Arremetida de Maduro contra la población: “Estamos ante un animal herido”
El mismo pueblo venezolano que hace 20 años aclamaba a Hugo Chávez salió desde este lunes a las calles a derrumbar sus estatuas, destruir carteles con el rostro de su sucesor, el presidente Nicolás Maduro, hacer sonar sus cacerolas y marchar para expresar su rabia ante el gigantesco fraude electoral para invalidar la victoria del opositor Edmundo González Urrutia, que con 65% de los votos barrió al mandatario Nicolás Maduro, quien se quedó con 31%, tal y como lo muestran tres cuartas partes de las actas electorales y sondeos a boca de urna.
Después de un apagón informático a medianoche del domingo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) divulgó un boletín con un supuesto conteo de 80% de las mesas, que le daba a Maduro 51% y dejaba a González con 44%. Como lo dijo Gabriel Boric, el presidente chileno de izquierda, “el régimen de Maduro debe entender que los resultados que publica son difíciles de creer”.
Boric les dio una lección de entereza a sus colegas y afines ideológicos, Gustavo Petro, Andrés López Obrador y Lula da Silva, de Colombia, México y Brasil, que hasta el martes en la mañana seguían en silencio, mientras sus cancillerías publicaban tímidos comunicados.
“La comunidad internacional —agregó el mandatario austral— y sobre todo el pueblo venezolano, incluyendo a los millones de venezolanos en el exilio, exigimos total transparencia de las actas y el proceso, y que veedores internacionales no comprometidos con el gobierno den cuenta de la veracidad de los resultados. Desde Chile, no reconoceremos ningún resultado que no sea verificable”.
Decenas de países de América latina y Europa, el secretario de Estado de EE UU, Antony Blinken, y el representante de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, Josep Borrell, entre muchos otros, pusieron en duda el resultado, y exigieron un recuento detallado de la votación y la publicación de todas las actas.
El presidente argentino Javier Milei fue el más directo: “Ni él se cree la estafa electoral que festeja”, escribió sobre Maduro en X.
El lunes en la tarde, el mandatario venezolano ordenó la salida de diplomáticos de nueve países de la región —entre ellos Argentina y Chile— que no reconocieron su triunfo.
El canciller chileno, Alberto van Klaveren, dijo que semejante medida es propia “de regímenes dictatoriales”, una calificación que, para el caso, dejó de ser discutible.
Prueba reina de ello son los países que felicitaron a Maduro: Rusia, China, Siria, Nicaragua y Cuba, todos ellos regímenes autocráticos.
Mientras su jefe guardaba silencio, el canciller colombiano, Luis Gilberto Murillo, hizo “un llamado para que, a la mayor brevedad, se proceda con el conteo total de los votos, su verificación y auditoría de carácter independiente”.
Una fuente de la cancillería colombiana le dijo a El Tiempo que Gustavo Petro, Luiz Inácio Lula da Silva y Andrés Manuel López Obrador buscaban el martes ponerse de acuerdo en una declaración conjunta en la misma línea de sus cancillerías, de exigir la publicación y el recuento del total de las actas.
Sin embargo, la líder opositora venezolana María Corina Machado se adelantó el lunes en la noche a ese pedido y divulgó 73,2% de las actas electorales, recuperadas gracias a la labor de 80.000 testigos que, a nombre del candidato González, vigilaron la votación y el conteo en las mesas.
Machado y González crearon incluso un link, al que cualquier venezolano dentro y fuera de su país puede acceder con su cédula, para verificar dichas actas y comprobar que, en efecto, el aspirante opositor obtuvo, en esas mesas, más de 6.200.000 votos, contra menos de 2.800.000 de Maduro, una verdadera paliza.
El fraude en Venezuela, paso a paso
El fraude comenzó meses antes de la votación, cuando María Corina Machado fue inhabilitada como candidata presidencial.
Posteriormente, cientos de opositores fueron detenidos en las semanas recientes, y luego el CNE puso obstáculos a la inscripción de los testigos electorales de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que respalda a González (reemplazo de Machado en la candidatura). También se sabe que el régimen persiguió y detuvo a decenas de quienes, pueblo por pueblo, dieron alojamiento a Machado y González en sus giras.
Además, Caracas impidió la inscripción de millones de votantes en el exilio. Desde el agravamiento, hace 15 años, de la situación económica y social —la pobreza aumentó de 25% de la población a cerca de 80%—, 7,7 millones de venezolanos han dejado su país. Y aunque 4,4 millones están en edad de votar, solo 68.000 fueron habilitados para hacerlo en los consulados.
El domingo, en aquellas zonas donde los chavistas se sabían débiles y asumían que habría una gran votación opositora, muchos centros electorales abrieron con retraso, prolongando aún más la espera de decenas de miles de votantes que habían comenzado a hacer fila desde la medianoche del sábado.
El sistema electoral venezolano funciona de manera electrónica desde hace muchos años. Una vez que el elector activa su voto en la máquina, obtiene una copia impresa que deposita en la urna, de modo que quede un registro físico de su voto.
