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Август
2024

Poker de oro de Marchand, la estrella de los Juegos

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Es salir de la oscura boca del Cercanías y sentirse en otro planeta. Han desaparecido los palacios y los bulevares, no hay rastro de los Inválidos o el Grand Palais... Incluso se ha esfumado la Torre Eiffel. En su lugar, una amplia explanada sirve de plataforma para visualizar un paisaje de edificios altísimos, esculturas vanguardistas y un gigantesco 'mall' repleto de tiendas y restaurantes. Nanterre, el distrito financiero de París, también forma parte de los Juegos. Aún hay que caminar un rato por este París del siglo XXI para alcanzar el pletórico pabellón de La Defense, donde el francés León Marchand aprieta los dientes para lograr su cuarta medalla de oro y coronarse rey de los Juegos. A los títulos olímpicos de 400 estilos, 200 braza y 200 mariposa suma ahora el de los 200 estilos, un poker de títulos que provoca un grito atronador. Un júbilo expansivo replicado en el resto de sedes de los Juegos, desde Saint Denis al Bercy Arena. Marchand sale coronado de esta cita olímpica con solo 22 años, demostrando un control absoluto de sus emociones. Sin resquicio a las dudas. En su última final solo se deja ganar en el primer cincuenta, el de mariposa. Ahí le toma la delantera por siete centésimas el chino Shun Wang, bronce al final. Pero en cuanto los finalistas se ponen de espaldas, Marchand toma la delantera. Cada brazada suya es recibida con un grito del público, un 'olé en francés' de aliento. Al cubrir el 100, el héroe galo aventaja a Wang en 20 centésimas. Y lo mejor está por venir. La braza confirma la superioridad de Marchand, a quien ahora secunda el británico Scott Duncan, ya a más de un segundo y medio. En el último cincuenta Marchand se exprime en busca del ya antiguo récord mundial de Ryan Lochte, pero le sobran seis centésimas. Logra, eso sí, un nuevo récord olímpico que pertenecía a Michael Phelps. Casi nada. Duncan se para un segundo y veinticinco centésimas después. Marchand deja a un lado su timidez y sale de la piscina con los brazos bien abiertos para recibir el cariño de una grada entregada. El mundo bajo sus pies. Después, La Marsellesa suena una cuarta vez en Nanterre, el lugar donde Francia encontró a la estrella de sus Juegos. El nadador se cuelga la medalla número 33 de la delegación anfitriona, el mismo número que firmó en Tokio. A partir de ahora, todo es sumar de más. Hay dos finales más en la antepenúltima jornada de natación. Abre la sesión la prueba reina de la velocidad, los 50 libres, en la que se impone el australiano Cameron McEvoy (21.26) por delante del británico Benjamin Proud. Ahí ruge por primera vez La Defense con el bronce de Florent Manaudou, doble campeón olímpico en esta prueba, que sin ser favorito se permite un último momento de gloria delante de su gente. Sexto, sin medalla, se queda Caeleb Dressel, de vuelta en unos Juegos Olímpicos tras ser el mejor en Tokio (cinco oros) y retirarse de forma indefinida solo un año después, mentalmente «destrozado». Dressel vuelve a la piscina poco después para buscar una plaza en la final del 100 mariposa, la otra prueba individual para la que consiguió clasificarse en los trials estadounidenses. Queda quinto en su semifinal y no lo consigue. Luego, Kaylee McKeown amplía el éxtasis australiano y logra su doblete en las pruebas de espalda tras imponerse también en el 200 (ganó el 100 el pasado martes). Para conseguirlo tiene que rebajar el récord olímpico (2:03.73) por la oposición de la estadounidense Regan Smith, que solo cede ante la campeona en el último cincuenta. La representación española en la piscina corresponde a Emma Carrasco, que se despide en la semifinal de los 200 estilos (séptima) tras superar las series en la matinal, y Mario Molla, eliminado en las series del 100 mariposa. También nada Katie Ledecky, que lidera las series de los 800 libres y saltará a la final como gran favorita para llevarse su segundo oro de París.