Acabada Francia, el Kremlin posa su vista en las excolonias portuguesas en África
Después de desplumar a la política exterior francesa en África, Rusia ha mostrado un creciente interés por extender su influencia en las antiguas colonias portuguesas. Santo Tomé y Príncipe, junto con Guinea Bissau, son dos naciones africanas que han estrechado sus lazos con Moscú durante las últimas semanas, especialmente en el ámbito de la cooperación militar que tanto peso cobra últimamente en la escena geopolítica africana.
Fue la administración rusa quien hizo público el 24 de abril que se había firmado un acuerdo de cooperación militar con Santo Tomé y Príncipe para facilitar entrenamiento militar y apoyo logístico, así y como “posibles colaboraciones” que involucren aviones y barcos rusos; esto último implicaría que aeronaves rusas puedan aterrizar en el pequeño país africano, igual que sus buques de guerra podrían fondear en sus puertos en caso de necesidad. Aunque Santo Tomé y Príncipe se trata apenas de una pequeña isla de 1.000 km2 insertada en el océano Atlántico, próxima al golfo de Guinea, es precisamente esa proximidad al golfo (una zona de gran importancia estratégica y por la que Vladimir Putin ya ha mostrado su interés en ocasiones anteriores) lo que convierte al país en un jugoso socio para aquél que desee mantener una presencia permanente en una de los cruces más importantes del comercio marítimo africano.
Desde Portugal se ha recibido con preocupación la noticia de este acuerdo. Todos reconocen en él las similitudes frente a lo ocurrido con las ex colonias francesas en África Occidental y se teme una ofensiva rusa que pretenda debilitar la posición portuguesa en el continente africano. El ministro de Exteriores luso, Paulo Rangel, aseguró en una entrevista concedida el pasado jueves al canal SIC Noticias que “Portugal y otros países europeos han expresado su sorpresa, aprensión y perplejidad ante este acuerdo”, para añadir después que “dado que nos encontramos en una situación internacional en la que la Federación Rusa es responsable de una guerra de agresión que involucra al continente europeo, evidentemente hemos expresado nuestra gran preocupación”.
Desde Bissau hasta Chechenia
Pero más preocupante sería la creciente proximidad entre Guinea Bissau y Rusia. El presidente de la nación africana, Sissoco Embaló, ya mostró su apoyo a Vladimir Putin durante la II Cumbre Rusia-África que tuvo lugar el pasado verano en San Petersburgo, donde aseguró que “estamos directamente conectados con Rusia […]. No sólo somos amigos, somos hermanos. Nunca olvidaremos el apoyo que nos dio el pueblo soviético en nuestra lucha por la independencia”. Etc. El mandatario guineano estuvo además presente en las celebraciones del último Día de la Victoria en Moscú, momento que aprovechó para reiterar su agradecimiento a Rusia por su apoyo en la lucha por la independencia de Guinea Bissau y para asegurar a Vladimir Putin que podía considerar al país africano como “un aliado permanente”. En la reunión que ambos sostuvieron en el Kremlin, Embaló se refirió en repetidas ocasiones a Putin como “amigo” y declaró que “más del 70 por ciento de nuestros militares y funcionarios civiles fueron entrenados en la Unión Soviética. Esto explica el nivel de nuestra interacción con Rusia”.
En la misma reunión se discutió la posibilidad de desarrollar la cooperación entre ambos países en lo referente en los campos de minería e hidrocarburos. No cabe duda de que la aproximación de Santo Tomé y Príncipe y de Guinea Bissau a la esfera rusa debilitará sus relaciones con la antigua metrópoli, Portugal, y por extensión con el bloque europeo.
Tras su visita a Moscú, el presidente guineano se embarcó a comienzos de esta semana en un viaje a Chechenia, donde tuvo la ocasión de visitar la Universidad Rusa de las Fuerzas Especiales y atestiguar como el hijo de Ramzán Kadírov, un adolescente de 16 años, hacía una demostración magistral de tiro con diferentes armas para goce y disfrute de la representación africana. Tras la visita se hizo público un nuevo acuerdo de cooperación militar que permitirá entrenar a efectivos de Guinea Bissau en el prestigioso centro.
Los portugueses ya conocen lo que significa la influencia rusa en una de sus antiguas colonias africanas. El mítico Grupo Wagner ya operó entre 2019 y 2020 en Mozambique, en el marco del conflicto contra el yihadismo armado que tiene lugar en el norte del país, aunque los escasos resultados obtenidos por la compañía de mercenarios rusos finiquitaron el acuerdo con el gobierno mozambiqueño en apenas unos meses. Sin embargo, esto no quita que ambas naciones hayan estrechado sus relaciones desde el inicio de la guerra de Ucrania (Mozambique se ha abstenido de condenar la invasión rusa en cada una de las votaciones en Naciones Unidas), mientras que diversas empresas rusas, como Gazprom o Rosneft, han mostrado su interés por colaborar con la industria petrolera de Mozambique.
Desde Maputo todavía no se deciden a posicionarse abiertamente en favor del Kremlin, pero mantiene una postura de balance neutral con leves concesiones que benefician el papel de Vladimir Putin en la región. Ya es visible la intención del Kremlin de extender su esfera de influencia en África por medio de las antiguas colonias portuguesas, tras la cosecha de éxitos en el África francófona. ¿Se avecinan nuevas victorias de Vladimir Putin de la mano de la diplomacia africana? Parece ser que sí.