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Июль
2024

Borja Jiménez: «Pagué el triunfo con el peaje de la cornada, pero estoy orgulloso»

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Abc.es 
Con mucho cansancio acumulado, pero también con la alegría de haber triunfado, Borja Jiménez nos atiende desde su habitación del Hospital Universitario de Navarra , en la que le acompañan su padre y su apoderado. No ha podido dormir por los calambres en la pierna, que siguen dándole trallazos mientras hablamos. Pero continúa con la dureza que atesoran los toreros, y la amabilidad que tiene este joven de Espartinas, que siempre se muestra animado, pese a cualquier adversidad que le presente la vida (o los despachos ). Pero al final todo cae por su propio peso, y un tío que puntúa en todas las plazas de primera se está ganando un sitio en todas las ferias. Jiménez, triunfador de San Isidro, ha demostrado que está dispuesto a pagar el precio que sea para ocupar ese lugar que se ha ganado tarde a tarde. —¿Cómo se encuentra? —Bueno, bien... He pasado la noche con muchos dolores, no he podido prácticamente dormir porque me da muchos calambres la pierna. Pero ahí vamos, poquito a poco mejorando. —¿Cómo va la herida? —Me hicieron una cura por la mañana y otra por la tarde, a ver cómo sigue evolucionando y dependiendo de eso tendré que estar más días o menos. Hay muchos destrozos en la musculatura, en el cuádriceps, y como también está tocada la femoral, aunque gracias a Dios 'sólo' está contusionada, hay que ser un poquito cauteloso. No tenemos que pensar en salir de aquí rápido, sino que hay que preocuparse mucho en salir de aquí bien. Si tenemos que estar algún día más, se estará, pero tenemos que salir sin problema. —Es pronto para hablar de plazos de recuperación, ¿no? —Todavía no me han dicho nada, va a depender de cómo vaya evolucionando la herida por dentro, pero intentaré reaparecer lo más pronto posible. Ahora tengo varias fechas por delante en julio, y en cuanto vea la más mínima posibilidad de poder torear, allí estaré. —Su apoderado contó a ABC que usted había dicho que sabía que el toro le iba a coger, pero que tenía que cortarle las orejas. —Yo sabía que al tirarme había muchas probabilidades de que me cogiera y, cuando cogí la espada, avisé a Julián y se lo dije a la cuadrilla para que estuvieran pendientes, porque me iba a echar encima del toro. Son cosas que se dicen en caliente, y lo hice. Lo malo sería decirlo y no hacerlo, pero en este caso lo tenía muy claro, y así fue. —¿A qué supieron esas dos orejas? —Son una satisfacción personal, el orgullo propio de tener metido en la cabeza el cortar dos orejas a un toro en Pamplona y conseguirlo, y si para conseguirlo hay que pagar este peaje de la cornada, mereció la pena y estoy orgulloso de pagarlo. —¿Qué supuso ver a tantas personas entregadas con usted al abandonar la plaza en ambulancia? —Fue un detalle muy bonito. Había muchísima gente alrededor de la ambulancia gritando «¡torero, torero!». Salir de una operación y que te reciban así es para sentirse un privilegiado. Son sensaciones únicas. Como también lo fueron escuchar los oles de Pamplona. Es algo especial como torero. —¿Cree que la tarde del lunes va a tener la recompensa que se merece? —Yo creo que va a reafirmar que todo lo que está pasando en plazas de primera. Son muchas plazas importantes en las que se está puntuando muy fuerte, y esperemos que tenga esa recompensa y que nos respeten en los despachos. (Ha cortado dos orejas en Castellón, Sevilla, tres en Madrid –y premiado como triunfador y mejor faena– y una en Valencia, a las que se suman las dos de Pamplona el día de San Fermín). —Hablemos de la tarde. Con el primero ya hizo una declaración de intenciones yéndose a portagayola, pero la faena con mayúsculas vino en el sexto de La Palmosilla. —A mi primer toro no había podido cortarle nada, y con el sexto tenía que apostar muy fuerte desde el principio. Me fui a los medios de rodillas, y le pegué siete u ocho derechazos muy a gusto, porque el toro embistió templadito, y yo creo que lo toreé despacio, y ahí fue cuando el público de Pamplona se metió en la faena. A partir de ese momento hubo tandas por los dos pitones en las que pude torear a placer, y el toro sacó esa nobleza que caracteriza esta ganadería. Luego, hay que conocer al público de cada plaza y saber lo que gusta en cada sitio. Por eso, terminé la faena con algún muletazo de rodillas, que a Pamplona le gusta mucho, y respondieron a eso, aunque también respondieron, creo, al toreo vertical. Por eso no se me podía escapar el triunfo. Borja demostró que siempre se debe adaptar a la personalidad de cada plaza, pero sin salirse de la pureza y autenticidad. Ese punto intermedio es el complicado de conseguir, y el de Espartinas así lo hizo en Pamplona.