Antonio Onetti: “Ya hay músicos españoles vendiendo su repertorio"
Cuando accedió al cargo de presidente de SGAE, el dramaturgo y guionista de cine y televisión Antonio Onetti lo hizo con una misión principal, como él mismo confiesa: “Dejar de ser la telenovela diaria”. La institución, en 2020, atravesaba uno de los peores (si no el peor) momentos de la historia, que ya alcanza los 125 años. Hablamos del año de la pandemia, cuando los ingresos se desplomaron por la falta de actividad cultural, pero además una crisis interna crucificaba a una institución que se enfrentaba a procesos judiciales y a la amenaza del Ministerio de Cultura de retirarle la licencia de funcionamiento. Incluso la institución había sido expulsada de la Cisac, la entidad internacional que agrupa a las entidades de gestión, por sus malas prácticas.
No ha sido un tiempo fácil el de su mandato, ¿qué balance hace de él?
Creo que esta junta directiva supone en la práctica el cierre de una etapa, que empieza cuando en 2009 llega la “piratería” masiva y colocan a la entidad en el ojo del huracán. La llegada de la Guardia Civil, el proceso contra Teddy Bautista, la llamada Rueda, el enfrentamiento entre las facciones internas y el desprestigio, por qué no decirlo, que hemos vivido. Pero si comparamos en todos los aspectos cómo estábamos en 2020 y ahora, el cambio es radical. Yo tenía dos intenciones: acabar con la distorsión del reparto y salvar SGAE, porque estábamos en una situación de expulsión de la Cisac, de la retirada de la licencia del Ministerio de Cultura y una desafección bárbara de los socios, que se iban a otros sitios. Éramos una marca apestada. Cuando llegué, no es que no te cogieran el teléfono, pero nadie se quería reunir conmigo, era algo así como tener la lepra. Y ahora eso ha cambiado.
¿Qué ha sido la clave?
Creo que hacer las cosas bien, cumplir las normas, hacer lo que debemos. Ser una entidad normal. Esta distorsión del reparto se produjo durante años y fue lo que nos causó los problemas. Arreglarlo solo hacía falta una voluntad política, porque todas las prácticas de las que hablamos, de la música nocturna a las 4 de la madrugada rentando más que la de “prime time”, es era un absurdo. Nosotros cobramos una tarifa que se nutre de publicidad y debe estar ajustada, por tanto, a la audiencia. Hemos cambiado la legislación para eso. Nos ha reconciliado con las entidades del mundo que nos veían como bichos raros y porque iba contra la ley y las normas generales. Cuando tienes voluntad política de arreglar eso, la repercusión es inmediata.
¿La paz social interna se ha conseguido?
Siempre hay gente que no está de acuerdo con la gestión y expresan democráticamente que las cosas deben ser de otra manera. Hemos realizado cambios estatutarios, todos los que están propuestos. Y creo que la mayoría social está a favor, aunque sea más activa la parte que está en contra. Pero yo creo que la mayoría está con los cambios y espero que sea así porque lo que se ha conseguido en cuatro años necesita consolidarse. Eso es clave.
Mencionaba las escenas de la Guardia Civil entrando a la sede, pero los protagonistas de esas esas causas han resultado absueltos. ¿qué ha sucedido?
Es fácil entender que en aquel momento SGAE era muy incómoda para quienes querían hacer negocio a costa de los derechos de los autores. Si tienes una empresa tecnológica de comunicaciones que crea unos sistemas para popularizar un consumo cultural masivo y llegan y te dicen que tienes que pagar derechos de autor, te han fastidiado. La sociedad no entendió desde el primer momento que había que respetar los derechos de autor, porque querían la “cultura libre” pero que unos sí cobraban por publicidad y por servicio. Pero nosotros éramos el enemigo, el cobrador del frac, el inspector de hacienda, éramos terribles y eso ha pasado solo en España. Eso condujo a que la guardia civil detenga a unas personas y se las defenestre. Yo siempre me he preguntado qué habría pasado si Bautista, con la edad que tenía y la tensión, hubiera muerto en el proceso. Habría quedado como un delincuente. Para mí, que un músico que defiende los derechos de otros autores sea el enemigo público... no sé, hay mejores candidatos para eso. Sgae podría haber sido más amable y cayó en la prepotencia, puede ser. Pero se vio desbordada por un fenómeno que no estaba regulado. Apareció el universo de internet y no teníamos dónde agarrarnos. Como en cualquier organización, se puede estar más o menos de acuerdo con la organización de Teddy, pero de ahí a que te detengan y te lleven expulsado y te pases una década demostrando que no has cometido ningún delito, es una injusticia enorme.
