La derrota
Lo siento mucho pero no me convencerán todos los que hoy en día empiezan a valorar las derrotas en el deporte. Unos dicen que son dulces, otros encuentran en ella hasta una forma cojonuda de perder, y hasta hay quien cree que no es el peor de los fracasos. Por supuesto que una victoria con trampa –el gol con la mano de Maradona en México 86-, o un éxito conseguido porque el adversario se ha quedado con un jugador menos al ser expulsado de forma injusta, son triunfos que precisamente no serán valorados ni recordados como grandes gestas. Pero en el mundo competitivo en el que vivimos, perder no gusta nada, lastima, duele, deja mal sabor, es agrio y hasta da rabia.