Relatos de la cigüeña blanca a su nieto
Cada criatura llega a su fin de una manera diferente. El hombre lobo, con una bala de plata; Drácula, mediante una estaca. La historia de nuestro planeta lo dice bien claro: para acabar con los dinosaurios, se necesita que caiga un meteorito.
El meteorito que impactó el domingo pasado en las elecciones catalanas era de los gordos, si no en tamaño, sí en poderío. Siempre que oigo la palabra poderío, me dan ganas de cantar Mi jaca. Fundamentalmente, son dos las especies de dinosaurio que ahora se ven en peligro de extinción: el dinosaurio del procés (que no del independentismo, este resiste en hábitats más severos, pues no es anfibio), y el dinosaurio del bosque.
Queridous amigous de la Fauna Ibérica, nos hemos internado con nuestras cámaras en el corazón del bosque para observar la vida de dicho dinosaurio. ¡Atención! ¡Parece que ya estamos cerca! ¿Oyen el canto de ese pájaro? No, no es un cuclillo, aunque también va poniendo los huevos por donde se le antoja. Se trata del ave llamada Gestora paticortax. Su presencia anuncia la inmediatez del dinosaurio del bosque, pues vive en simbiosis con este gran saurio, al que alivia de los bichos que le molestan. De hecho, de eso se nutre. Como su nombre científico indica, estimadous telespectadores, la Gestora paticortax tiene la cola larga, las alas largas y las patas cortas. Ello significa que está destinada a salir volando.
Fuera del entorno forestal donde el tiempo le ha ido recluyendo, el dinosaurio del bosque es, hoy, muy difícil de observar. A veces, abandona la espesura y profiere terribles rugidos para que le hagan caso, ya que le encanta que le miren como cuando eran suyos los parajes exteriores. Aún conserva una parcelita de su espacio natural ahí fuera, por supuesto. La naturaleza es sabia, y lo que antes eran carcas hoy son cárcavas, por donde van cayendo nuestros especímenes. Amigous del lirón careto, y de tantos otros seres que le echan careto al asunto, una cárcava puede ser geológica; pero, aún más, abundan los despeñaderos digitales. El dinosaurio del bosque ha encontrado en estos su último refugio y, por consiguiente, también es llamado dinosaurio del bosque petrificado. Todo está en Humphrey Bogart.
Con el castañazo que se han llevado en las elecciones catalanas, tanto el dinosaurio del procés, como el dinosaurio del bosque, se encuentran ahora al borde de la extinción. Esto es así porque, a pesar de la distancia, ambas criaturas compartían ecosistema o cadena trófica o lo que sea que hacemos los seres vivos. Cuando un dinosaurio comprende que su mundo se acaba, se revuelve dando bramidos, entre grandes estertores. Si en el teatro de aficionados el personaje herido exclamaba: ¡ay, que me han dado!, para señalar su fin, un dinosaurio puede decir, por ejemplo: ¡dejadme solo! (si es de bosque), o bien: ¡investidura o muerte! (si es de procés).
A diferencia del dinosaurio del bosque, el dinosaurio del procés no se sabe dinosaurio. Al contrario, se cree embrión de algo que jamás llega a suceder, contrariamente a lo que él mismo anuncia a bombo y platillo. ¿Consiste su drama en que ha fosilizado en fase embrionaria? Consultemos a nuestra experta en políticas de ida y vuelta, la cigüeña blanca.
–A ver... Lo que le pasa al dinosaurio del procés, y lo digo con el ala en el corazón, es que se creía joven porque se había hecho la cirugía estética. Pero era más viejo que mi primo, el marabú de Ohio. No sé si en Ohio habrá muchos marabúes; pero, como siempre que hay elecciones alguien nombra a Ohio, no he querido ser menos.
–Explíquenos más, amiga cigüeña. Aún le quedan unos segundos para crotorar a sus anchas.
–Las viejas cigüeñas lo llamamos la mejoría de la muerte. Siempre es así: dos o tres días antes de palmarla, los moribundos parecen que se espabilan, que recobran las fuerzas; pero, en realidad, es un síntoma de todo lo contrario. En política, a eso se le llama ir de subidón después de las elecciones. Se creen que se han recuperado fuerzas, que el procés no estaba acabado, pero basta con mirar alrededor para ver que todo está tranquilo, que ya no queda nada, como en la canción de Siniestro Total. A ver..., lo mismo que hay un voto vivo, existe un voto zombi. No es que voten los muertos, faltaría más. Es al revés, se sigue votando a algo que ya no existe, pero una fuerza posmortem empuja a seguir haciéndolo. El procés se ha forjado con toneladas de voto zombi, de votos destinados a Convergència y al pujolismo, se llamase como se llamase ahora. En realidad, el procés no era un proceso para ir a un sitio, sino para salir de un apuro, como la paga de un pobre. Un proceso de descomposición. Pero, a ver... No basta con captar el voto de toda esa gente que quiere seguir votando lo de siempre, sino que también hay que saber defenderla, representarla.
