Francia a mediados del siglo XIX era un país profundamente apegado a sus tradiciones vinícolas. El vino era más que una bebida, era parte de su cultura y su economía. Sin embargo, los productores se enfrentaban a un problema recurrente: la fermentación acética, un proceso que convertía el vino en vinagre, arruinando cosechas enteras y causando pérdidas económicas considerables. Los bodegueros franceses estaban desesperados. El vino se agriaba, se volvía turbio y algunos, incluso, esto era lo peor, empezaban a beber cerveza. Читать дальше...