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Июль
2024

Síncope: causas, cómo actuar y cómo prevenirlo

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El síncope es una pérdida transitoria de conciencia que se debe a una disminución inadecuada del riego sanguíneo en el cerebro. Y esa pérdida de conciencia se caracteriza por tener un inicio rápido, una duración corta y una recuperación espontánea completa.

Se trata de un fenómeno que puede parecer benigno, aparentemente trivial, pero que esconde un espectro de causas y consecuencias que no deben subestimarse. Este complejo cuadro clínico merece atención y comprensión, especialmente considerando su alta prevalencia y su potencial gravedad.

Así lo indica la Dra. Carmen Durán Torralba, cardióloga responsable de la Unidad de Síncope del Hospital Quirónsalud Córdoba: "El síncope, aunque a menudo se percibe como un simple y leve desmayo, puede ser un indicador de trastornos subyacentes serios que no deben ignorarse".

Causas y factores desencadenantes

El síncope comparte características clínicas con otros trastornos de la conciencia, lo que complica su diagnóstico diferencial.

Los episodios sincopales pueden clasificarse en dos grandes grupos: los causados por traumatismos craneales y los de origen no traumático. Dentro de este último grupo, se distinguen tres subgrupos principales basados en su fisiopatología: síncope reflejo o neuromediado, síncope por hipotensión ortostática y síncope cardíaco.

El síncope reflejo o neuromediado, el más común, puede ser situacional o vasovagal, es decir, relacionado con un estímulo excesivo del nervio vago. Este tipo de síncope se desencadena por estímulos específicos que provocan una respuesta anómala del sistema nervioso autónomo, lo que conduce a una caída brusca de la presión arterial y el pulso.

La hipotensión ortostática, por su lado, también conocida como hipotensión postural, es una disminución significativa de la presión arterial que ocurre cuando una persona se levanta de una posición sentada o acostada. Esta caída de la presión arterial puede provocar mareos, visión borrosa o desmayos y puede ser consecuencia de la pérdida de fluidos corporales, del uso de ciertos medicamentos o de disfunciones neurológicas.

En tercer lugar, el síncope cardíaco, el más grave, está relacionado con trastornos del ritmo o cardiopatías estructurales que afectan directamente a la capacidad del corazón para bombear sangre adecuadamente.

Incidencia y factores de riesgo

La incidencia del síncope aumenta significativamente con la edad, principalmente debido a la acumulación de diversas morbilidades y al uso concomitante de múltiples fármacos. En personas jóvenes, se observa una mayor prevalencia en mujeres, debida a factores como la hipotensión y la anemia, esta última a menudo causada por pérdidas abundantes durante la menstruación.

La prevención del síncope pasa por identificar y tratar su causa subyacente. Los pacientes con síncopes de alto riesgo deben recibir atención hospitalaria inmediata para un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado. Para los pacientes de bajo riesgo, las unidades de síncope ofrecen un enfoque multidisciplinar esencial. Estos centros permiten la colaboración entre diversas especialidades médicas para abordar el problema de manera integral y personalizada.

Las recomendaciones específicas para prevenir recurrencias del síncope neuromediado incluyen mantener una hidratación adecuada, evitar estancias prolongadas de pie, cambios bruscos de temperatura, el estrés y sustancias excitantes como el alcohol y el tabaco. Reconocer tempranamente los síntomas que preceden a la pérdida de conciencia, como la sensación de calor ascendente, el pitido en los oídos y la visión borrosa puede permitir al paciente tomar medidas preventivas, como tumbarse y elevar las piernas, para evitar el episodio sincopal.

La gravedad del síncope se determina por dos tipos de riesgos: el riesgo causal, que depende de la enfermedad subyacente, y el riesgo consiguiente, provocado por el impacto del síncope en la vida del paciente. El síncope de origen cardíaco se asocia con alta morbilidad y mortalidad, por lo que cualquier síncope debido a una causa cardíaca comprobada se considera grave. Descartar la presencia de cardiopatía estructural es fundamental, ya que es un factor de riesgo crucial para la muerte súbita cardíaca y la mortalidad total en pacientes con síncope.

Para los pacientes jóvenes sin enfermedad estructural o eléctrica el pronóstico es generalmente excelente. Sin embargo, la gravedad en estos casos viene determinada por el impacto en su calidad de vida, como los traumatismos físicos, la interrupción de actividades escolares o laborales y las restricciones en la conducción.

Diagnóstico y tratamiento

Ante un episodio sincopal, es esencial buscar una valoración médica en urgencias para estratificar el riesgo. A través de una historia clínica detallada, una exploración física adecuada y la realización de un electrocardiograma, se puede determinar si el paciente ha tenido un síncope de alto riesgo y actuar en consecuencia.

La Dra. Durán señala a este respecto: "Sólo mediante una evaluación exhaustiva y un enfoque multidisciplinar podemos entender y tratar adecuadamente el síncope, mejorando así la calidad de vida de nuestros pacientes".

El tratamiento varía según la causa del síncope. En síncopes por bradicardia (ritmo cardiaco más lento de lo normal) puede ser necesario un marcapasos. En casos de taquiarritmias, se indican tratamientos farmacológicos específicos o estudios electrofisiológicos. Los síncopes neuromediados generalmente se manejan con recomendaciones preventivas, aunque algunos casos pueden requerir intervenciones como la cardioneuroablación o el implante de marcapasos para evitar recurrencias.