Hubo cierto escándalo social al respecto de por qué la SGAE fiscalizaba la comunicación pública de canciones, por ejemplo, en bodas o peluquerías. ¿Ese afán de maximizar la recaudación persiste?
SGAE ha cambiado mucho y la sociedad también. Tenemos muy buenas relaciones con los establecimientos de hostelería, con los establecimientos que pagan, que pagan una tasa como lo hace cualquiera. Entonces, cuando lo pedíamos, cumplíamos la ley. Era parte de la norma, pero hubo una campaña de desprestigio. Ahora ya está regularizado y funciona de otra manera. Las peluquerías pagan lo que tienen que pagar, igual que los bares. Y negocias o vas al juzgado, pero claro, con la ley en la mano ganamos todos los juicios. No sé cuántos ayuntamientos hay en España, pero solo hay algunos que no pagan. Y al final lo hacen, porque es su obligación, pero la inmensa mayoría lo comprenden y pagan. En esa época de principios de siglo se produjeron muchos cambios a los que SGAE tenía que adaptarse y también la sociedad. Y mientras sucedía, pasaron cosas.
Cuando todo parecía muy tranquilo ha llegado una sanción de competencia a SGAE.
Lo primero que puedo decir es que son hechos de 2016, no es algo que esté pasando ahora. Segundo, que no compartimos lo que dice la resolución y la vamos a recurrir. Hace un par de años ya tuvimos una similar que fue anulada por la Audiencia Nacional, que hablaba también de la posición de dominio. Estamos muy sorprendidos, porque la resolución se basa en que nosotros tenemos una tarifa por disponibilidad, que es algo que está en el Ley de Propiedad intelectual, que funciona en todo el mundo, no solo en los derechos de autor. Hay tarifas planas en telefonía, por ejemplo. Y no entendemos cómo algo que está en la ley, y con tarifas reguladas y vigiladas por el Ministerio de Cultura, ahora os dicen que es una posición de dominio. Si cumplo la ley y me multan, ¿qué hago? Y dice también que utilizamos obras que no nos corresponden, pero no es así. Nuestro repertorio está absolutamente actualizado y se puede comprobar. Aquí el problema es que hay una serie de entidades nuevas que no son entidades de gestión colectiva, que no responden ante sus socios, sino que son empresas privadas y con ánimo de lucro -que la ley las ampara y está muy bien-, pero que quieren hacerse un hueco en el mercado y van captando repertorio y tratan de debilitar al contrario. Y cuanto más nos desprestigien, más posibilidades tienen. Son entidades como Unison, que forman parte de su estrategia.
Vemos cómo fondos de inversión compran repertorios musicales por grandes cantidades ¿está pasando en España?
Sí, yo sé de autores a los que les están comprando los repertorios en España. No puedo decir los nombres, obviamente, pero sí está pasando. Hay autores que tienen una edad y que prefieren cobrar de golpe una cantidad y olvidarse de todo a seguir cobrando cada tres meses lo que recaudan. Es su propiedad y si la ley lo permite, que hagan lo que quieran.
¿Son más lucrativos estos repertorios ahora que nunca?
Es que hay un consumo cultural cada vez más masivo y eso ha provocado la precarización del salario de los autores. La gente se queja mucho de lo que perciben de las plataformas, que tienen un consumo masivo. Si cobras un céntimo cada vez que tu canción se reproduce, pero si tienes 100 millones de reproducciones, igual te llevas un millón de euros. Pero el que tiene 50.000, no le llega a 5. Pero bueno, es que si tocas en el Bernabéu no es lo mismo que si tocas en un bar. Pero es cierto que la remuneración de las plataformas, y esta es una opinión general de los autores, es muy baja. Pero no es que sea en España, es así en todo el mundo. Lo que entendemos que aportamos a la cadena de valor, entendemos que está por debajo de lo que recibimos.
