Estado capturado
Daniel Kaufmann es un chileno quien, desde el Banco Mundial y al menos desde la caída de la ex Unión Soviética, estudió un tipo de corrupción muy importante y muy prevalente en el mundo. Ocurre cuando grupos especiales de interés capturan las instituciones del Estado. Sí, hay una distinción gruesa entre académicos que estudian estas cosas entre la corrupción chiquita, la del policía y el funcionario de quinto nivel, y la gigante, la que involucra a la maquinaria del Estado, por ejemplo, a través de cambiar las reglas y leyes para favorecer conjuntos de intereses particulares, contrarios a los de la mayoría. Esta corrupción grandota, que favorece intereses de gente que tiene capturado al Estado, es muy nociva para los países.
Kaufmann acaba de publicar un artículo en la página web de la organización no gubernamental R4D (Research for Development), con base en Washington, DC, en el cual muestra la más reciente actualización de su índice de captura regulatoria. Este artículo, ligeramente modificado, aparece en un libro de este año, editado por la importante académica estadounidense Susan Rose-Ackerman. Sí, adivinó usted; la mamá del dos veces doctor John Ackerman, académico, político, periodista, casado con Irma Eréndira Sandoval, quien fue contralora federal, y aspiró a ser candidata de Morena para Guerrero.
El índice de captura regulatoria de Kaufmann tiene tres pilares. Cada uno de ellos tiene un peso igual en la calificación de captura regulatoria de los países. El primer pilar, llamado “Marco Legal Corrupto y Capturado”, analiza la corrupción de los tres poderes de los países, y de los medios. Un segundo pilar se llama “Acceso Político y Bienes Públicos Capturados”. Ahí miden si el acceso a los poderosos parte de la condición socioeconómica, actividades como la captura de votos, la captura de ciertos bienes públicos, la justificación de reformas legislativas por las élites y el rango de consulta a la ciudadanía sobre los cambios que importan. Un tercer pilar se llama “Captura del ambiente habilitador”. En él se contienen cuestiones como las deficiencias en el Estado de derecho, falta de voz y responsabilidad pública, tamaño de la corrupción, y excesos en la concentración del ingreso y la riqueza del país. La mayor parte de los datos (2/3 partes de ellos, en los pilares uno y dos descritos arriba), provienen del V-Dem Institute, un centro de pensamiento sobre variaciones en la democracia en la Universidad de Gotenburgo, en Suecia.
Sobre el caso mexicano: el índice de captura del Estado de Kaufmann revela que hubo un ligero descenso en la calificación general, de acuerdo con las tres últimas mediciones bianuales. Del 1 al 100, en la medición 2014-16 teníamos un 68 de calificación; hoy estamos en 63.6. Un país sin captura regulatoria, como Islandia, tuvo 5.8 y 5.6 en esos años. Los Estados Unidos en 2014-16 tenían 22 puntos de captura; hoy tienen 30.3 .
Cambió la naturaleza de la captura en México: el primer pilar, el de Captura del Estado de Derecho, mejoró de manera consistente: en 2014-16 teníamos 63 puntos; en 2017-19 calificamos con 52; y en la medición 2020-22, tuvimos 49.7 . La captura de acceso político mejoró en esas mediciones desde 67.8 hasta 62.5.
Pero, el ambiente facilitador de la corrupción, donde están las variables de concentración del ingreso y la riqueza, y las carencias institucionales, empeoró: desde 73.7 puntos hasta 78.7 en la última medición.
El documento de investigación está aquí: https://r4d.org/resources/state-capture-index.