El domingo, muchos electores se quejaron de no haber podido obtener dicha copia en papel. Otros testimonios apuntan a que, al final de la jornada, hombres armados se llevaron las urnas donde estaban las copias impresas de los votos.
Al terminar la votación, la máquina arroja el resultado de la mesa y, de nuevo, es posible obtener una copia impresa del acta definitiva que registra cuántos votos obtuvo cada candidato.
Una vez más, cientos de testigos de la oposición se quejaron de no haber podido obtener la copia del acta en papel, sea por supuestas fallas en la máquina o porque, con la ayuda de militares que custodiaban los puestos, esos testigos fueron sacados a la fuerza.
Aun así, en la madrugada del lunes, la MUD había logrado obtener más de 30% de las actas, una cantidad que aumentó en el curso de la jornada hasta que Machado declaró que la oposición estaba en posesión de 73,2% de ellas. Esas fueron las que, el lunes en la noche, González Urrutia publicó en un link en Internet.
“El Departamento de Estado, en Washington, los ministerios de exteriores europeos, la Unión Europea y varias cancillerías latinoamericanas, estamos en contacto y nos hemos dedicado a consultar esos datos, que son los mismos que hasta ahora el gobierno de Maduro y el CNE en Caracas no han querido publicar”, le dijo a El Tiempo un diplomático en París.
Con esas actas a la mano, la oposición pudo decir que, con casi tres cuartos de las mesas, González obtuvo 6.275.182 votos contra 2.759.256 de Maduro, lo que corrobora varios sondeos a boca de urna, que a la salida de los puestos de votación les preguntaban a los electores por quién votaron.
Entre ellos, hay uno de la muy prestigiosa firma internacional Edison Research que calculó que el candidato opositor obtuvo 65% y Maduro 31%.
Así las cosas, el domingo, el régimen sabía de su derrota desde temprano. Una vez cerrada la votación, el acceso de delegados opositores a la sede del CNE fue impedido por la Guardia Nacional.
Poco antes de las 10:00 pm, y sin que hubiese sido divulgado dato alguno, Maduro denunció —sin pruebas— que había habido un hackeo al CNE, a lo que siguió un apagón informático que tardó casi tres horas, al final de las cuales la autoridad electoral divulgó su conteo dando ganador a Maduro. El fraude se había consumado.
¿Qué viene para Venezuela después de las elecciones?
Para muchos, de nada sirvió el gigantesco esfuerzo de la oposición y de los votantes, pues al final el régimen desconoció el resultado y se robó las elecciones. Pero lo cierto es que, como nunca antes, Maduro y su camarilla han quedado en evidencia.
“Tenemos cómo probar la verdad”, dijo Machado el lunes en la noche. Y así es. Las evidencias del fraude están a la vista y la comunidad internacional está obligada a actuar. El martes, algunas versiones decían que la MUD ya contaba con 80% de las actas.
Contra todos los obstáculos: los arrestos, la persecución, las amenazas y las triquiñuelas antes, durante y después de la votación, millones de venezolanos votaron para sacar a Maduro.
Ante el robo, decenas de miles han salido a protestar. “La indignación de la multitud se expresó ayer en votos, y hoy se está desplegando, sobre el territorio, de otras maneras”, declaró el lunes el sociólogo venezolano Rafael Uzcátegui al diario madrileño El Mundo.
“No puede ser que, en medio de la represión, el pueblo venezolano resulte más valiente que los gobiernos del mundo”, le dijo el martes a El Tiempo el expresidente Iván Duque. “Esos millones de venezolanos —agregó— que dijeron basta ya, primero con sus votos y ahora, arriesgando sus vidas, en las calles, le están exigiendo al mundo que esté a la altura”.
Lo escribió en su editorial The Washington Post este martes: “Estados Unidos y otras democracias invirtieron enormemente en una transición democrática en Venezuela. En ese sentido, ellos también resultaron robados”. De ahí que, en el menú de lo que puede venir, se de por descontado un mayor aislamiento político para Caracas y, posiblemente, nuevas y más severas sanciones económicas.
Eso se suma a que al interior del gobierno chavista hay fisuras. Mientras algunos trataban este martes de tender puentes con la oposición para negociar una salida, que asegure un reconteo de las actas con verificación extranjera, los más radicales le apostaban a la represión, que en la primera noche de protestas dejó siete muertos y decenas de detenidos.
“Si el camino elegido es la represión, vienen horas muy difíciles —declaró una fuente de la Cancillería colombiana—, estamos ante un animal herido, tal vez de muerte, y eso lo hace muy peligroso”.
Así las cosas, si Nicolás Maduro y sus socios persisten en el fraude y en quedarse, de manera más ilegítima que nunca, en el poder, la comunidad internacional debe desplegar todos sus esfuerzos para arrinconar al régimen y, de ese modo, no dejar solo al pueblo venezolano que ha hecho todo lo que una sociedad puede hacer para sacarse de encima a una tiranía.
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