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Август
2024

Peleteiro no despega y se queda sin medalla en triple en los Juegos de París

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Quince metros. Ahí había previsto Ana Peleteiro que iba a estar la medalla de oro en triple salto en los Juegos de París, y aceptaba el desafío de intentar superar esa barrera. Pero su mejor salto estuvo lejos de los quince metros, lejos incluso de su mejor marca, lo que la condenó a una sexta posición que le sabe a poco.

 

La batalla, en realidad, empieza un rato antes de la competición, en la cámara de llamadas, donde cada una va haciendo su ritual y llegan esas miradas de reojo a las rivales con las que ya se quieren lanzar mensajes. Ana trasteaba en su bolsa, la vista al suelo, sentada. Después se levantó y cerró los ojos. Sin moverse demasiado, como ahorrando energías para lo que estaba por venir, para el show. Porque ver el estadio de Francia lleno para Peleteiro, asegura, es como una performance en la que quiere sentirse protagonista, escuchar las palmas de los casi 80.000 espectadores que de nuevo dieron una sensación de lleno le pone los pelos de punta y le anima a ir más allá de donde nunca lo ha hecho. Pero no todos los espectáculos terminan como uno quiere. Este tuvo más tintes de tragedia.

Cuando la presentan llega despacio, con andar estiloso, lento, se besa las manos y reparte el beso para los aficionados. Su cara ya es lo que ella llama cara de competición, en la que no se reconoce, con la que se transforma en un animal competitivo. Esta vez no estaba Yulimar Rojas, que hubiera sido la favorita indiscutible, el oro casi sin competir, la compañera de entrenamientos de Ana, la primera persona con la que se abrazó la venezolana después de conseguir el título olímpico en Tokio 2020. El oro y el bronce juntas, fue una de las imágenes de esos Juegos. La ausencia por lesión de Yuli no significaba que la medalla era segura para la española, ni mucho menos, sólo abría la pelea por ser la primera con varias aspirantes a los tres puestos. Peleteiro no es la que más lejos había saltado de ellas ni este año ni en su vida. Su carta principal es que en los grandes escenarios se crece.

Le tocó a ella abrir la prueba y se fue hasta los 14,55, que no estaba mal para empezar. Después, se paró a hablar con Iván Pedroso, su técnico, ese con el que choca continuamente, o chocaba hasta que fue madre y de alguna manera le cambió el carácter. El genio cubano le dice lo que ha visto para el próximo intento. Lidera la prueba la gallega un rato corto, pero cuando toca el turno de algunas de las otras favoritas, cede terreno. La jamaicana Ricketts se va hasta 14,61 y la cubana Leyanis Pérez, que cierra el primer turno, la supera por un centímetro.

Se pone a llover en París, no con la intensidad de otros días... De momento. Peleteiro pide los aplausos para sentir la energía otra vez. Echa el cuerpo hacia atrás, lo lanza hacia delante y en esta ocasión el segundo salto la frena y se queda en nada. Rápidamente la estadounidense Moore se pone primera con 14,67 (le vale para el bronce al final) y saca a Peleteiro del podio virtual. Que iba a ser una batalla ya se sabía y ahí estaba la prueba, aunque el primer gran momento estaba por llegar: Lafond, de Dominica, caribeña ella, vuela hasta 15,02 y hace real el pronóstico de Peleteiro y el oro ya iba a ser suyo, aunque quedara mucho. Por un momento el foso toma el protagonismo del estadio, y se escucha un «ohh». Después, Ricketts también se mejora y llega a 14,87 (plata), justo la distancia con la que Ana fue bronce en Tokio.

Va la tercera oportunidad. Mira al foso, como un desafío, como si fuera un duelo en «Ok Corral», esta vez sólo da una palmada primero, lo señala, lo desafía, pero vuelve a perder (14,52). No está contenta, dice que no con la cabeza. Pedroso se comunica de forma más vehemente que antes, mueve el índice y el corazón haciendo el gesto de correr, intuyendo que por ahí está cometiendo el error su pupila.

Se enfada el cielo y cae más lluvia. Se enfada Peleteiro y a la cuarta pega un salto más lejano, pero sólo un poco, insuficiente, 14,59. Le quedan dos intentos. Se entraba en su territorio, el de no tener mucho margen. Se alejaba la medalla. Para la de oro tiene que llegar a esos 15 metros que había predicho, para la de plata tenía que llegar a su mejor marca. El bronce estaba un poco más a tiro, pero no fue el día.

En el quinto intento otra vez no logró despegar, 14,26, parecido a los 14,31 del último. Está frustrada la gallega. Se acerca a su equipo y tratan de abrazarla y de darle ánimos. Darle un consuelo que ella no encuentra.