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Июль
2024

El "truco del tercer día" de los hoteles con buffet libre para que los clientes coman menos cada día

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En la planificación de las ansiadas vacaciones, cada viajero busca su propia fórmula para relajarse y disfrutar de su merecido tiempo libre. En un mundo repleto de posibilidades, las opciones para disfrutar de unas merecidas vacaciones son tan diversas como los destinos que esperan ser explorados. Sin embargo, los paquetes vacacionales con la etiqueta "todo incluido" han perdurado como una opción clásica para los viajeros. Esta alternativa, adoptada por aquellos que buscan un ahorro de tiempo para centrarse en el destino, el buen clima y la compañía, plantea la ventaja de evitar la tarea de elegir dónde y qué comer cada día.

En la industria hotelera, la satisfacción del cliente es primordial. Sin embargo, detrás de las sonrisas acogedoras y los buffets opulentos, los hoteles tienen sus propios trucos para gestionar costos y maximizar beneficios. Uno de los más ingeniosos, y a menudo inadvertidos por los huéspedes, es el sutil arte de hacer que coman menos en los buffets. Son varias las estrategias que utilizan, pero la más llamativa es la conocida como "truco del tercer día". Pero, ¿en qué consiste esta técnica para ahorrarse dinero?

El atracón del primer día de buffet libre

Detrás de la aparente generosidad que ofrecen los hoteles al proporcionar un bufé libre con todas las opciones imaginables, existe un afán por maximizar los beneficios a un coste mínimo. Esta estrategia, apodada el "truco del tercer día", es una artimaña psicológica que manipula sutilmente los hábitos de consumo de quienes optan por disfrutar de un "todo incluido". El concepto es simple: en el primer día de estancia, los huéspedes suelen lanzarse con entusiasmo a un festín gastronómico sin restricciones.

Cambio de hábitos en el consumo de los clientes en los desayunos, comidas y cenas

La realidad detrás de esta estrategia se desvela a medida que avanzan los días. Varias investigaciones han revelado que las dinámicas de consumo de los clientes son previamente analizadas por las cadenas hoteleras, que aprovechan esta información para su propio beneficio, calculando el efecto financiero en su balance. Según manifestó Rubén Úbric, director corporativo del servicio de restauración de una destacada cadena de hoteles, "es imposible que durante una semana estés poniéndote hasta las cejas de todo. En los primeros días, todos abusamos de la comida y la bebida, pero a partir del tercer día todo se modera. Cambiamos el whisky por el agua con gas… y nosotros calculamos la media".

El cambio del tercer día que hace que los clientes coman menos

Esta técnica, meticulosamente diseñada, aprovecha el proceso mental por el cual los consumidores pasan gradualmente de la euforia inicial a la moderación y, finalmente, al cansancio. Los hoteles anticipan este patrón de comportamiento, guiando al cliente desde la gula hacia elecciones más equilibradas. A partir del tercer día, las preferencias alimenticias cambian completamente: carne y grasas dan paso a ensaladas y proteínas a la plancha. Las bebidas alcohólicas ceden terreno ante los refrescos y, en muchos casos, el agua.

Cabe destacar que esta estrategia no solo beneficia a los consumidores al promover hábitos más saludables, sino que también ahorra costes a los hoteles al reducir el consumo de alimentos y bebidas. Así, el truco del "tercer día" se convierte en un ejemplo revelador de cómo las cadenas hoteleras utilizan la psicología del consumidor para gestionar de manera eficiente y rentable los paquetes "todo incluido". De hecho, el conocido influencer @JoeBurguerChallenge -que se define como Comedor profesional y abusador de buffets- publicó un vídeo relativo a estas prácticas de los hoteles, que ha recibido más de 250.000 "me gusta".

Pero no es la única estrategia utilizada por los hoteles para que los clientes coman menos en sus buffets, tanto en el desayuno, como en la comida o la cena. El desayuno es uno de los momentos preferidos por los clientes, al que dedican más tiempo y el que más valorado sale en todas las estadísticas. Una de las técnicas más extendidas es el uso de platos más pequeños. En ellos cabe menos comida, por lo que se sirven menos alimentos y por tanto se consume y se desperdicia menos. La lógica es simple: los huéspedes pueden llenar su plato y sentir que han tomado una cantidad suficiente, cuando en realidad han servido menos de lo que lo harían con un plato más grande.

Ubicación estratégica de los alimentos

Otra práctica muy extendida es la distribución de los alimentos. Los hoteles suelen colocar los alimentos más baratos y menos populares al principio del buffet y los platos más caros y atractivos al final. Un ejemplo claro es el del pan. Suele estar colocado de forma atractiva y destacada, porque es un alimento barato y que sacia mucho. Esta estrategia de colocar los productos baratos al principio hace que, cuando los huéspedes llegan a las opciones más caras, ya tienen sus platos llenos o casi llenos, reduciendo la cantidad que se sirven de estos platos que son más costosos. En este aspecto, hay otra estrategia. Los bufés están diseñados para dar la impresión de abundancia sin realmente ofrecer una cantidad excesiva de alimentos caros. Esto se logra llenando las bandejas de comida con regularidad y utilizando recipientes más pequeños para los alimentos más caros. De esta manera, aunque siempre parezca que hay comida suficiente, en realidad se limita la cantidad disponible de los artículos más costosos.

Carteles atractivos versus simples en los productos del buffet

Los hoteles también utilizan descripciones detalladas y atractivas para ciertos alimentos mientras que otros simplemente están etiquetados con sus nombres básicos. Las descripciones detalladas pueden hacer que los alimentos parezcan más apetitosos y, por ende, más "llenos", lo que puede llevar a los huéspedes a sentirse satisfechos con menos.

Un ambiente sosegado

El ambiente también juega un papel crucial. Música suave, iluminación tenue y una disposición agradable pueden influir en la velocidad a la que las personas comen y la cantidad que consumen. Un entorno relajante anima a los huéspedes a disfrutar de su comida más lentamente. Esta técnica utiliza una lógica similar a la que se utiliza en los supermercados. Numerosos estudios indican que la música tranquila hace que los clientes permanezcan más tiempo en la tienda y gasten más. En el caso de los hoteles, un desayuno o una comida tranquila hace que se coma más pausadamente y, con ello, la sensación de saciedad se producirá antes, con lo que el consumo de alimentos será menor.