–¡Disculpen que interrumpa! ¡Si que dicen “a ver...” las viejas cigüeñas! Yo soy la nutria. Las nutrias no decimos nada en concreto; pero, como antes he oído que hablan de nutrirse, tomo la palabra por alusiones. A título de nutria, el más irreflexivo de todos los animales del río (y por eso el más perspicaz), estoy convencida de que, el día de la jornada de reflexión, se fotografió el socialista Salvador Illa con un niki como los que llevaba Pujol en el campo para sugerir que había vida más allá de la muerte. Ya solo decimos niki las nutrias. Es lo único que decimos. Niki. Nuestros vecinos, los castores, son todavía peores. No dicen nada. Cuando están en peligro, los castores se cortan la cola a mordiscos y salen huyendo, como hizo Artur Mas después de liarla. Puigdemont hizo lo mismo, es un patrón de los castores, pero lo hizo a lo bruto. Ahora vuelve a reclamar la cola. A saber dónde estará. Durante el día de reflexión se aprende más de los partidos que en sus mítines de final de campaña, porque la reflexión es un acto simbólico. También, las elecciones son, en gran medida, un acto simbólico. Asimismo, las nutrias somos muy simbólicas. Aparecemos y desaparecemos de la superficie del agua lo mismo que la luna; por eso tenemos fama de lunáticas, y los antiguos creían que traíamos mensajes del más allá. Los mensajes los dan siempre los políticos. Son muy simbólicos, como nosotras, Y muy lunáticos, todo hay que decirlo. Fíjense en la pasada jornada de reflexión. Pere Aragonés anunció que iba a dedicarse a cocinar, y, por su parte, Puigdemont dijo se iría a comer con unos amigos. Pues así se ha cumplido, al pie de la letra. Lo que ha cocinado uno, se lo ha comido el otro tan ricamente.
Todo está en las fábulas, desde Esopo hasta Lafontaine, pasando por Samaniego (y Horacio Quiroga). Apreciadous amigous de la Fauna Ibérica, en el programa de hoy hemos conocido la extinción de los dinosaurios, y hemos visto a la nutria, a la cigüeña blanca, al castor y al lirón careto...
–¡Pero si no me habéis dejado abrir la boca! Sin embargo, yo, el lirón careto, como la más miedosa de todas las criaturas del bosque que soy, quiero hacer saber al mundo entero que ya no puedo pegar ojo. Y, sin embargo, les voy a contar por qué. ¡Por la extrema derecha! Sin embargo, ¿saben por qué el parlamento de Catalunya es el único de España, no con uno, sino con dos partidos de extrema derecha representados? Porque el procés nunca fue una alternativa, sino un espejo. Sin embargo, roto el espejo, quedan las imágenes. El procés era un espejo donde nunca fueron capaz de reconocerse sus creadores. Lo habían puesto de cara a los demás. Como buen lirón, tengo grandes orejas y, sin embargo, oigo bien. Por eso me estremecí cuando, tras el escrutinio de los votos, intervino a la noche Pere Aragonés, sin embargo, hasta ese día, presidente de la Generalitat. Sin embargo, mientras hablaba, a su espalda, su jefe, Oriol Junqueras, le retorcía el brazo, vengativo, o eso me pareció interpretar. Sin embargo, el caso es que refiriéndose a Vox y a Aliança Catalana. Aragonés las llamó “la extrema derecha española y una que se llama catalana”. Sin embargo, una es tan española, como la otra catalana. Sin embargo, un presidente de la Generalitat, como demócrata, no tiene derecho a admitir que España merezca tener una extrema derecha, por sus maldades, y Catalunya no lo merezca, por ser ella bondad infinita. Sin embargo, es así, y el procés ha consistido en eso. En dividir entre buenos y malos. Los lirones caretos decimos mucho sin embargo. Sin embargo, ha sido eso.
Ahora, sí, estimadous telespectadores, acabamos el programa de esta semana, dedicado a la extinción de los dinosaurios en Catalunya y, de rebote, en otros sitios. Con la desaparición de estos seres descomunales, lo que era bosque, deviene en calvero, pues asimismo se esfuman paulatinamente las criaturillas que proliferaban a su alrededor. Ya están viendo... En compañía de este montón de esqueletos obsoletos, les deseamos una feliz semana. Sin embargo... (perdón, soy el lirón careto, que pasaba por aquí).