Irán elige presidente en una elección más abierta de lo previsto
Teherán. Los iraníes están convocados a las urnas este viernes para elegir un nuevo presidente entre seis candidatos, entre los cuales se destaca un reformista poco conocido que busca desafiar la predominancia de los conservadores.
La elección, originalmente programada para 2025, fue organizada en cuestión de semanas tras la muerte el 19 de mayo en un accidente de helicóptero del presidente Ebrahim Raisi.
Los comicios se dan en un momento delicado para la República Islámica, que debe manejar tensiones internas y crisis geopolíticas, incluyendo la situación en Gaza y su programa nuclear, a solo cinco meses de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, su principal adversario.
La campaña comenzó sin mucho entusiasmo pero resultó más disputada que la de 2021, especialmente gracias a la candidatura del reformista Masud Pezeshkian, quien figura entre los tres favoritos. Por primera vez desde 2005 podría haber una segunda vuelta para decidir al ganador.
Pezeshkian recibió el miércoles el respaldo del expresidente moderado Hasan Rohani (2013-2021).
“Pido a quienes deseen moderación y relaciones constructivas con el mundo que voten por el doctor Masud Pezeshkian”, declaró Rohani en un video difundido en el último día de campaña.
Sus principales rivales son el presidente conservador del Parlamento, Mohammad Bagher Ghalibaf, y Said Jalili, exnegociador ultraconservador del programa nuclear iraní.
Los otros candidatos incluyen a Amir Hossein Ghazizadeh Hashemi, quien fuera vicepresidente de Raisi, Mostafa Purmohammadi, exministro del Interior y de Justicia, y Alireza Zakani, alcalde ultraconservador de Teherán desde agosto de 2021.
Desempleo y pobreza
Para tener posibilidades de ganar, Masud Pezeshkian necesita una alta participación, en contraste con las elecciones presidenciales de 2021, donde hubo una abstención récord del 51% y ningún candidato reformista o moderado fue autorizado a competir.
El martes, el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, hizo un llamado directo a los iraníes para que participen activamente en los comicios.
“No voy a votar”, porque “gane quien gane, para el pueblo no va a cambiar nada”, dijo sin embargo Neda, una ingeniera de Teherán, a esta agencia.
En contraste, Jaleh, una ama de casa de 60 años, afirmó que está lista para votar este año, considerándolo un deber en un momento en que hay “tantas cosas por resolver, como el desempleo o la pobreza”.
Según Ali Vaez, experto de Irán en el International Crisis Group, el futuro presidente enfrentará el desafío de cerrar la brecha entre el Estado y la sociedad. Vaez señala que hasta ahora ninguno de los candidatos “ha presentado un plan concreto para abordar estos problemas”.
El candidato reformista Masud Pezeshkian, de 69 años, padre de familia y viudo, expresó su confianza en que es posible “mejorar” la situación de los 85 millones de iraníes.
Sin embargo, algunos electores muestran reservas respecto a este médico, quien solo ocupó el cargo de ministro de Sanidad hace dos décadas.
En contraposición, Mohammad Bagher Ghalibaf, de 62 años, con una amplia experiencia política tras su carrera en los Guardianes de la Revolución, el ejército ideológico de la República Islámica, atrae a aquellos que valoran tanto su habilidad como gestor como su papel como comandante.
“Soy partidario de Ghalibaf porque es un gestor competente y un comandante de los Guardianes”, explicó Alireza Valadkhani, un consultor de 35 años a esta agencia, destacando la importancia de la seguridad nacional.
Por su parte, Said Jalili, de 58 años, quien perdió una pierna durante la guerra Irán-Irak en los años 1980, atrae a los sectores más fervientes de la República Islámica con su postura inflexible frente a los países occidentales.
La cuestión del velo
En contraste, Masud Pezeshkian defiende una política de acercamiento hacia Estados Unidos y Europa con el fin de levantar las sanciones impuestas debido al programa nuclear iraní, las cuales han tenido un impacto significativo en la economía nacional.
El candidato reformista también aboga por abordar la persistente controversia en torno al velo obligatorio para las mujeres.
Este tema fue una de las causas principales del extenso movimiento de protesta que sacudió al país a finales de 2022, tras la muerte en custodia de Mahsa Amini, quien fue arrestada por supuestamente violar el estricto código de vestimenta que obliga a las mujeres a usar velo y ropa “discreta”.
“Hemos intentado controlar el hiyab durante 40 años, pero solo hemos empeorado la situación”, declaró Pezeshkian, refiriéndose al velo islámico.