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Август
2024

Siete ciudades europeas a las que escaparte un fin de semana para ver mucho en poco tiempo

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Si este verano no tienes vacaciones y ya no aguantas más en casa, te proponemos siete destinos europeos en los que desconectar y refrescarte un poco aunque sea durante un par de días

Puede que, sea por la razón que sea, este año no tengas vacaciones en verano y te pases el día viendo fotos de amigos en la playa o en países exóticos. Y puede que, por esa misma razón, estos meses de calor se te hagan largos, calurosos y especialmente cuesta arriba. Pero por suerte, Europa ofrece una amplia variedad de ciudades encantadoras que son perfectas para una escapada de fin de semana. Destinos que no solo son accesibles en poco tiempo, sino que también ofrecen una interesante riqueza cultural, histórica y gastronómica para disfrutar y desconectar incluso en una visita relámpago.

Para que puedas huir del calor abrasador del verano español, hemos seleccionado unas ciudades de clima especialmente templado y benevolente, e incluso fresco en pleno verano. En solo un par de días puedes explorar nuevos paisajes urbanos, disfrutar de una gastronomía diferente y conocer lo mejor de cada cultura sin necesidad de largas planificaciones. Busques el tipo de ciudad que busques, entre nuestras elegidas seguro que habrá alguna que despierte tu interés.

Entre las mejores opciones para llevar a cabo una escapada rápida desde España en pleno verano se encuentran Ámsterdam, Copenhague, Edimburgo, Lisboa, Bruselas, Zúrich y Dublín. Cada una de ellas cuenta con una serie de atractivos y experiencias únicas que las hacen perfectas para un viaje de fin de semana. Así que ponte a buscar vuelos, prepara tu equipaje de mano y date un capricho, aunque sea sin vacaciones.

Copenhague, en Dinamarca

Copenhague es una ciudad que combina historia y modernidad de manera impecable. El parque de atracciones Tivoli Gardens es todo un clásico. De hecho, es uno de los parques de atracciones más antiguos del mundo y ofrece entretenimiento tanto de día como de noche. El Palacio de Amalienborg, residencia oficial de la familia real danesa, es uno de los lugares más monumentales de la ciudad. El cambio de guardia diario es digno de ser visto.

La famosa estatua de La Sirenita, inspirada en el cuento de Hans Christian Andersen, es un símbolo icónico de Copenhague, mientras que el puerto de Nyhavn te regalará una de las imágenes más famosas de la ciudad. Si te da tiempo, El Castillo de Rosenborg y la Rundetårn también deben estar en tu lista de lugares a visitar. Date un paseo por la Ciudad libre de Christiania y si quieres probar algo típico hazlo con el smørrebrød, una buena rebanada de pan negro con mantequilla y diferentes ingredientes fríos a gusto del consumidor. En solo dos días podrás ver que Copenhague es mucho más que su Sirenita.

Edimburgo, en Escocia

Edimburgo es una ciudad de cuento de hadas, con un impresionante castillo que domina la ciudad desde lo más alto. El Castillo de Edimburgo alberga las joyas de la corona escocesa y la Piedra del Destino, o Piedra de Scone, utilizada en las ceremonias de coronación de los monarcas escoceses. La Royal Mile es la calle por excelencia de la ciudad y une el castillo con el palacio de Holyrood, otra parada imprescindible, así como también lo es la Saint Giles Cathedral.

Pero tan importantes son todas estas visitas como el mero hecho de pasear sin prisas por su casco histórico para empaparnos bien del ambiente que desprenden sus calles empedradas. Disfruta del ambiente de algunos de sus pubs, si es con música en directo mejor, y si quieres completar tu visita sube a Arthur's Seat, un antiguo volcán que ofrece vistas panorámicas de la capital de Escocia.

Ámsterdam, en Países Bajos

Ámsterdam es conocida por sus canales, sus miles de bicicletas y su ambiente colorido y animado. En un fin de semana podrás visitar el Museo Van Gogh, donde se exhiben algunas de las obras más famosas del artista, y el Rijksmuseum, que albergan una fantástica colección de cuadros del Siglo de Oro holandés, pero también arte egipcio y asiático. La Casa de Ana Frank es una visita imprescindible para entender la historia de la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial.

