España labra con sufrimiento un precioso bronce ante Eslovenia
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Había que despertarse del mal día contra Alemania y activarse para un partido final de los Juegos de París 2024 en el que había un bronce magnífico por el que dejarse las últimas gotas de energía. Y España no falla, y sube a un podio olímpico como ya lo hiciera en Atlanta 96, Sídney 2000, Pekín 2008 y Tokio 2020. Exhaustos y vacíos, los españoles celebran entre lágrimas este nuevo éxito de una nueva generación irrepetible, que lucha por los que son, por los que fueron en un partido muy duro contra Eslovenia, para subir a ese tercer cajón y permanecer un ciclo olímpico más en el olimpo. No es nada fácil, implacable la selección eslovena porque quiere una primera medalla en su historial y tiene las actitudes y las aptitudes necesarias para conseguirlo, pero hay un punto de orgullo más en el conjunto español que los lleva a las alturas, levantados tras la decepción, envueltos en un bronce de trabajo, sacrificio y pasión por este deporte. Tan importante para tanta gente, los que están en un estadio Pierre Mauroy de Lille, y los que lo ven desde casa, como Joan Cañellas y Gedeón Guardiola, ausentes de la cita en la que esperaban despedirse por dos lesiones traicioneras. Hay rotaciones constantes por parte de los dos equipos. Se estudia y se mide cada reserva de energía porque el partido se espera durísimo de principio a fin y hay que llegar lo mejor posible hasta el último minuto. La igualdad era la tónica en los primeros instantes, se notaba que esto era un partido clave para todos porque hay agresividad desde el minuto 1. No se puede especular como en los dos partidos anteriores. Era el último día de los Juegos. Así lo entienden los de Jordi Ribera que empiezan muchísimo más activos tanto en ataque, y más solidarios en la defensa. También Eslovenia sabe la trascendencia de este choque, después de perder contra Dinamarca en la semifinal. Así que se van repartiendo las jugadas de ataque y los goles, sin apenas errores en los primeros quince minutos (4-4). Ahí dan un estirón los de Uros Zorman gracias a dos lanzamientos fallados por los españoles y la efectividad de los suyos. Abren un pequeño hueco (6-4), pero esta España es la que los grandes momentos, la que se repone ante sus propios fallos y no tiembla cuando el rival se pone por delante. La sequía de seis minutos sin marcar que permitió el despegue esloveno se acaba con un latigazo de Jorge Maqueda, y se enlazan después otros dos tantos, de Aleix Gómez y Daniel Fernández, para recuperar la desventaja y poner por delante sus aspiraciones de medalla. Es España la que tiene unos minutos de inspiración entonces, que se pone por delante por dos goles (11-9) a cinco minutos del descanso. El líder espiritual, cómo no, Álex Dujshebaev. Pero Eslovenia no cede y recupera la desventaja poniendo el empate a 12 justo para entrar al vestuario con un gol desde los siete metros de Miha Zarabec. Sudor, esfuerzo y trabajo invertidos en esta primera media hora que se tiene que repetir e incrementar en los 30 minutos siguientes. La dureza del encuentro, la exigencia en defensa y en ataque se notó en la primera parte de la segunda mitad. Apenas cinco tantos para cada equipo, atascados ambos conjuntos en una buena actuación de los porteros y de sus propias fuerzas, cansancio acumulado del torneo más la gestión de este partido que significaba tanto para todos: un bronce o un cuarto puesto. La renta de un gol apenas significa nada. Hay alternancia de superioridad en el marcador, pero nadie respira aliviado. Primero es España la que consigue un 19-18 a falta de diez minutos, pero es Eslovenia la que insiste con un robo de balón para ponerse 20-19 en el siguiente minuto. Un bronce, comprimido en cuatro minutos finales de infarto en el que se juega al borde del colapso pero nadie baja ni un milímetro los brazos. La exclusión de Sánchez-Migallón deja a España con uno menos dos de los tres últimos minutos, por lo que se redobla el esfuerzo de los de Ribera. Pero también se nota el cansancio en los brazos eslovenos, pues Vlar falla una opción clarísima cuando se entra en el minuto 58 y España va por delante 22-21. Es Álex Dujshebaev quien vuelve a ponerse al equipo en su mano izquierda, se pelea con todos los rivales y manda un balón envenenado que alcanza la red y el corazón de los eslovenos. Es un 23-21 y es menos de un minuto por lo que los de Ribera defienden los puestos con todo lo que hay, que no es mucho, pero esto es una final, aunque sea por un bronce. No se puede hacer nada con el tanto de Jure Dolenec, pero se levanta una muralla para evitar que entre otro más. No se quiere jugar más, no se puede jugar más. Y la muralla es invencible, olvidado el cansancio y todo lo que se ha sufrido, Eslovenia no pasa. El bronce es para España. Las lágrimas de Jorge Maqueda señalan lo que significa, para el hoy, para el ayer, y para el mañana. Quinto bronce olímpico para el balonmano masculino español: Atlanta 96, Sídney 2000, Pekín 2008, Tokio 2020 y París 2024. Hay veces que los hijos prefieren hacer lo contrario que ven en casa. Otras, siguen la estela de sus padres. A veces, no se alcanza lo que consiguió el primogénito; otras, se supera. Ahí está la familia Dujshebaev. El mito que fue Talant en los ochenta y noventa, son ahora sus hijos, Daniel y Álex. Sobre todo este último, que cogió las riendas del conjunto español cuando empezaron a sucederse las jubilaciones, y la ha dirigido de zurdazo en zurdazo hacia lo más alto, donde ya estaba España, pero ahí está el éxito, que consigue mantenerla en la élite el balonmano con responsabilidad, orgullo, calidad y pasión. Las cualidades que desprendía su padre y que han bebido desde la infancia. Ante Eslovenia, cómo no, fue quien animó al equipo, lo dirigió, lo impulsó y le dio el aliento necesario, de aplauso y goles, para alcanzar este bronce. Suyos fueron los lanzamientos que minaron la confianza del rival y suyas fueron las más feroces pelas contra la defensa eslovena. Es el líder de España, como lo fue antes su padre. Talant ganó una medalla de oro con el equipo unificado en Barcelona 92, y, ya con España, los bronces en Atlanta 96 y Sídney 2000. Ahora son sus hijos los que duplican su éxito olímpico, pues al bronce de Tokio 2020 de Álex, se suma este otro de París y con su hermano Dani en el vestuario. Una familia feliz que sigue dando alegrías al balonmano español.