Djokovic en QFs
Novak Djokovic mostró su forma impecable en las canchas de césped de Wimbledon, desmantelando sin esfuerzo a la estrella emergente de Dinamarca, Holger Rune, para alcanzar su 15º cuarto de final en el prestigioso torneo. A pesar de lidiar con lo que parecía ser un persistente problema estomacal, Djokovic demostró su resistencia y destreza táctica, logrando una victoria en sets seguidos con marcadores de 6-3, 6-4, 6-2 en una bulliciosa Pista Central.
La multitud, claramente enérgica, apoyó a Rune, sus cánticos resonando por todo el estadio. Djokovic, sin embargo, interpretó estos prolongados vítores como abucheos, sintiendo una punzada de falta de respeto. En sus comentarios post-partido, Djokovic no se contuvo: “Me estaban faltando el respeto. No lo acepto. Sé que estaban animando a Rune, pero eso es una excusa para también abuchear. He estado en el circuito por más de 20 años, créanme, conozco todos los trucos, sé cómo funciona. No pueden tocarme.”
A los 37 años, Djokovic no solo está compitiendo; está en una misión para asegurar su octavo título de Wimbledon y un inédito 25º trofeo de Grand Slam. El siguiente en su camino es Alex de Minaur, quien reservó su lugar en los cuartos de final con una dura victoria por 6-2, 6-4, 4-6, 6-3 sobre el francés Arthur Fils.
Pero no todo se trataba de Djokovic en este día dramático de tenis. Los reflectores también brillaron intensamente sobre el estadounidense Taylor Fritz, quien realizó un impresionante acto de escapismo, recuperándose de dos sets en contra para derrotar al cuarto sembrado, Alexander Zverev, en un emocionante encuentro de cinco sets.
Antes de salir a la Pista Central, Djokovic había prometido “fuegos artificiales” en su partido contra Rune. El joven danés había vencido a Djokovic en dos encuentros previos, consolidando su reputación como una de las estrellas emergentes más brillantes del deporte. Sin embargo, en esta ocasión, Rune luchó por plantear un desafío significativo contra el segundo sembrado, convirtiendo solo dos puntos de quiebre.
Djokovic, aún con una rodillera tras la cirugía en junio, salió disparado con una intensidad eléctrica, ganando los primeros 12 puntos y estableciendo rápidamente una ventaja de 3-0. A pesar de mostrar signos de incomodidad con un problema estomacal al comienzo del segundo set—agarrándose el abdomen y respirando profundamente entre puntos—Djokovic nunca levantó el pie del pedal. Mantuvo su dominio durante todo el partido, asegurando la victoria en poco más de dos horas, demostrando por qué sigue siendo una fuerza formidable en la cancha.