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Август
2024

Genética molecular para mejorar la fibra de alpaca

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La mayoría de alpacas del mundo están en Perú, a 4.000 metros sobre el nivel del mar. A esa altura, comunidades y familias se dedican a la extracción de su fibra como principal fuente de ingresos. También allí, personas con batas blancas extraen muestras de sangre de estos auquénidos. ¿El objetivo? Que la calidad de las chompas, chalinas, ponchos y otros tejidos que se fabrican a partir de su lana —considerada una de las más finas— mejore a partir de genética molecular.

Desde Puno, Junín, Arequipa y Pasco hasta Lima, cientos de tubos de recolección con sangre de alpaca viajan para que las muestras sean estudiadas en un laboratorio de la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM). Gustavo Gutiérrez, profesor principal del Departamento de Producción Animal en la Facultad de Zootecnia, es el responsable de esta investigación. Con el cabello gris que evidencia sus más de 30 años de experiencia en esta casa de estudios, nos recibe en el instituto de Bioquímica y Biología Molecular.

Gutiérrez es especialista en mejora de genética animal, consiguió un doctorado en la Universidad Estatal de Iowa, en Estados Unidos. Desde su regreso al Perú, ha buscado aplicar y expandir lo aprendido con sus estudiantes. “El primer paso ha sido crear este laboratorio”, cuenta el zootecnista. Fue implementado desde 2010, con apoyo de proyectos de financiamiento externo e interno. También impulsó la creación de cursos que no existían sobre uso de información molecular.

La genética molecular es una rama de la biología que se centra en la estructura de los genes a nivel celular. Es como estudiar el libro de instrucciones que está dentro de cada célula del cuerpo. Este libro se llama ácido desoxirribonucleico, más conocido como ADN, y tiene información sobre cómo funciona cada ser vivo. Se le estudia para mejorar cultivos agrícolas, en la ganadería y en otros campos.

Existen conocimientos avanzados de genética molecular para vacas, cerdos y aves, animales que forman parte de grandes cadenas económicas en Norte América, Europa y Oceanía, cuenta Gutiérrez. “En cambio, como las llamas, alpacas y cuyes nuestros no tienen tanta importancia para ellos, no se había hecho la inversión. Nos corresponde como país hacer la inversión”, sostiene.

Junto al doctor Abel Ponce de León, también de la UNALM, especializado en la Universidad de Minessota, aplicaron a distintos proyectos para obtener financiamiento. “La idea era descubrir marcadores avanzados para las alpacas”, relata Gutiérrez.

Con el análisis de las muestras se puede determinar el diámetro de la fibra y el peso del vellón de lana. Foto: Marco Cotrina / La República

 “Los marcadores moleculares son regiones de ADN que marcan una posición a lo largo del genoma de la alpaca”, explica. Con ello es posible conocer sobre enfermedades hereditarias y aspectos de interés para la producción, como el diámetro de la fibra y el peso del vellón de lana.

“Esto se usa para estudios genéticos. Con la información, podemos ver la manera práctica de desarrollar programas de mejora de genética animal”, explica. También permite evaluar la consanguinidad genómica de las alpacas para impedir el apareamiento entre machos y hembras con parentesco, lo que —con alta probabilidad— ocasiona defectos en las crías.

El equipo ha logrado descubrir 4 millones de marcadores moleculares y ha estado trabajando con 76.000 de ellos, a partir de 1.200 muestras de alpacas, precisa Gutiérrez.

Actualmente, en un nuevo proyecto con la empresa tecnológica MGI Tech Co y la textil Inca Tops se trabajará con 1.500 de estos auquénidos para mejorar la calidad de la fibra.

Para trasladar muestras de alpacas a los laboratorios de MGI Tech Co, en Brasil, estas deben tener un ADN de alta calidad. En la granja de la UNALM hay alpacas que han sido de ayuda para que los científicos afinen las técnicas con las que vienen recogiendo muestras de los auquénidos en comunidades de los andes peruanos. Solo se necesitan 30 mililitros de sangre o 30 vellones con bulbo piloso.

Los investigadores han logrado avances con apoyo del exterior y fondos nacionales. Foto: Marco Cotrina / La República

Sin picazón

Las alpacas se esquilan una vez al año. El día central son sujetadas una por una para ser esquiladas con una rasuradora especial o tijeras. Como quedan con poco abrigo, pasan la noche en un cobertizo y luego las liberan. Así es como se consigue una de las fibras más finas del mundo, cuenta Gustavo Gutiérrez.

Con la información conseguida de la genética molecular, quienes crían alpacas pueden saber qué animales poseen los vellones más finos para que tengan crías y logren una mejora genética de la población. Pero, además se busca reducir la picazón que pueden generar las prendas que se elaboran. “Ya se logró la finura, ahora toca reducir la picazón”, resalta el zootecnista.

La fibra de alpaca tiene una estructura que se llama médula. Cuando uno se coloca una chompa hecha con lana de alpaca y siente picazón, eso se debe a este componente. La lana de la oveja Merino, competencia internacional de nuestra alpaca, no tiene fibras meduladas.

“La idea es reducir el porcentaje de medulación en el conjunto de fibras y a través de eso reducir el efecto de picazón. Es decir, hacer que las prendas de alpacas den mayor confort. En eso estamos”, indica Gutiérrez.

A largo plazo, el proyecto busca que la mayoría de criadores de alpacas en Perú cuenten con la información obtenida para disminuir la picazón. “A partir del ADN, reconocer si este animal es bueno o es malo para disminuir el efecto de picazón”, expresa. Según el zootecnista, algunas comunidades tienen cooperativas comunales, pero la mayoría de criadores trabajan de forma individual.

“Buscamos contribuir a hacer que la crianza sea un negocio sustentable. El precio de la fibra de alpaca, y también de los textiles, depende mucho de la finura”, dice.