La palabra imaginada (32): El color de Matisse
La habitación roja Extraña al pasaje del equinoccio en los almendros, a la curva de la mañana en las paredes, distanciada, arropada con el tejido denso del secreto de flores bajando para contener el frutero, la nitidez. Me pierdo en la forma de las ciruelas amarillas rodando en la mesa. (Un don encarnado ilumina internamente el equilibrio) Y soy yo, bisbiseando a los licores, repartiendo calma a las frutas, quien aleja voraces dientes de este día… nada se precipita al fin del gusto, nada abatido de las sillas de enea. Читать дальше...