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Май
2024

Tres mil personas rinden su último homenaje a Pablo y Guillermo, los niños asesinados en Huétor Tájar

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Abc.es 
Huétor Tájar está de duelo. De luto riguroso, aunque la gente no vista de negro. En la Plaza del Pósito, frente al ayuntamiento, apenas cabía un alfiler y por todas partes se veía a gente triste, muchos sin ocultar su llanto. Más de dos mil había, según la Policía Local. Casi tres mil, sostienen fuentes municipales. Una cifra altísima, en cualquier caso, si se tiene en cuenta que es un municipio de poco más de diez mil personas. A las ocho de la tarde, la corporación municipal al completo, presidida por el alcalde, Fernando Delgado , acudió a la cita. También algunos familiares de las víctimas, aunque no se significaron. Todo fue silencioso, la incomprensión y la perplejidad siguen mandando allí. Puede que sea todo peor mañana, o dentro de una semana, cuando se fije el recuerdo de lo ocurrido, cuando la gente compruebe que es verdad, que ciertamente pasó. Ha sido un acto emotivo, sencillo y corto. No habló el alcalde pero sí lo hizo la primera teniente de alcalde, María Dolores López Jiménez . Un breve discurso el suyo, en el que ha indicado que el terrible suceso de este lunes 20 de mayo «ha conmocionado y ha llegado al corazón de toda España». La concejal no se ha olvidado de la otra víctima, que se llama Antonio y es el padre de Pablo y Guillermo . Que también perdió hace dos meses a su mujer en un accidente en el que murió igualmente su suegra. Antonio lo está pasando fatal, con ataques de ansiedad y crisis nerviosas. «Hay que darle toda la fuerza del mundo, porque la va a necesitar», ha subrayado la edil. En cuanto a Pepe, el abuelo que ha matado a sus dos nietos, en el pueblo les sigue pareciendo increíble lo que hizo. Sostienen que el duelo por su mujer y su hija -él también pasó lo suyo, eso es innegable- lo estaba llevando razonablemente bien. Demasiado bien, a juicio de algunos vecinos, que entienden que algo dentro de su cabeza hizo click en un momento dado.Que no hubo lógica alguna en sus actos, sino una mezcla de rabia, ofuscamiento y obsesión que terminó por desparramarse de la peor manera posible.