España consuma su hundimiento y se queda sin medalla
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Cuanto más alta es la subida, más dura es la caída. La selección española femenina alcanzó de forma brillante el olimpo del fútbol mundial, pero los peores presagios se ha confirmado en estos Juegos Olímpicos. Muy lejos del nivel que llegó a atesorar, el fútbol ha terminado por ubicar a España en el lugar que ha merecido: fuera del podio, sin medalla y, peor aún, convertido en un equipo irreconocible. La falta de acierto y la inoperancia defensiva volvieron a frustrar las aspiraciones de éxito de las españolas, que salen casi todas señaladas, empezando por el banquillo. Cata Coll regaló un penalti, Gwinn no falló, y Alexia erró una pena máxima con el tiempo cumplido que habría forzado la prórroga. Tomé, muy señalada por su lectura de partido frente a Brasil, vuelve a agitar el árbol en busca del bronce. La asturiana devuelve a Alexia al once, sienta a Mariona y deja en la grada a Misa, Paredes, Eva Navarro y Alba Redondo, debido a los problemas físicos y la inclusión en el banquillo de Elene Lete y Vicky López, que no se quedarán sin metal en caso de triunfo. El desalmado ambiente que reina en Lyon y la decepción que todavía arrastran ambas selecciones por la derrota que sufrieron en semifinales no hace pensar que esté en juego una medalla olímpica. El dominio alterno a través de posesiones infructuosas y sin profundidad es la tónica del comienzo del partido. Es Bühl quien consigue animar ligeramente la contienda. Las arrancadas y el desborde de la extremo empujan a las teutonas, además de un delicioso caño a Oihane y un flojo disparo a las manos de Cata Coll en la primera oportunidad del encuentro. A los veinte minutos, España asume por fin el control y empieza a amenazar la portería de Berger. El larguero evita hasta en dos ocasiones que la mejoría en el juego de las de Tomé se traduzca en el marcador. Primero, a la osadía con la que Tere dispara una falta a casi 40 metros de la meta, y después, a un lanzamiento de Aitana en la frontal, tras el cual en rebote casi milagroso impide el tanto de Jenni en el rechace. El paso por vestuarios no le sienta nada bien a la selección española. Alemania entiende que lo peor ha pasado y decide buscar el gol. Un disparo de Minge se marcha rozando el palo, un cabezazo de Gwinn se va alto, pero a la tercera va a la vencida. Y no por méritos de las germanas, sino por un nuevo fallo calamitoso que sumar a la lista en estos Juegos para la zaga de las campeonas del mundo. Gwinn recibe un gran envío e ingresa en el área sin oposición, pero antes de que pueda mirar a la portería es atropellada por Cata Coll. El derribo no deja lugar a dudas y la colegiada mexicana señala penalti, que la propia atacante alemana se encarga de convertir para adelantar a las suyas. España, obligada a remontar de nuevo. La empresa puede convertirse en casi imposible, pero la portera española saca un pie salvador para evitar que Schüller, en un mano a mano inmejorable, doble la ventaja de la 'Mannschaft'. España reacciona, sobre todo por el paso atrás de Alemania, y busca el empate con más intención y corazón que argumentos futbolísticos. Olga encuentra con un preciso centro a Jenni, pero el cabezazo de la madrileña a bocajarro es desviado por una buena mano de Berger. Con todo perdido, como ya sucediera en los cuartos, llega el milagro. Una patada de Minge a Lucía García en el área con el tiempo casi cumplido se convierte en penalti. Aparece Mariona en escena, pero finalmente es Alexia quien asume la responsabilidad. El rostro es el espejo del alma y el temor se apodera del de la doble Balón de Oro. El disparo sale a la derecha, sin mucha fuerza ni colocación, y Berger lo adivina a la perfección. El fallo es seguido por el pitido final. El hundimiento de España es un hecho y se consuma con dos actuaciones que dejan a la selección sin una medalla olímpica que se daba por hecha. Los síntomas que desde hace meses presentaba se han terminado por convertir en la peor enfermedad: ser un equipo irreconocible.