Manuel Plaza y los Juegos Olímpicos: la deuda aún pendiente
Comenzaron los Juegos Olímpicos 2024 en París. Hace cien años, en 1924 también en París, Chile obtuvo el primer diploma olímpico de su historia deportiva. En efecto, a sus 24 años el atleta Manuel Plaza Reyes ocupó el sexto lugar en el maratón, anotando un tiempo de 2:52:54 para los 42,195 kilómetros, cruzando la meta a 11 minutos del ganador, el finlandés Stenroos, pero un minuto y medio delante de Amhed El Ouafi, el francés (nacido en Argelia) que terminó en el séptimo lugar.
El suplementero Manuel Plaza tuvo un largo y extenuante viaje en barco añorando la alimentación criolla y preocupado por la situación económica en que quedaba su modesta familia. Comenzada la maratón, Plaza salió desde el estadio en el último lugar. Progresivamente fue superando competidores llegando finalmente a ocupar la sexta posición, cayendo agotado al cruzar la meta y con sus pies heridos por usar unas zapatillas inadecuadas. La dureza del recorrido y del clima produjo que solo 30 de los 72 competidores alcanzaran la meta.
Con anterioridad, en los “Primeros Juegos Olímpicos Sudamericanos” realizados en Río de Janeiro, conmemorando el centenario de Brasil en 1922, Plaza obtuvo el título de “Campeón Olímpico Latinoamericano” al triunfar en cinco competencias disputadas en días consecutivos: 3.000, 5.000 y 10.000 metros en pista, cross country y maratón. Cabe señalar que ganó las mismas competencias (pero no se incluía la maratón) en los campeonatos sudamericanos de Atletismo en Buenos Aires en 1924, Montevideo en 1926 y Santiago en 1927. Actualmente, todas estas competencias requieren distintos especialistas y es una excepción que un mismo atleta compita en más de una de ellas.
Considerando su imbatibilidad continental, Plaza concurrió en busca de su revancha a los Juegos Olímpicos de Amsterdam en 1928. Repitió su estrategia de 1924 comenzando la carrera en los últimos lugares entre los 69 competidores y, a pesar de sus dolores reumáticos en la rodilla, avanzó progresivamente y en el kilómetro 32 ya ocupaba el octavo lugar, en el 35 el sexto, y en el 40 el tercero. Su atropellada final, no fue suficiente para alcanzar a El Ouafi, al que había superado en 1924, y llegó en segundo lugar con un tiempo de 2:33:23, a 26 segundos del ganador, quien se desplomó exhausto al cruzar la meta, en cambio Plaza dio la vuelta olímpica recibiendo la ovación del público del estadio al obtener la medalla de plata.
Por otra parte, en los actuales Juegos Olímpicos de París 2024 se espera que los maratonistas Carlos Díaz y Hugo Catrileo sigan en la senda de Manuel Plaza y obtengan un buen resultado. Ambos tienen los mejores tiempos chilenos en la prueba (2:08:04 y 2:08:44 respectivamente), mucho menores que Plaza debido al avance en los métodos de entrenamiento y de vestuario y calzado deportivo. Una estrategia en equipo, que lamentablemente Plaza no pudo tener, podría proporcionar la grata sorpresa de un diploma olímpico en la competencia que será homenajeada también con una masiva “marathon por tous”, reflejando la popularidad que tienen las corridas callejeras masivas en el mundo y en Chile.
El paso del tiempo permite apreciar mejor los logros de Manuel Plaza, por lo que resulta injusto que no se le rinda el homenaje que se merece. A 55 años de su muerte, corresponde inmortalizar su nombre y su memoria en nuestro principal recinto deportivo. Por varias razones el Estadio Nacional debiera llamarse “Manuel Plaza Reyes”. En primer lugar, porque corresponde a un recinto olímpico que fue construido (e inaugurado en 1938) gracias al impulso decisivo de los triunfos de Plaza. En segundo lugar, debido a que el deporte olímpico por excelencia es el Atletismo, y el Maratón es la competencia emblemática por la dureza y sacrificio que exige de sus cultores. En tercer lugar, porque el principal estadio del país merece el nombre de un destacado deportista, como ocurre en muchos países y ciudades del mundo.
En síntesis, a un siglo de la brillante participación de Manuel Plaza en dos juegos olímpicos consecutivos, y en reconocimiento a más de una década de triunfos continentales, el Coliseo[1] o el Parque Deportivo Estadio Nacional[2] merece llevar el nombre del mejor deportista de nuestra historia. Aunque la designación debió ocurrir en los Juegos Panamericanos Santiago 2023, si Chile pretende postular a organizar en el futuro los Juegos Olímpicos, debe demostrar por lo menos que su principal recinto deportivo honra el espíritu olímpico recordando a su primer medallista. De esta manera, se saldará por fin la deuda pendiente con Manuel Plaza Reyes y tendrá el pago que el pueblo de Chile largamente le debía al suplementero, deportista amateur y héroe popular que ocupa un lugar en el Olimpo de los deportistas chilenos.