Malasaña, tan suya
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Malasaña , regada , tiene otro color, otro perfume, otra temperatura. Hay una hora en que el bullicio foráneo de la Gran Vía decae, y es ahí, justo ahí, cuando, como en un efecto de naipes, se asordina un poco la calle de Fuencarral . Siguen encendidos los letreros comerciales, las luces de ciudad no paran, pero existe ese momento de calma, y recuerdo que había un banco donde me sentaba a ir tratando de repensar Madrid e irme trayendo el gusano esquivo del sueño . Malasaña abría las whiskerías, y yo me abría hacia la cama. Yo a Malasaña, más allá de los mapas, la entiendo como concepto. Tengo clavada la plaza del Dos de Mayo en la parte... Ver Más