"El turismo nos expulsa de nuestra ciudad": Miles de personas reivindican en Málaga el derecho a la vivienda
Miles de vecinos han conquistado este sábado las calles de Málaga con el afán de volver a convertirla en una ciudad “para vivir, no para sobrevivir”. Ese ha sido el lema escogido para esta manifestación multitudinaria convocada por el Sindicato de Inquilinas e Inquilinos, con el objetivo de evidenciar un problema que lleva años siendo un clamor en la calle: las dificultades para acceder a una vivienda asequible mientras se disparan los precios y los alojamientos turísticos más que en ningún sitio en España.
Málaga contabiliza hoy más de 12.000 viviendas turísticas inscritas en el Registro (más las irregulares), lo que la coloca como la tercera ciudad de España, solo por detrás de Madrid y Barcelona (que multiplican por cinco y tres su población), y muy por delante de ciudades más pobladas como Valencia o Sevilla. En 2023 la cifra aumentó a un ritmo de más de siete nuevas cada día, que se detraen del mercado del alquiler habitacional.
Todo ello empuja a los vecinos a marcharse a otras zonas menos turistificadas de la ciudad y hace que encontrar una vivienda asequible en alquiler (en relación con el salario medio) sea tarea casi imposible. De ahí que este sábado, más de 5.000 malagueños –según datos de la Policía Nacional; cifra que los convocantes elevan hasta los 25.000 asistentes– hayan salido a protestar contra los estragos de la turistificación, siguiendo la estela de otras ciudades como Canarias, que ya protagonizó en abril una protesta en contra del turismo desbocado.
En la capital malagueña, las críticas se han dirigido contra el alcalde, Francisco de la Torre (PP), a quien los vecinos reprochan su inacción a la hora de facilitar el acceso a la vivienda de la ciudadanía y de regular el actual modelo turístico. “Paco está vendiendo lo que queda de ciudad”, han gritado algunos de los manifestantes, preocupados por el impacto que está teniendo la masificación turística en la propia identidad de la ciudad.
Málaga, inaccesible para los jóvenes
“Ahora vas al centro y ya no es nuestro, no encuentras malagueños, escuchas otros idiomas, pero no el acento andaluz”, lamenta Alicia Vázquez, quien siente que “estamos perdiendo nuestra identidad como ciudad”. Además de defender otro modelo turístico menos dañino para Málaga, esta joven de 30 años se ha sumado a la movilización “por mis amigos, por mi hermano y por toda la gente joven que necesitamos pisos de alquiler y no lo podemos conseguir”.
La juventud, de hecho, ha secundado masivamente esta convocatoria de protesta, pues es uno de los colectivos que más dificultades encuentra para acceder a una vivienda debido a “los salarios precarios” a los que alude Loles Franco. “La probabilidad de comprarse una casa es nula para la gente joven”, sostiene esta malagueña, que ha acudido a la marcha acompañada de su hermana María.
Prueba de ello son Nicolás Rubio, Florencia y Agustina Oliva, tres veinteañeros que comparten piso juntos porque “es imposible buscar un apartamento para uno solo”. La escalada de precios con incrementos interanuales por encima del 10% ininterrumpidos (con picos del 24,4% en el mercado del alquiler) que se lleva registrando desde hace dos años la ha experimentado José Bernal, quien hasta el pasado mes de octubre pagaba 550 euros por un piso cerca del centro y ahora la cuantía ha ascendido hasta los 850. Aun así, este malagueño se considera “con suerte”, pues la mayoría de los pisos rondan los 1.200 euros.
Una ciudad que expulsa a sus vecinos
“A día de hoy no se puede vivir en Málaga”, concluye María Franco, quien se declara “a favor del turismo, pero no del modelo que tenemos ahora porque la ciudad se está perdiendo”. La sensación compartida entre los manifestantes es que “Málaga es un negocio para el alcalde”. Así lo siente Juan Berdugo, quien recuerda que “ya no caben más pisos turísticos” y reprocha al alcalde que anunciara hace apenas unas semanas que limitaría las nuevas licencias a las que tengan una entrada independiente. “Llega tarde, tendría que haber aplicado esa medida en 2011, ya es irreversible”, teme este vecino.
Esa misma idea la comparte Carlos Carreras, presidente de la asociación de vecinos del centro de Málaga: “Ya advertíamos de esto en 2018, se podría haber actuado entonces porque el alcalde tenía la competencia, tenía normas y la obligación de aplicarlas, ahora a ver cómo se revierte todo porque la vivienda turística es la llave que ha abierto la puerta de entrada al turismo masivo”.
Si bien la zona centro ha sido la primera en sufrir las consecuencias de la turistificación, el problema que denuncian los vecinos se está expandiendo y alcanzando a otros barrios de la ciudad. “Tenemos compañeros de la asociación que se han marchado del centro por culpa de las viviendas turísticas que les han puesto en sus edificios y ahora ven cómo en otros barrios se les ha reproducido el problema, ya no hay un sitio donde estar a salvo”, alerta Carreras.
Victoria Moreno, de la asociación vecinal del barrio Soho, lo reafirma y lamenta que quienes resisten en sus casas “ya no tenemos vecinos”. “Están expulsando a los inquilinos”, deplora esta vecina rodeada de pancartas en contra del turismo masivo. A esta manifestación se han sumado otras ciudades como Cádiz y al menos 50 entidades, entre ellas Comisiones Obreras, Médicos del Mundo, CEAR, Intermon Oxfam o Málaga Acoge. Esta última, por cierto, se ha visto obligada a abandonar su sede después de que la Junta de Andalucía la haya vendido a un fondo de inversión de viviendas turísticas.