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Август
2024

Luc Besson: "Estoy a favor de cualquier religión que te pueda hacer feliz"

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Esta entrevista se celebró en el hotel Hungaria del Lido veneciano, dos meses después de que Luc Besson fuera absuelto por la justicia francesa de los cargos de violación a la actriz Sand Van Roy. Obviamente, el #metoo no era un tema bienvenido, aunque al director de “León, el profesional”, que presentó “Dogman” en la sección oficial de la Mostra, se le veía tan relajado como tenso a su actor, Caleb Landry Jones, que un día antes respondió con acento escocés a las preguntas de la prensa por estar metido en su próximo personaje. Entre bambalinas, Besson y Landry Jones ya estaban preparando su nuevo proyecto juntos, en el que el actor de “Nitram” será nada más y nada menos que el Conde Drácula.

-“Dogman” no sería la misma película sin la interpretación de Caleb Landry Jones. ¿Cómo fue su colaboración?

-LUC BESSON: Lo más importante es conectar con el ser humano que tienes delante. Antes que el actor está la persona. No cruces el Atlántico en un barco con un tipo que no conoces. Así que primero nos olfateamos, como dos perros, nos vimos unas cuantas veces, tomamos algo y hablamos sobre la vida para comprobar si pertenecíamos al mismo planeta. Y nos dimos cuenta de que Normandía y Texas estaban muy cerca. Mucho más cerca de lo que cualquiera cree.

-Tiene fama de ser un actor muy comprometido con sus personajes…

-Lo preparamos durante seis meses. Adelgazó veinte kilos, tomó clases de canto y de danza, se entrevistó con un entrenador de lobos y apareció en el set de rodaje sentado en una silla de ruedas, como si fuera Douglas. Como casi todos los actores, siempre duda de sí mismo, nunca está seguro de si es la persona más adecuada para el trabajo, pero esa tensión le ayuda a fortalecer su compromiso con la película.

-Es uno de sus filmes más oscuros…

-LB: Cuando leí en el periódico la noticia de ese chico que había estado encerrado en una jaula, sentí que quería conocerlo, pero no necesariamente para hacer una película oscura. Todo depende del modo en que percibas la vida. Ves un campo con un millón de flores, y no las ves en realidad. Ves una flor que crece en el asfalto y te das cuenta de que existe. Así es Douglas. Es esa flor.

-Hitchcock recomendaba no trabajar nunca con animales. ¿Qué tal se han portado los perros?

-LB: Mucho mejor que los delfines de “El gran azul” (risas). No, en serio, Caleb y yo los adoramos. Si tienes setenta perros en el plató, hay que dejarse llevar. Es como rodar en el mar: él manda, sabes que en cualquier momento puede cambiar. Con los perros ocurre lo mismo: hay que estar atento a su estado de ánimo, saber que es mejor rodar por la tarde que por la mañana, cuando están más excitados y tienen más ganas de jugar.

-Es imposible no pensar en la dimensión religiosa del personaje. ¿Fue muy consciente de ella durante el proceso de escritura del guion?

-LB: Personalmente, no soy creyente. Pero estoy a favor de cualquier religión que te haga más feliz o ser mejor persona. En relación a Douglas, me parecía lógico que un personaje como él, que ha pasado por tantas pruebas de fuego, se haga preguntas. Mira al cielo y dice: ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Qué tengo que entender? Y al final la única manera de obtener una respuesta es entregarse a Dios.

-Algunas críticas acusan a la película de asociar el travestismo con la enfermedad mental. ¿Cómo respondería a los que discuten el discurso ‘queer’ de “Dogman”?

-LB: Creo que son críticas basadas en un malentendido. Douglas no es un enfermo mental. Descubre en la interpretación la única forma de ser libre. Lo único que puede hacer un artista en su vida es crear. No importa qué: Douglas puede interpretar a una flor, a un árbol, a una mujer, o a una cantante. Es su única forma de escapar. ¿Queremos cortarle las alas? De los pocos que lo aceptan tal y como es forman parte de la comunidad ‘queer’. Dejemos que los artistas sean artistas.