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Июль
2024

Francia: positivas lecciones

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El «frente único» funcionó: ante el temor, sobre bases ciertas, de que la ultraderecha llegara al Gobierno francés, el electorado reaccionó dándole su voto a la izquierda e, incluso, a la alianza en el Gobierno que lidera Enmanuel Macron, por más que el disgusto con su gestión sea evidente.

Claro que la reacción de esa parte del electorado que, este domingo, impidió la consumación de una mayoría absoluta en la cámara baja del legislativo para la ultraderechista Agrupación Nacional (RN), no se produjo sola. Antes, hubo el llamado y la estrategia ejemplar que lanzó el izquierdista Nuevo Frente Popular, jalonado por La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, una de sus fuerzas integrantes, cuando decidió retirar a todos sus candidatos que quedaron en tercer puesto en aquellas demarcaciones donde nadie obtuvo mayoría absoluta en la primera vuelta y estaban, por tanto, imposibilitados de ganar en esta ronda.

La exhortación fue seguida por sectores de la alianza gubernamental Juntos, creada en torno al partido Renacimiento de Macron y pese a que este no se sumó al llamado… Y casi de manera sorpresiva, lograron llevarse el gato al agua.

La RN de Marine Le Pen, que aspiraba a consolidar una mayoría absoluta en la cámara baja del Parlamento —lo que se disputaba— no solo se vio impedida de hacerlo sino que retrocedió, y resultó esta vez la agrupación menos votada.

Por el contrario, emergió ese progresismo —quizá no deba aprisionarse a todos en la definición de izquierdistas— que salió a protestar a las calles el triunfo de RN constatado una semana atrás. Esos sectores lograron plasmar en las urnas, esta vez, aquel descontento, junto a esa parte de la ciudadanía que todavía da un voto de confianza a Macron o, sencillamente, han preferido depositar su boleta por él antes de dársela al extremismo de derecha, cuyo discurso antinmigrante con visos de odio, y a veces negacionista de valores como la igualdad de géneros o la necesidad de enfrentar el cambio climático, ha calado en el Viejo Continente.  

Precisamente, muchos ven con preocupación la emergencia de la ultraderecha en las votaciones para el Parlamento Europeo hace cuatro semanas, un resultado también constatado entonces en Francia, lo que hizo que Macron adelantara estas legislativas, en procura de revertir un triunfo tangencial de los radicales derechistas en comicios que no tenían que ver exactamente con su país pero, moralmente, debilitaron su liderazgo.

El resultado, sin embargo, estuvo a punto de desbancarlo en la primera vuelta hace ocho días, porque la RN se impuso y su partido, Renacimiento, resultó el peor puntuado.

Resarcido un tanto de ese tropezón con el segundo lugar ganado la antevíspera en el balotaje, Macron sigue, de cualquier modo, sin lograr rempoderarse. Si antes se esperaba que debería compartir el poder con la ultraderecha, permitiéndole el acceso a la plaza de primer ministro a un representante de Le Pen, ahora, presuntamente, deberá hacerlo con el Nuevo Frente Popular. Al menos, es lo que integrantes de ese bloque están pidiendo.

Ninguna de las tres principales fuerzas políticas de Francia ha obtenido mayoría absoluta, de modo que nada en el reacomodo gubernamental será per se. Todo pasará por acuerdos, resultado de negociaciones en un escenario marcado por la reticencia de Macron a renunciar, y en el que hasta ahora parece improbable que se gesten coaliciones entre los partidos que se han disputado el liderazgo. Con razones estratégicas comprensibles, la izquierda no quiere defraudar a sus votantes uniéndose a la derecha, y esta, otro tanto.

Distancias de por medio, la situación quizá pueda compararse con la de España cuando, tras el triunfo del Partido Popular en las municipales y autonómicas de mayo de 2023 y ante el avance del ultraderechista Vox en esa lid, el jefe del Gobierno, Pedro Sánchez, convocó anticipadamente a presidenciales donde el PSOE no logró revertir la tendencia. Pero los otros tampoco obtuvieron los votos necesarios y esperados para formar ejecutivo, Vox retrocedió y no resultó suficiente para calzar al PP, de manera que los votos gestionados por Sánchez con las distintas autonomías españolas le ratificaron en la presidencia…

En cualquier caso, la experiencia del «frente común» en Francia ha conseguido el propósito de evitar un peligroso extremo derechista compartiendo el poder, un éxito que puede propiciar lecturas oportunas en distintos lares.

Sí, el mundo cambia y hay cosas que ya no son «moda». Pero algo se mantiene incólume: la fuerza se alcanza cuando muchas manos se juntan.