Florencia y el Tour: cuando la belleza se alía con la belleza
Por Gonzalo Díaz Bonet.
Cuentan que cuando Henri-Marie Beyle vio por primera vez la basílica de Santa Cruz de Florencia se le empezaron a disparar las pulsaciones. Como si estruviese subiendo el Tourmalet a ritmo de Pogacar. Luego vinieron los mareos, los sudores y los vértigos hasta que el escritor, que pasó a la historia con el sobrenombre de Stendhal, tuvo que alejarse del monumento.
Corría el año 1817 y estas sensaciones, que no fueron catalogadas hasta 1979 por la psiquiatra italiana Graziela Magherini, fueron desde entonces conocidas como el síndrome de Stendhal. Afectan a personas altamente sensibles ante la acumulación de belleza y la exuberancia del goce artístico.
Algo que se puede multiplicar por mil en la salida del Tour de Francia de 2024. Lo hemos dicho mil veces: el ciclismo es el deporte más fotogénico del mundo. No puedes – o no al menos con las reglas y medidas actuales- hacer un partido de fútbol por las calles de Florencia, pero sí hacer que los ciclistas pasen por los monumentos más insignes, o al menos lo suficiente cerca para que un fotógrafo brillante capte la belleza que tanto conmovió al autor de ‘La cartuja de Parma’.
Estas fotos, publicadas en el canal de Twitter (esa red a las que algunos llaman X) del Tour de Francia, dan buena cuenta de ello. No ha empezado aún el Tour, pero ya se han presentado los ciclistas y las imágenes son espectaculares. Y es que al alianza no puede ser más acertada. Hablamos de la que, probablemente, sea la ciudad más bella del mundo. Y hablamos del que, sin ningún género de dudas, es el mejor deporte del mundo.
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