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Август
2024

España choca con Wolff y su maldición y se queda sin final olímpica

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Son cuatro bronces: Atlanta 96, Sídney 2000, Pekín 2008 y Tokio 2020; pero nunca se había pasado esa barrera mental de luchar en una final olímpica por el oro. Y España vuelve a caer en esa maldición. Derrota dura en semifinales contra una Alemania que se sostuvo con un descomunal Andreas Wolff en portería. Pero toca levantarse tras el duelo, porque el domingo se puede pelear por una medalla para mantener el balonmano español en la elite internacional. Aunque cueste verlo ahora. "Wolff es el nombre propio del partido. En la segunda parte hemos sido claros dominadores de la dinámica del juego pero no de la finalización. Quitando los primeros 15 minutos, que nos ha faltado un poco de acierto, hemos recuperado el partido en el empate, incluso nos podíamos haber ido con algún gol más si no es por Wolff en la portería", analizaba después Jordi Ribera. Se mantuvo la portería a cero ante Egipto durante siete minutos, pero Alemania perfora la portería de Pérez de Vargas en la primera jugada. No se marcó hasta el minuto ocho ante Egipto, y se tardó otro tanto ante los alemanes. Demasiados nervios en el parqué porque había una frontera mental, casi física, en la historia de los Juegos para el balonmano nacional. Siempre se había perdido en esta ronda y costó deshacerse de ese pensamiento. Por eso Jordi Ribera tuvo que pedir tiempo muerto a los cinco minutos, con 0-3. No le gustaba lo que veía: «Más duros en los choques; provocar jugadas de superioridad al ataque», repetía el seleccionador. Kauldi Odriozola hizo prácticas las palabras y por fin desatascó la vanguardia española con un primer gol a los seis minutos. Fue como despertar, pues Dani Fernández puso el segundo con una jugada 'made in Spain': buena defensa, estupenda parada y carrera al contragolpe para sorprender al rival. Aunque se chocó mucho con un inmenso Andreas Wolff, que comenzó con cinco paradas de ocho intentos a los diez minutos. Faltaba efectividad al ataque, por cierta precipitación y por esa muralla llamada Wolff, y hubo cierta debilidad defensiva en los brazos españoles, lo que permitió que los alemanes estuvieran por delante de dos, de tres y hasta de cuatro tantos a mitad de la primera parte. Se intentó entonar España, calmar esos nervios, pausar las jugadas, buscarse a sí mismos. Alemania no cedía, sobre todo ese Wolff impenetrable. Pero sacó su espíritu; surgió la energía, se recuperó la distancia poco a poco y un zurdazo de Alex Dujshebaev metió desde lejos el 12-12 justo para entrar al descanso. Con esas sensaciones y esa confianza se entró en la segunda parte, en la que ya no se iba a sorprender el conjunto español después de haber sufrido demasiado en esos primeros treinta minutos y también en los cuartos ante Egipto, pues ya ahí se tuvo que apelar al orgullo para derribar la muralla egipcia, con un gol de Aleix Gómez en el último segundo de la prórroga. Pero Alemania también quería la final olímpica, y tenían a Wolff, 50 % de efectividad en la portería, la robustez de Golla y también la puntería fina a Steinert, Uscins y Knorr, por lo que el partido volvió a ser una pelea cuerpo a cuerpo, y tiempo contra el tiempo. Era complicado entrar por el centro, donde los pivotes alemanes consiguieron más réditos que los españoles. Así que se apeló a los extremos, como contra Egipto, que ya habían dado mucha velocidad y potencia en las manos de Aleix Gómez. Y se igualaron las fuerzas, las facetas del juego, el marcador, y también las precipitaciones. Con una alemana llevó a Agustín Casado a poner por arriba a España (24-23) a falta de cinco minutos. Pero cinco minutos es un mundo en balonmano. Ribera intentó poner orden en ese último tramo, calma, paciencia, y señalaba que se tuviera cuidado con Golla y que no se tuviera miedo ante Wolff. "Era un partido de paciencia. Sabíamos que en defensa estábamos bien, que recuperábamos balones. Ellos sabíamos que tenían un poder ofensivo de lanzamiento pero que tarde o temprano tendríamos nuestras oportunidades como así ha sido", continuó Ribera. Pero fue imposible penetrar su confianza. Se habían creado cincuenta ocasiones de gol, pero se habían hecho efectivas menos de la mitad. Tres disparos desesperados a bocajarro en los últimos dos minutos fueron blocados por Wolff, siempre Wolff, enorme Wolff. «Orgulloso de la fortaleza mental de todo el torneo. Ya lo habíamos hecho ante Francia y hemos dado un paso adelante en estas semifinales para demostrar todo nuestro potencial. Espero que podamos ponerlo de nuevo para terminar este fantástico torneo para nosotros el domingo», comentó el protagonista de la jornada. A falta de un minuto, Knorr ponía el 25-24, y España se veía con posibilidades de recuperar el balón y empatar. Se realizó la jugada, se hizo perder el balón a los alemanes, pero no llegó el gol que diera, al menos, el pase a la prórroga. Y se choca con un muro en forma de portero y con un muro mental, otra vez las semifinales olímpicas son el límite. Y toca recomponerse como se pueda porque el domingo, a las nueve de la mañana, hay una opción de un bronce que ahora sabe a poco, pero se recordará con cariño en el futuro si se consigue. Como los de Atenas 96, Sídney 2000, Pekín 2008 y Tokio 2020. "Hemos tenido varias posibilidades de colocarnos a dos, con lanzamientos claros, no ha podido ser y, al final, cuando pierdes tantas opciones claras, lo más normal es que pierdas", zanjó el seleccionador español.