La aldea inca de Sudamérica donde surgió la plata, impulsó la globalización hace 500 años y no está en Perú
Esta aldea desconocida ubicada en América Latina pasaría a convertirse en la cuarta ciudad más grande del mundo cristino durante el poderío del Imperio Inca, financiaría la creación del complejo industrial más avanzado de su época y definiría las fortunas económicas desde China hasta Europa Occidental.
En la época incaica fue parte del territorio de Perú y su importancia radicaría principalmente en su riqueza mineral, especialmente en plata, que fue descubierta en esta región durante la época colonial y se convertiría en una de las principales fuentes de plata para el Imperio Español.
¿Cuál es la aldea inca de Sudamérica donde surgió la plata?
Bolivia, lo que anteriormente sería el Alto Perú, fue una aldea que pasaría a ser el territorio de una de las principalmente zonas de explotación intensiva de recursos por parte de los españoles, ya que aquí se situaba el Cerro de Potosí, también conocido como Cerro Rico. Una montaña emblemática ubicada en el sur de Bolivia, en la ciudad de Potosí.
Potosí y su cerro son el principio de lo que sería una de las principales fuentes de plata para el Imperio Español, financiando gran parte de las actividades económicas y militares de España en Europa y sus colonias. La explotación intensiva de sus recursos convirtió a Potosí en una de las ciudades más grandes y prósperas del mundo en los siglos XVI y XVII.
Pocos años después del "descubrimiento" español de las minas, la plata americana comenzó a cruzar el Atlántico, incrementando su volumen de unos modestos 148 kilos anuales en la década de 1520 a casi tres millones de kilos anuales en la década de 1590.
El Cerro de Potosí, la montaña donde surgió la plata
En su apogeo, a principios del siglo XVII, Potosí albergaba a 160.000 nativos, esclavos africanos y colonos españoles, una población mayor que la de Londres, Milán o Sevilla en ese momento.
El impacto económico del Cerro de Potosí fue inmenso, ya que la plata extraída se utilizaba para acuñar monedas y se distribuía a lo largo y ancho del mundo, facilitando el comercio y la expansión económica de la época. Esta riqueza también atrajo a miles de personas a Potosí, convirtiéndola en un centro urbano vibrante y cosmopolita. La ciudad aún conserva una rica herencia arquitectónica y cultural de este periodo, lo que llevó a su designación como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987.
Se sabe que en la prisa por explotar la plata, Potosí creció de manera caótica, transformándose en una ciudad de lujosas villas y modestas cabañas. Estaba salpicada de casas de juego, teatros e iglesias, donde el vicio, la piedad, el crimen y las fiestas asumían proporciones enormes, según el historiador hispano americanista Lewis Hanke.
Sin embargo, la historia del Cerro Rico no está exenta de sombras. La explotación de la mina se realizó principalmente a través de sistemas de trabajo forzado, como la mita, donde miles de indígenas fueron obligados a trabajar en condiciones extremadamente duras y peligrosas. Las condiciones inhumanas y la alta mortalidad de los mineros son un testimonio del costo humano de esta riqueza. Este aspecto oscuro de su historia subraya la complejidad del legado del Cerro de Potosí.
Potosí, la ciudad de origen del 'Real de a ocho'
Aunque las minas de Cerro Rico producían la materia prima que enriquecía a España, fue la Casa de la Moneda de Potosí la que fabricó los Reales de a Ocho, sentando las bases de una moneda global.
Desde Potosí, las monedas eran cargadas en llamas para el viaje de dos meses a través de los Andes hasta Lima y la costa del Pacífico. Allí, las flotas españolas transportaban la plata desde Perú hasta Panamá, donde era llevada por tierra a través del istmo y luego cruzaba el Atlántico en convoyes.
Además, ese comercio de plata no se centraba únicamente en Europa.
De hecho, casi no hubo ningún lugar en el mundo al que no llegaran esas omnipresentes monedas.