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Июль
2024

La selección se merienda al coloso

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Abc.es 
La selección sueña y gana, compite e ilusiona. Se dejó la vida en Stuttgart en un clima infernal, tumbó a Alemania , su fútbol en tromba, un país empujando. En el penúltimo minuto de la prórroga, con los penaltis sonando, Mikel Merino dejó un cabezazo para siempre. Es Alemania, es su país, la atmósfera, un ambiente de fervor de una nación que, aun con sus goteras, cree en sí misma. Y el partido amanece con otro tono para España , irremediable la sensación de jugar en una leonera, de enfrentarse a una locomotora que sale a toda máquina según los cánones del viejo patrón tedesco. Partido a degüello, choque de tibias, un sálvese quien pueda. El panorama se plasma en la efervescencia de un tipo calmado como Kroos. Llega tarde al cruce, estira la pierna, arrastra a Pedri , quien acusa el golpe, rodillazo de martillo que lo tumba. Era amarilla para Kroos, pero este se gira enojado, menuda rabia, no puede ser, ni tocarlo, se come al árbitro, perro viejo. No hay narices para acometer la sentencia: tarjeta en el minuto 5 y a bajar la revolución. Pedri se tira al césped en la siguiente jugada, su rodilla se queja, daño por el impacto y sustitución. Entra Dani Olmo , otro de su perfil, más vertical incluso, pero Alemania ha dejado el mensaje. No será posible un tiquitaca de manual porque los tipos muerden. La selección se expresa con elegancia y buena pierna, pugna por cada pelota sin dueño, no se arruga, pero las ocasiones no son nítidas como el agua cristalina de otras tardes. Son tiros más forzados, con un pie encima, pases al hueco al que llegan los germanos, más dificultad sin duda y gran portero en la retaguardia, Neuer para aunque no ataja. Nagelsmann no tiene reparo en formular un marcaje al hombre de Gundogan a Rodri. Lo persigue hasta el córner, por el centro, en subida o bajada. Alemania concede el balón a Unai, que tiene que pegar más pelotazos más de los quisiera. Le entrega pasillos de cortesía a Laporte o Le Normand, pero no permite que la toque Rodri, quien sufre con la lapa de Gundogan. España tiene oportunidades, una falta de Lamine, un tiro alto de Fabián, un par de chuts de Laporte y Olmo, pero la gran ocasión en el primer tiempo es una internada de Kimmich que Havertz cabecea solo y mal dirigido hacia Unai. Se salva España en esa y en varias entradas de Raum, que no atina con el pase atrás. Kroos no dirige a gusto, pero no pierde una, siempre la acción que pide la jugada, un repertorio fantástico de paz interior, nervio competitivo y clarividencia. Alemania arriesga en la presión y España encuentra un par de veces el hueco para que corra Nico Williams . Sucede que topa con Rudiger o se mide con la velocidad de Kimmich, y no siempre gana la acción. España está en el partido, cree, responde a su identidad, pero es Alemania. El partido se descorcha en el segundo acto. Alemania no quiere esperar y España ha venido a ganar. Los cambios que plantean los técnicos no son para especular, sino para levantar la Eurocopa. Nagelsmann suelta los tanques, Fulkrug para cazar por arriba, el fino Wirtz para combinar por abajo... La selección no le vuelve la cara al partido, se agarra a su ADN, pisa el campo rival. Morata desperdicia una de esas ocasiones que exasperan al personal, se gira, prepara un tiro frente al portero y la escupe a la grada. En ese océano de espacios que dejan los germanos por su ambición se cuela Lamine, hunde al rival, amenaza con salir por los dos lados y la pone deliciosa, pase suave al centro donde llega Dani Olmo para conectar un certero tiro a la red. España celebra y se recoge porque la embestida alemana es tremenda. Es el fútbol enérgico de toda la vida, anticipaciones en los duelos, penetraciones por la banda, balones a la olla, un torrente que España frena como puede, con entereza pero sometida a la voluntad de un estadio que se echa encima de los jugadores. La tiene Fülkrug a pase de Wirtz, hay suerte y el remate choca en el palo. La siguiente es un error de golpeo de Unai, que ha hecho un paradón minutos antes a Andrich, y que concede una vaselina a Havertz. Otro fallo del delantero alivia a España. La última va para adentro. La andanada típica, centro al segundo palo, cabezazo ganador de Kimmich y Wirtz a la cazuela en el minuto 89. España juega la prórroga sin la amenaza de Lamine y Nico, demasiada ventaja. Alemania empuja sin perder la cabeza como antes, también están cansados. Cucurella anula un tiro de Musiala con la mano, parece penalti claro, el árbitro no lo pita y el estadio se lo come. Hay ronchas de piel por el césped, Kroos va cojo, el combate es épico. Y épica es la victoria, el centro de Dani Olmo y el cabezazo en escorzo de Mikel Merino a gol.