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Август
2024

Isla de Jauja, el paraíso fabulado de los bienaventurados

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En este recorrido imaginario por los lugares fantásticos de la geografía mítica del país de muchos nombres que fue España, Iberia, Ofiusa o Sefarad, no dejaríamos nunca de hablar de varias ínsulas fabulosas. La propia Península parecería un isla que navega hacia el poniente, mirando siempre adelante, con el grito medieval de ultreya, en pos del sol que se oculta tras el Océano del fin del mundo. Muchos son estos enclaves isleños que son metáforas de la felicidad absoluta desde el punto de vista de los bienes básicos de subsistencia, pero también de la justicia igualitaria y gobierno perfecto. Huelga decir que eso fue, en nuestros lares y en muchos otros, un mito muy lejano que recogía una aspiración siempre muy presente y anhelada. Si en otras ocasiones hablábamos de las Islas de los Bienaventurados o de los Afortunados (dioses o héroes), que pasaron a llamarse también ellas mismas Islas Afortunadas, y que durante mucho tiempo se han querido identificar con las Canarias, hay que mencionar ahora que hubo otras muchas ínsulas utópicas y extrañas en el imaginario del lejano occidente en la antigüedad, la antigüedad tardía y, sobre todo, el medievo, que están íntimamente relacionadas con la península ibérica o sus inmediaciones, en el finis terrae de Occidente. No poco influyó el auge del camino de Santiago en el medievo, a la par que las órdenes monásticas que cundieron por las Españas.

Estas islas ideales tenían muchos nombres: existía, por ejemplo, la isla, Brasil, un mito de origen céltico que se relaciona con la isla de la eterna juventud de Tir Na Nog o con Avalon, la isla donde duerme el rey eterno y venidero. Curioso es que el nombre del actual país sudamericano venga del mismo lugar, o más bien de la misma planta, que se llamaba Brasil y era buscada por los marineros.

Donde no se envejece

También hay otros lugares de ensueño localizados en ínsulas extraordinarias, donde no se envejece, la alimentación es espontánea y exuberante, y también hay justicia, igualitaria, paz y buen gobierno en una armonía entre todos los habitantes: pensamos en las islas de los santos, o en la de San Brandán o Borondón, también de origen celta, que muy pronto se contamina con el viejo mito de la edad de oro y de las islas felices, que remonta en occidente a los poemas épicos de Hesíodo o Virgilio. El motivo también está arraigado en la literatura popular por todas las latitudes, como una especie de utopía áurea en una isla feliz donde cabe hablar de abundancia simpar de alimentos y de justicia.

En el caso del folclore hispánico, desde la baja edad media, existe una isla dedicada a la alimentación utópica, entre los dones de Baco, y al amor libre, con los jardines de Venus, que es la isla de Jauja. Varios romances y referencias literarias aluden a este viejo tema en la historia de la literatura y las utopías que se enraíza en esta ocasión en nuestro país. Hay varias versiones, desde el siglo XVII hasta el XIX, como por ejemplo un entremés de Lope de Rueda de 1547. La isla de Jauja, de nuevo un paraíso ubicado en el fabuloso país del poniente, va desplazándose con el propio cambio

Así es el verdadero territorio de Jauja

La isla de Jauja, conocida, sobre todo, por su incomparable riqueza, entre banquetes y torrentes de oro, tiene una topografía real. Por supuesto, existe una Jauja real cerca de Lucena, en la provincia de Córdoba, cuya fundación cabe remontar al medievo islámico, con una etimología que alude a las puertas o lugares de paso. Pero pronto habrá otra Jauja, con aura más legendaria, en América: fundada en 1534 por Francisco Pizarro, será la capital de los territorios conquistados en Perú. Allí se concentraron algunas de las riquezas acumuladas por los conquistadores, para su despacho a España, por lo que pronto cobró una enorme fama como un lugar opulento y legendario.