Macron acepta la dimisión del primer ministro, Gabriel Attal, pero el Gobierno seguirá en funciones
Emmanuel Macron mueve ficha en mitad de las negociaciones para elegir al próximo primer ministro en Francia. El presidente de la República ha aceptado este martes de manera oficial la dimisión de Gabriel Attal, una renuncia que presentó públicamente hace dos semanas tras la emisión de los resultados de la segunda vuelta de las elecciones legislativas que colocaron a la coalición macronista como segunda fuerza parlamentaria por detrás del Nuevo Frente Popular (NFP) y por delante del Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen. Macron, que entonces decidió mantener a Attal en funciones para «garantizar la estabilidad del país», ha dado un paso obligado por la Constitución con el objetivo de que los miembros del Gobierno que han resultado elegidos en sus respectivas circunscripciones puedan asumir el escaño en la nueva Asamblea Nacional.
El Ejecutivo seguirá en funciones para «encargarse de la actualidad» hasta la formación del próximo Gabinete, según el Elíseo. Pero la Carta Magna de la V República francesa impide compatibilizar los cargos en el Gobierno con la tarea parlamentaria, y no hay margen temporal suficiente para que los miembros del Ejecutivo que han sido elegidos sean sustituidos por sus suplentes.
Así, Macron permite a los 17 ministros dimisionarios que resultaron elegidos volver a sus mandatos parlamentarios para participar en la elección de la presidencia de la Asamblea Nacional, prevista para este jueves, y después en el reparto de puestos estratégicos en el Palacio Borbón, sede de la Cámara baja, el viernes y el sábado. Sin la dimisión previa de los miembros del Gobierno, el macronismo perdería en la Asamblea algo más de una quincena de votos que, dado el fragmentado panorama político que arrojaron las elecciones anticipadas, sin ninguna mayoría clara, resultan cruciales para el campo presidencial.
El Gobierno liderado por el macronista Attal, que ha pasado a la historia como el primer ministro más joven de la V República, celebró en la mañana del martes su último Consejo de Ministros. En paralelo, la coalición de izquierdas del Nuevo Frente Popular, que quedó como primera fuerza en la nueva Asamblea Nacional aunque muy lejos de la mayoría absoluta de 289 diputados, continúa con las discusiones internas para dirimir un candidato de consenso a primer ministro.
En total, el NFP sumó unos 195 escaños junto a sus socios, mientras que el macronismo obtuvo 163 y la extrema derecha de Le Pen, que partía como favorita, otros 143. Desde la izquierda se insiste en que Macron debe llamar al NFP para gobernar, pero el presidente francés ha declarado que va a esperar a que los partidos construyan una mayoría sólida antes de nombrar un nuevo primer ministro.
El primer secretario del Partido Socialista francés (PS), Olivier Faure, abogó el lunes por mirar hacia la sociedad civil para encontrar un nombre, dadas las dificultades para encontrar un acuerdo con el resto de los socios, que son la más radical La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon, los comunistas y los ecologistas. Desde LFI se ha criticado el supuesto veto del PS a sus propuestas, algo que Faure, que públicamente ha declarado su disponibilidad para ejercer como primer ministro, negó el lunes.
Mientras, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, perteneciente al ala conservadora del macronismo, ha llamado al PS a ser «razonable» y a abandonar el «programa delirante» presentado a conjunto con sus socios de NFP. «Cuando los socialistas se separen de La Francia Insumisa, creo que podremos trabajar con ellos», lanzó en una entrevista en France Info. A través de un comunicado emitido la pasada semana, Macron pidió a las «fuerzas republicanas» que trabajaran juntas para «construir una unidad en torno a proyectos y acciones al servicio de los franceses» para que este periodo de incertidumbre «llegue a su fin lo antes posible».