Además, es un sistema opaco.
Es que las grandes multinacionales tecnológicas en todos los sectores tienen un poder desmesurado que excede a las propias naciones. A Elon Musk le reciben en Israel como jefe de estado porque sus satélites le permiten defenderse de los ataques. En escala proporcional, lo que tienen son legiones de abogados. Tienen una musculatura y tienen una capacidad de negociación muy grandes.
¿Pagan lo que deben?
Pagan. Tenemos contratos con todas las plataformas. A ver, a veces hay algún retraso, pero tenemos contratos con todas. Pensamos que pagan poco, pero es lo acordado, que es poco. Porque son contratos con problema global.
¿Pagan al detalle de a cada artista?
Claro. Y nosotros pagamos a cada uno en función de lo que les corresponde. Lo que es cierto es que queremos que los datos sean público, porque, hasta ahora, tenemos los datos que dan ellos. El problema es quién le pone el cascabel al gato. Si no hay una ley que obligue a que ellos den los datos o tengan transparencia... ahora estamos con la inteligencia artificial, discutiendo si se les puede dar licencia para entrenar a las máquinas. Bueno, ya lo han visto todo. Esas empresas que tienen esos programas, ya los han entrenado. Ya lo han leído todo y escuchado todo. Pero ¿cómo lo demuestras? No tienes mecanismos de control. Yo vengo de un mundo que, en televisión, había un informe de audiencias público y externo.
Pero dan unos datos de escuchas que ellos facilitan casi en tiempo real.
Responden ante esos datos, pero son los que ellos te dicen. Yo no pongo en duda que no sean, sino que tienes que confiar y creértelo. No hay un mecanismo de control.
Ha habido una explosión de estos servicios, pero no sé si han subido tanto los pagos a los artistas.
Son servicios muy masivos y muy baratos y nosotros solo negociamos la parte de autores. Estas entidades manejan unas cifras pavorosamente grandes, pero a lo mejor no es, proporcionalmente, suficiente. Pensamos que mereceríamos cobrar más.
¿Cuánto es eso que cobra la SGAE, a cuánto asciende?
No te lo puedo decir. Porque pueden ser cifras engañosas. Preferiría no entrar en eso. Sí te puedo decir que la modalidad que más crece en lo que a recaudación se refiere, es la digital. En el último año es más de un 30 por ciento. Otro dato es que en el año 19 cobraron 37.000 autores y en el 23, 83.000. En cuatro años, se ha duplicado. Eso solo hay una razón, que es que identificamos mejor las obras de todo. No son tan populares, pero que ahora cobran la parte que les corresponde.
¿Cómo es la relación con Google y YouTube?
Son empresas que tienen cara y ojos en el país, que a su vez tienen relación ante sus jefes que estarán en Silicon Valley, Nueva York o Los Ángeles. Pero ahora mismo tenemos una relación normalizada con todas. Otra cosa es que pensemos que cobramos poco, pero pagar, pagan todas. Cobramos unos porcentajes en función de ingresos de publicidad o de suscripciones.
¿Asesoran a los artistas en esta materia?
En eso y en muchas otras cosas, como contratos o explicaciones jurídicas. Todo pasa por contratos y, quienes los entienden, son los abogados. Hay autores que se saben la película y saben lo que tienen que firmar y lo que no, pero hay infinidad de variantes y de situaciones. Llevamos asuntos de herederos de un guionista que se muere sin firmar un contrato que ya estaba vendido. Damos muchos servicios que no son tan conocidos. En la pandemia invertimos un millón de euros en ayudas a socios que lo estaban pasando peor, porque los locales estaban cerrados, por ejemplo. Tuvimos un banco de alimentos, repartíamos comida, porque hay socios de todo tipo. No son todos los que son famosos y tienen dinero. Hay gente que vive más o menos y otros que no llegan a fin de mes, y eso puede ser así en épocas distintas de tu vida. Hay algunos que ganaron dinero y su repertorio se queda obsoleto y ya no produce. Y no nos gusta decirlo, pero nosotros pagamos muchos entierros. Hay autores que se mueren y la familia no tiene para pagar el entierro y lo hacemos nosotros.