En el despacho de mi anterior periódico, 'Las Provincias' de Valencia, tenía el nuevo cauce del Turia, como se dice, a tiro de piedra. Una obra de hormigón inmensa, gris y feísima con casi doscientos metros de anchura que remite al aire desolado del desarrollismo. Un alcalde reciente de obediencia ecosocialista (o sea, neocomunista) quiso darle vida a aquella masa informe y vacía convirtiéndolo en un jardincillo precioso y sintético para parejas urbanas con mascota, que habrían acabado flotando en la DANA que acaba de asolar la provincia. Читать дальше...