Un paseo en barco por los canales ofrece una perspectiva diferente y auténtica de la ciudad, permitiéndote ver las casas flotantes y la característica arquitectura de la ciudad desde el agua. Además, el Barrio de Jordaan es perfecto para perderse entre sus calles estrechas, cafés con encanto y tiendas boutique. No te olvides de visitar el Vondelpark, un oasis verde en el corazón de la ciudad, ideal para un picnic o un paseo relajante. Si te convence el plan, echa un ojo a este plan de 48 horas en Amsterdam.

Zúrich, en Suiza

Zúrich combina a la perfección la historia medieval con la Suiza más contemporánea. Un paseo por el casco antiguo, con sus calles adoquinadas y edificios históricos, nos llevará al Museo Nacional Suizo, donde tendremos a nuestra disposición una completa visión de la historia y la cultura del país. El lago Zúrich es perfecto para disfrutar de un paseo en barco o simplemente para relajarse en sus orillas.

Bahnhofstrasse,  la calle más importante del centro de Zúrich, es a su vez una de las calles de tiendas más caras y exclusivas del mundo, de manera que si te va el lujo aquí tendrás un paraíso frente a ti, con firmas de alta gama y boutiques de renombre. Además, la ciudad ofrece una vibrante vida cultural con numerosos museos y galerías de arte, como el Kunsthaus Zürich, que alberga una extensa colección de arte moderno y contemporáneo. Desde el mirador de la montaña Uetliberg conseguirás una panorámica de la ciudad, pero calma, se puede subir en tren.

Bruselas, en Bélgica

Bruselas es la capital de Europa y, con eso, ya está todo dicho. Es capaz de combinar a la perfección dos caras muy distintas, una clásica y monumental y otra moderna e innovadora. La Grand Place es uno de los lugares más bellos del continente, rodeada de edificios históricos y su impresionante ayuntamiento. Mientras que el Atomium, una estructura futurista construida para la Exposición Universal de 1958, ofrece vistas espectaculares de la ciudad y exposiciones interactivas.

Si te gusta el dulce estás de suerte, pues los famosos chocolates y gofres belgas están disponibles en numerosas tiendas y puestos por toda la ciudad. Puedes visitar el Museo de Instrumentos Musicales, que alberga una vasta colección de instrumentos de todo el mundo, y el Centro Belga del Cómic, que celebra la rica historia del cómic del país. Un paseo por Matongé y una visita al nuevo AfricaMuseum te permitirá descubrir la Bruselas más africana.

Lisboa, en Portugal

Lisboa es una ciudad vibrante en cualquier momento del año y, aunque sea la menos fresca de todas las que te proponemos, su clima atlántico te asegura temperaturas más suaves que en el centro de la península ibérica. En un fin de semana puedes explorar el barrio de Alfama, con sus calles empedradas y casas de colores, donde seguro que algún fado llegará a tus oídos en más de una ocasión. El Monasterio de los Jerónimos, una obra maestra del estilo manuelino, y la Torre de Belém, un símbolo de los descubrimientos portugueses, son visitas obligatorias.

Los tranvías amarillos de la ciudad, especialmente el famoso Tranvía 28, ofrecen una manera pintoresca de descubrir sus calles y hacer más llevaderas las cuestas. La Praça do Comércio, una de las plazas más grandes de Europa, es el lugar perfecto para tomarse algo y descansar los pies, teniendo siempre en cuenta que la gastronomía lisboeta, con sus famosos pasteles de Belém y sus platos de pescados y mariscos frescos, es un deleite para el paladar.

Dublín, en Irlanda

Dublín, capital de Irlanda, es una ciudad con una rica historia y unas calles llenas de vida. Aunque solo vayas dos días ten claro que en la capital de Irlanda deberás visitar el Trinity College y su impresionante biblioteca, que aunque está a punto de recibir una profunda reforma permanecerá abierta al público hasta finales de 2025. Allí conocerás además el famoso Book of Kells, un manuscrito iluminado realizado por monjes celtas hacia el año 800. El Castillo de Dublín y la Catedral de San Patricio son testimonios de la historia medieval de la ciudad.

El Temple Bar se lleva la fama, pero hay multitud de pubs tradicionales que ofrecen música en vivo y una atmósfera animada entre pintas de cerveza. Phoenix Park, uno de los parques urbanos más grandes de Europa y creado en 1662 como reserva de ciervos, es ideal para un paseo tranquilo o un picnic antes de volver a casa.