima. No consiguió ganar la etapa, fue segundo, pero sí vestirse de líder por las bonificaciones. «No hubiera cambiado el maillot rojo por una victoria de etapa. Aún quedan muchas oportunidades en la Vuelta. Intentaremos seguir trabajando. Estoy muy contento con el [maillot] rojo», asegura el belga, que disputa por primera vez esta carrera.
Van Aert sí ha competido y ha ganado en España, aunque sea en otras disciplinas, como en el ciclocross de Benidorm el pasado mes de febrero.
El objetivo para él es ganar una etapa y ayudar a sus compañeros en el Visma cuando llegue la montaña, especialmente a Sepp Kuss, el defensor del título. De momento, disfruta del liderato. «Es muy importante para mi. Ya fui líder en el Tour de Francia hace un par de años. También era un objetivo vestirme de rojo en la Vuelta y estoy muy orgulloso de haberlo conseguido. Además, mi familia ha venido a apoyarme en Lisboa y este primer fin de semana. Desafortunadamente ya se han ido, así que tendrán que esperar un poco para poder ver el maillot rojo desde cerca», reconoce.
Para el equipo fue un día extraño: sufrió la primera retirada de la carrera, la de Dylan van Baarle, pero Van Aert, aunque no pudo levantar los brazos, es el primero de la clasificación general.
En el camino de Van Aert se cruzó Kaden Groves, un esprínter australiano que ha encontrado en la Vuelta su hábitat natural. Fue en un caluroso día en el Cabo de Gata donde consiguió su primera victoria en una grande hace dos años. Esta ya es la sexta, cinco de ellas en la carrera española y una en el Giro.
«Es una gran manera de empezar esta Vuelta. Ha sido un año duro para mí, todavía no había conseguido ganar. Vine súper motivado para cambiarlo, y tengo que agradecer a mi equipo por su gran carrera hoy. Mi plan original no era ir a rueda de Wout van Aert, pero mis dos lanzadores, Edward [Planckaert] y Maurice [Ballerstedt], han tenido problema con sus bicicletas, así que les he echado de menos en la parte final. En condiciones normales, creo que Wout me habría seguido a mí en el final, y ha acabado siendo al revés», reconocía con la sonrisa del ganador.
Los corredores se tomaron la etapa con tranquilidad. La Vuelta se promete movida, sin apenas oportunidades para los esprinters, y el pelotón llegó con cuarenta minutos de retraso sobre el peor horario previsto por la organización. Un paseo que no libró a los ciclistas de accidentes de consecuencias definitivas, como la caída de Van Baarle que lo mandó a casa; otros evitables, como la de Matthias Vacek, segundo en la primera etapa, que se cayó al engancharse con un espectador; y otras más preocupantes a priori aunque sin demasiadas consecuencias, como la que involucró a los corredores del Ineos Joshua Tarling y Jonhatan Narváez.
No era momento todavía para que los favoritos se mostraran. Era terreno para las escapadas, para que lo intentara Luis Ángel Maté antes de despedirse a los 40 años y para que remataran los velocistas. No hay muchos en la carrera, pero suficientes para que la etapa se acelerase en el final y viera levantar los brazos a uno de ellos. «El equipo ha venido para trabajar para mí, a pesar de que es un recorrido muy difícil, por eso sentía una gran presión» , reconoce Groves. Un australiano que se siente como en casa en España.