Los 'países rotos' y la crisis de las economías modelo
En un momento en el que dos grandes economías, Estados Unidos y la India, están dando mucho que hablar por su fortaleza duradera, vale la pena echar un vistazo a los países que no hace mucho se perfilaban como estrellas, pero que ahora se están desmoronando. Todas ellas se encuentran entre las 50 mayores economías del mundo y, en lo que va de década, han sufrido un fuerte descenso del crecimiento per cápita real y de su participación en el PBI mundial.
Encabezadas por Alemania, Canadá, Chile, Sudáfrica y Tailandia, estos "países en crisis" nos enseñan una lección. Crecer es difícil, mantenerlo aún más, así que las estrellas de hoy no son necesariamente las estrellas de mañana.
Tomemos el caso de Canadá. Ampliamente admirado por cómo capeó la crisis financiera mundial de 2008, perdió el tren cuando el mundo siguió adelante, impulsado por las grandes empresas tecnológicas en lugar de las materias primas. El PBI per cápita de Canadá se ha reducido 0,4% anual desde 2020, la peor tasa de las economías desarrolladas en el top 50. Las nuevas inversiones y el crecimiento del empleo están siendo impulsados principalmente por el Gobierno.
¿Se puede domar al dólar fuerte?
La acción del sector privado se limita en gran medida al mercado inmobiliario, que poco aporta a la productividad y la prosperidad. Muchos jóvenes no pueden permitirse comprar en uno de los mercados inmobiliarios más caros del mundo. Si se les pide que nombren un éxito digital, los canadienses citan Shopify, pero la tienda online es el único nombre tecnológico entre las 10 mayores empresas del país, y sus acciones cotizan a la mitad de su máximo de 2021.
Luego está Chile. Aclamado en la década de 1990 como modelo de gobierno hábil al estilo asiático en América latina, su aura se ha desvanecido desde entonces. El país es ahora noticia por las luchas políticas en torno a su Constitución. La anémica recaudación de impuestos ha destruido los servicios públicos, desencadenando violentas protestas callejeras. La burocracia se ha extendido: el tiempo necesario para aprobar nuevas inversiones se ha duplicado hasta casi 20 meses, ahuyentando a los inversores.
Como resultado, las industrias manufactureras siguen siendo pequeñas en comparación con las de otros países emergentes, incluida la vecina Argentina. Los productos mineros, como el cobre, siguen representando la mayor parte de sus exportaciones y de la riqueza multimillonaria, lo que hace que Chile se parezca más a una anticuada economía de materias primas que a una estrella de Asia.
Ninguna economía desarrollada ha experimentado un empeoramiento más espectacular que Alemania. El crecimiento de su renta per cápita ha caído del 1,6% en la última década a menos de cero en los últimos años. Durante la pandemia, Alemania parecía floreciente y flexible, preparada para sobresalir en el mundo post-covid. Ahora parece debilitada por su fuerte dependencia de las exportaciones a China y las importaciones de energía de Rusia. La inversión no ha contribuido en nada al crecimiento en los últimos años, y la productividad industrial está disminuyendo a un escandaloso ritmo anual del 5%. De repente, el futuro del Mittelstand -la red de fabricantes que ha sido durante mucho tiempo el motor del crecimiento alemán- parece incierto.
Sudáfrica, por su parte, se sumó en 2010 al acrónimo de grandes mercados emergentes de rápido crecimiento liderados por Brasil, Rusia, India y China, cuando BRIC se convirtió en Brics. Sudáfrica, la mayor economía de África, rica en recursos, se vio impulsada por un auge de las materias primas que luego se vino abajo, dejando al descubierto las numerosas fallas del país.
El Congreso Nacional Africano (CNA) lleva 30 años en el poder y, sin embargo, preside el mismo conjunto de fracasos: un desempleo juvenil superior al 50%, una proporción escandalosa de la población que recibe asistencia social, escasas inversiones y continuos cortes de electricidad. Aunque los votantes podrían echar al CNA el mes que viene, el malestar parece demasiado profundo para terminar pronto. El FMI prevé un crecimiento negativo del PBI per cápita en los próximos cinco años.
Por último, Tailandia. Líder de los 'tigres asiáticos' antes de que las deudas les hicieran tropezar en la crisis de 1998, ahora es el último de la fila, el único antiguo tigre que ha visto disminuir su PBI per cápita en esta década. Tiene uno de los índices de desigualdad más altos del mundo, con el 79% de los pobres viviendo en zonas rurales. Una batalla política constante entre los pobres de las zonas rurales y la élite de Bangkok centra el debate público en cómo distribuir -no ampliar- la torta económica. A pesar de los esfuerzos por convertir su ubicación en las rutas comerciales mundiales en un centro fabril, el crecimiento de la productividad se está estancando y Tailandia está perdiendo terreno frente a rivales manufactureros como Vietnam.
La conclusión no es que los países inteligentes se hayan vuelto estúpidos. Se trata de que hay trampas ocultas en el camino del desarrollo que pueden afectar a países de todos los niveles de ingresos, desde medianos hasta ricos. Un error básico, y en el que cualquier país puede encontrarse atascado, hasta que encuentre el liderazgo y la visión para trazar una salida. Para las estrellas actuales, el mensaje es una advertencia: no den por sentado el crecimiento.