Un experto advierte de cuándo hay que buscar ayuda profesional si sospechas que tu hijo es adicto al móvil
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FOMO, acrónimo de Fear of Missing Out, es un término cada vez más utilizado. Se entiende como un tipo de ansiedad social producida por el deseo de estar continuamente conectado con lo que otros están haciendo fundamentalmente en redes sociales porque, de no hacerlo, sienten inseguridad al estar «ausentes». Según el doctor Víctor Navalón, psiquiatra del Hospital Vithas Valencia 9 de Octubre , «un mal uso de las redes sociales puede provocar un trastorno con serios problemas emocionales y psicológicos que pueden, incluso, llevar a otros problemas conductuales como es la adicción al móvil. Lo que implica que este síndrome esté muy ligado a la nomofobia: el miedo irracional a estar sin teléfono móvil». Según estudios publicados por la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM), el 69% de los jóvenes de entre 18 y 34 años confiesa sufrir el síndrome FOMO. «Los adolescentes son mucho más susceptibles a padecerlo -apunta el Doctor Navalón- debido fundamentalmente al gran deseo de aceptación social y popularidad, que es mucho más alto que en otras etapas de la vida». Noticias Relacionadas estandar No ¿Es el móvil un regalo adecuado para la Primera Comunión? Reflexiones de varios expertos Laura Peraita estandar No En busca de la atención en clase La merma de la concentración en el aula se hace patente por el abuso de las TIC Laura Peraita ¿Cuál es la verdadera señal de alarma para los padres de que su hijo está enganchado a las redes sociales? Son varias las alarmas que pueden hacernos sospechar que nuestro hijo está enganchado a las redes sociales: cambios emocionales repentinos relacionados con el uso del teléfono móvil en forma de rabietas, sentimientos de vacío o aislamiento social..., podrían ser unas de las señales de que está pasando demasiado tiempo en las redes sociales. Observar que usa de manera excesiva y constante el teléfono móvil a deshoras, como de madrugada o a primera hora de la mañana o en momentos inadecuados, como en clase o en reuniones familiares. Esto suele provocar, además, dificultades en la atención y rendimiento escolar, por lo que suelen bajar las calificaciones. ¿Qué tres medidas son rigurosamente necesarias para ayudar a estos jóvenes? Es importante empezar en edades tempranas, en la niñez, y mantener una serie de hábitos en la adolescencia. No hay mejor forma de prevenirlo que mediante el ejemplo. Somos los adultos quienes tenemos la responsabilidad de hacer un buen uso del teléfono móvil y de las redes sociales. Entre las medidas que suelo recomendar destacaría la de establecer todos los miembros de la familia, una serie de límites en el uso del teléfono y las redes sociales, fijando unos horarios específicos como no utilizarlos a partir de una hora acordada (por ejemplo las 21:00 de la noche) y empezar su uso por la mañana a partir de un momento determinado: tras la higiene personal, desayuno y salida de casa, evitando el fenómeno de despertar y seguidamente revisar las redes sociales. Esto ayudará especialmente a mantener un equilibrio entre la vida familiar e interpersonal; es decir, la vida real y la vida digital o social. Además, es crucial utilizar una comunicación abierta, sincera y sobre todo, fomentar el pensamiento crítico. Esto significa que hay que hablar con los hijos sobre las redes sociales, haciendo hincapié en que todo lo que aparece ahí, puede no ser verdad. Las redes sociales se han convertido en un escaparate de modos de vida que pueden ser una 'fachada', mostrando una realidad distorsionada. Esta situación puede calar profundamente en el joven y afectar seriamente en su salud emocional, provocándole sentimientos de frustración y baja autoestima al sentir que su vida es inferior o menos valida que la de los demás. ¿Qué es lo que nunca hay que hacer como padres para ayudarles en este proceso? El primer punto que nunca debemos hacer es el de ignorar el problema. Si notas alguna de las señales de alarma, no lo minimices ni lo ignores. El mal uso y adicción de las redes sociales puede afectar seriamente a la salud de los más jóvenes y tener otras consecuencias psicológicas más graves. Por eso es importante supervisar el contenido que consumen y estar al tanto de qué aplicaciones y redes sociales utilizan, sin llegar a ser invasivo ni controlador, encontrando un equilibrio entre la supervisión adulta y el respeto a su autonomía. Y, sobre todo, no debemos culpar al menor por el uso de las redes sociales. Es una realidad que son una herramienta más que ha venido a quedarse en el mundo en el que vivimos y nuestra responsabilidad como adultos es la de enseñarles a hacer un uso correcto de las mismas, por eso hay que buscar soluciones constructivas y si fuese necesario buscar apoyo emocional profesional. MÁS INFORMACIÓN noticia No Que una mala nota no suspenda las ganas de aprender en clase noticia No Diez cosas que deberías saber hacer al cumplir los 18 años noticia Si Las mejores pautas para actuar ante los estallidos emocionales noticia No «Por complicada que parezca la adolescencia, siempre hay una manera dialogada de reconducir las situaciones más problemáticas» ¿Cuál es el momento definitivo que indica que hay que buscar ayuda especializada? Cuando las tecnologías interfieren significativamente en la vida diaria de tu hijo, limitándole en su funcionalidad diaria. Por ejemplo que le afecte en el plano social, aislándose de las reuniones familiares siendo incapaz de establecer comunicación con otros miembros de la familia, prefiriendo estar chateando o viendo contenido en redes sociales en vez de establecer comunicación. Otra situación clara sería cuando el rendimiento escolar se ve afectado por dificultades en la concentración o por que prefiere quedarse en casa usando pantallas en vez de asistir al colegio o que abandone aficiones sociales, al aire libre como el deporte o el salir a la calle, prefiriendo quedarse en casa usando pantallas. Si alguno de estos planos sociales, académicos o interpersonales se ven afectados, sería crucial el buscar apoyo profesional.