‘Adiós’ es a veces ‘hasta luego’ en política
“Hasta luego”, me dijo una desconocida al salir del ascensor en un edificio de oficinas que yo visitaba por primera vez. En español tenemos algunas formas sorprendentes de despedirnos. Yo suelo decir “hasta luego”, como despedida informal, cuando a la persona de la que me despido la voy a ver o voy a hablar con ella poco después, en el mismo día. Pero sé que hay muchos hablantes que usan “hasta luego” como un sinónimo de “adiós”, del adiós más absoluto.
Hace unas semanas, cuando Pedro Sánchez se tomó cinco días de reflexión, casi todo el mundo ―y especialmente su partido y su Gobierno― se temieron que estaba diciendo “adiós”. Pasados esos días, todos supieron que no, que había sido un “hasta luego”.
En español hay formas aún más informales que “hasta luego” de despedirse. Por ejemplo, “hasta pronto” o “hasta la próxima” o “nos vemos” o “cuídate”... Pero ninguna de ellas me las diría una desconocida al salir de un ascensor para despedirse. Si lo hiciera, yo no lo entendería como una despedida.
Escucho mucho y en todo tipo de ámbitos el “nos vemos”. No sé si es adaptación nuestra del “see you” de los angloparlantes o si es al revés. ¿Es lo primero? En DeepL, uno de los traductores automáticos que más utilizo, el “see you” brota por todos lados. Pones “hasta luego” y te lo traduce como “see you later”. Pones “hasta pronto” y te da “see you soon”. Y pones “nos vemos” y te responde “see you” a secas, claro.
Sea como fuere, cuando este lunes, tras la estrepitosa caída de ERC en las elecciones catalanas, Pere Aragonès anunció que no recogería el acta de diputado en el Parlament y que dejaba “la primera línea de la política”, la mayoría entendimos que el líder de ERC y presidente catalán en funciones formulaba más un adiós que un hasta luego.
Aunque con los políticos nunca se sabe a ciencia cierta. El 9 de abril pasado, un mes antes de las elecciones catalanas, cuando Puigdemont anunció que si tras el proceso electoral no lograba ser investido presidente de la Generalitat abandonaría “la política activa”, todos vimos un preanuncio de un adiós condicionado. Pero ahora, muchos están viendo que aquello era más bien un “hasta luego”, un “hasta pronto”, un “nos vemos” o incluso un “ya veremos”.
Pese a las matemáticas y a las contundentes posiciones comunicadas tras las urnas tanto por el PSC como por ERC, Puigdemont sigue resistiéndose a ser un “has-been”, esa expresión en inglés para referirse a una persona cuyo momento estelar ya ha pasado. Una “vieja gloria”, como diríamos en español.
“Si tú a mí me conviertes en un ‘has-been’, en otro ‘has-been’ te convertiré yo a ti”, le estaría diciendo Carles Puigdemont a Pedro Sánchez con esa insistencia en ser de nuevo presidente catalán y a cambio no desestabilizar la legislatura estatal.
Aunque quizás sea una baladronada, porque el expresident sabe que necesita a Sánchez en la Moncloa al menos hasta que la “Ley Orgánica de amnistía para la normalización institucional, política y social en Cataluña”, que así se llama oficialmente, salga publicada en el BOE y entre en vigor.
Amnistía. Esa palabra ―no pronunciada por el PP en su campaña electoral catalana, por cierto― da para otra entrega de esta serie de artículos. La veréis. Nos vemos. Hasta luego.