Dos goles de oro de Camello hace campeón olímpico a España
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El viernes negro del deporte español en París fue rojo dorado para la selección de fútbol masculina. Oro 32 años después. Del gol de Kiko a los dos de Camello para completar un verano mágico para nuestro país: campeones de Europa absolutos y sub-19, y campeones olímpicos por segunda vez en la historia. 'Oh là là!' La víctima fue la anfitriona Francia y el drama se rodó en el Parque de los Príncipes con Henry de malo. A 'Titi' le ha sucedido a Fernando Torres, ha sido dejar el fútbol y ponerse como el muñeco Michelín . Tiene músculos hasta en la calva. Lo que no tiene es fútbol, como su 'jefe' Deschamps. Un mini Didier que llegó a la final con más suerte que juego, con más faltas que goles y con más miedo que valentía. Así logró ponerse por delante a los 11 minutos de juego, pero el grave error de Arnau Tenas despertó a la mejor España. El 1-0 fue el asterisco de una primera mitad brillante de España. Baena soltó un despeje infantil dentro del área que acabó en los pies del jugador del Stuttgart. Primer regalo. El disparo del jugador francés fue a las manos de Arnau Tenas, pero el portero del PSG, mal colocado y perfilado, se metió la pelota en su propia portería. Decía Di Stéfano de los guardametas que lo mejor que podían hacer es que los balones que iban fuera no se los metieran dentro. Este no iba exactamente fuera, pero sí a sus manos. De ahí no debió pasar. Con un gol estúpido en contra y 50.000 franceses enloquecidos, lo normal hubiera sido sufrir un buen rato, pero como hace la absoluta gala, esta Francia olímpica se echó atrás para defender la ventaja y cazar alguna contra, y se encontró con una remontada en 14 minutos y un 1-3 en 17. Al mando, Fermín y Baena. Menuda dupla. El jugador del Barça igualó el partido en el 18 tras recibir un pase filtrado del mediocentro del Villarreal. Su remate, algo irregular, pero efectivo, desnudó a los centrales galos. Quinto gol en los Juegos, que fueron seis en el minuto 25. Centro de Miranda, remate de Abel Ruiz , despeje con el costado de Restes y Fermín, más rápido que el guardameta del Toulouse en el rechace, la embocó a la red. 1-2. El tercero fue obra de Baena, en un libre directo desde 25 metros al que ayudó la estatua del portero francés. Fue un disparo con poca altura y ajustado al palo derecho, pero Restes ni vio salir la pelota de los pies de Baena, así que se compró una butaca VIP para ver el 1-3 con palomitas. Tres disparos y tres goles de España. Arnau respiraba y se reivindicaba. Justo antes del descanso, el portero español sacó una mano derecha buenísima a un remate de cabeza de Mateta . En su celebración escupió toda la bilis que había acumulado desde su grave error en el 1-0. La segunda mitad fue un ejercicio de resistencia por parte de España. A Francia no le quedaba otra que ir a por el partido, por lo que encerrarse en campo propio y defenderse no era el camino adecuado para llegar al oro, pero acabó sucediendo. Los de Santi Denia salieron con la idea de mover el balón de un lado a otro y enlazar jugadas de ataque que evitaran el sufrimiento, pero la dinamita de los jugadores y la valentía del entrenador se quedaron en el vestuario. Abel Ruiz, Fermin y Miranda lo intentaron con disparos lejanos. El exdelantero del Braga la tuvo también en un mano a mano, como Barrios, en un tres contra dos que finalizó mal el centrocampista del Atlético. Ninguna de ellas fueron ocasiones claras de gol, pero valían para meterle algo de miedo a Francia. Lo peor fueron los cambios de Denia. Los mejores de España (Fermín, Baena, Abel y Aimar) al banquillo, claro mensaje de que había que defender el 1-3 con piernas frescas y olvidarse del campo rival. En esas sustituciones se cocinó la prórroga. Antes de los goles franceses hubo dos sustos. En el primero, Koné remató al larguero. Estaba defendido por Baena, que es el punto de la i al lado del jugador del Borussia Mönchengladbach. En el segundo, Arnau sacó una mano de oro a Koné, que la reventó desde la frontal del área. Fue en el 79, en un balón parado mal defendido por España, como casi todos, cuando la pelota acabó en la red de Arnau. Falta lateral botada por Olise que rozó en Akliouche y acabó envenenándose hacia la escuadra. 2-3 De ahí al final, la España de Denia se disfrazó del Atlético de Simeone y el castigo a la encerrona fue un penalti en el 93. Regalo de Turrientes, con un agarrón continuado e innecesario en un córner que el VAR no dejó pasar de largo. Mateta no falló desde los once metros. Sí lo hizo el propio Turrientes, en el 95. Estuvo a un milímetro de enmendar su error, pero su disparo desde la frontal lo escupió el larguero después de los dedos milagrosos de Restes. En el tiempo extra, con un equipo B y ante una Francia subida a la ola buena, apareció Camello en el minuto 100 para disfrazarse de Kiko Narváez. Balón al espacio de Bernabé y en el mano a mano, el delantero del Rayo la picó ante la salida de Restes. Denia acariciaba un gatito. Hasta sus decisiones más controvertidas le salieron bien. El 3-5, en el 121, también fue de Camello. Otra picadita, esta vez con la izquierda. Doble gol de Oro. 32 años después, los campeones de Barcelona ya tienen herederos.