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Trump acorraló a Netanyahu, pero también podría haberlo salvado

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En la Plaza de los Rehenes de Tel Aviv, Donald Trump reina con autoridad. Pancartas que proclaman “Amamos a Trump” ofrecen un efusivo agradecimiento al presidente de Estados Unidos. Para las familias de los rehenes israelíes secuestrados por Hamas en Gaza, y las multitudes que apoyaron su lucha durante dos años, la narrativa es clara: con el inminente regreso de los rehenes, Trump entregó lo que Benjamin Netanyahu no quiso.

O no pudo.

Durante meses, la acusación contra el primer ministro de Israel ha sido constante. Las familias de los rehenes y los opositores políticos de Netanyahu creen que prolongó la guerra en Gaza para su supervivencia política. La campaña militar apaciguó a sus socios de coalición de extrema derecha, quienes pedían expandir el asalto de Israel sobre Gaza y soñaban con volver a ocupar completamente el territorio.

“Netanyahu no está dispuesto a pagar el precio político de traer de vuelta a todos los rehenes”, acusó el líder de la oposición, Yair Lapid, en diciembre pasado.

Sin embargo, el panorama cambió drásticamente con el regreso de Trump a la Casa Blanca a principios de 2025.

Netanyahu ha descrito a Trump como el mejor amigo que Israel ha tenido en la Oficina Oval. El primer ministro anteriormente ganó puntos políticos enfrentándose con gobiernos demócratas en Estados Unidos. No se atrevería a hacer eso con Trump. Y Trump ha usado esa influencia cuando ha sido necesario.

En enero, el presidente de Estados Unidos ejerció una presión decisiva sobre Netanyahu para aceptar un acuerdo que trajo a casa a 30 rehenes vivos y ocho fallecidos.
Era el plan de alto el fuego de Joe Biden, pero Trump presionó a Netanyahu para que aceptara.

En junio, durante la guerra de 12 días entre Israel e Irán, Trump ordenó a Israel cancelar un inminente ataque aéreo, publicando la orden en Truth Social: “TRAIGA A SUS PILOTOS A CASA YA”. Los aviones de combate dieron la vuelta en pleno vuelo.

La semana pasada, la influencia de Trump volvió a quedar en evidencia al forzar a Netanyahu a ofrecer una disculpa sin precedentes a Qatar por el fallido ataque del 9 de septiembre contra líderes de Hamas en Doha. La disculpa incluyó una humillante imagen de la llamada desde la Oficina Oval que fue publicada en redes sociales para que el mundo la viera.

Luego Trump anunció su ambicioso plan de 20 puntos para poner fin a la guerra por completo durante la visita de Netanyahu a Washington.

Después de que Hamas dijera que estaba listo para negociar, Trump ordenó explícitamente a Israel detener los bombardeos en Gaza, mientras calificaba a la organización designada como terrorista por Estados Unidos como “lista para una paz duradera”.

Luego envió a Steve Witkoff y a su yerno Jared Kushner a El Cairo para asegurar un acuerdo, y finalmente anunció el miércoles por la noche que la “paz” se puso en marcha, con los 48 rehenes restantes que se espera que sean liberados en la primera fase del acuerdo.

Netanyahu, por su parte, rechaza repetidamente las afirmaciones de ceder a la presión de Estados Unidos. Intentó presentar el acuerdo de alto el fuego como un hito de coordinación estratégica sin precedentes, vendiéndolo como “uno de nuestros grandes logros” en una guerra de dos años que ha causado devastación y más de 67.000 muertes en Gaza, de acuerdo con las autoridades locales.

“Cualquiera que diga que este acuerdo de rehenes siempre estuvo sobre la mesa simplemente no dice la verdad”, dijo en una declaración televisada el viernes.

Contrario a las demandas previas de Hamas, el plan de Trump asegura que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) mantengan presencia en aproximadamente la mitad del enclave en conflicto. Netanyahu presenta esto como una victoria: rehenes devueltos, FDI manteniendo el terreno, Hamas debilitado.

Sin embargo, está lejos de la “victoria total” que prometió durante dos años. La primera fase deja a Hamas armado y operativo, no garantiza el desarme ni el exilio de sus líderes, y la gobernanza de Gaza después de la guerra sigue sin definirse.

Y el hombre que fue acorralado a un alto el fuego también podría haber obtenido una vía de escape de una guerra prolongada e impopular antes de las elecciones israelíes previstas para el próximo año.

Según dos funcionarios israelíes, Netanyahu fue uno de los autores de la propuesta de 20 puntos de Trump.

De acuerdo con funcionarios consultados por CNN, tras la breve guerra de Israel con Irán en junio, Trump y Netanyahu acordaron que “una vez que Irán fuera atacado, la operación en Gaza debía concluir”.

Mientras los negociadores viajaban a Doha para otra ronda de conversaciones fallidas, el confidente más cercano de Netanyahu, Ron Dermer, trabajaba en paralelo con el Gobierno de Trump y los estados del Golfo en lo que finalmente se convirtió en el plan de alto el fuego de Trump.

“El plan final está lleno de las huellas de Dermer”, dijo una de las fuentes, aunque admitió que en el tramo final Trump impuso condiciones que Netanyahu tuvo que aceptar, incluyendo una posible vía hacia un Estado palestino.

De manera crítica, Netanyahu pareció estructurar un acuerdo que incluye su vía de escape favorita. El grandioso plan de Gaza de Trump terminó siendo escalonado y condicionado: le otorgó al líder israelí margen político con su coalición de línea dura.

Según el acuerdo, la retirada total de las FDI depende del desarme de Hamas, un detonante deliberadamente ambiguo que Netanyahu dice que preserva la libertad de Israel para reanudar los combates, mientras que funcionarios de Hamas afirman que tienen garantías de Estados Unidos de que la guerra no se reanudará.

Como escribió el veterano periodista israelí Nahum Barnea el viernes en Yedioth Ahronoth, el acuerdo “tiene más agujeros que un queso suizo” y “más disposición a aceptar instrucciones para su implementación”.

Esta ambigüedad es lo que mantiene intacta la coalición de Netanyahu, al menos temporalmente. A pesar de las amenazas de la extrema derecha de derrocar al Gobierno, los ministros de derecha Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich han señalado que se quedan, tranquilizados por las garantías de Netanyahu de que “la guerra no ha terminado” y que Israel se reserva el derecho de reanudar los combates si Hamas no se desarma.

Puede que Netanyahu se haya visto acorralado para poner fin a la guerra, pero se las arregló para crear suficiente margen de maniobra para afirmar que no lo ha hecho.

Su decisión también estuvo condicionada por el calendario político que se avecina. Las próximas elecciones en Israel están oficialmente programadas para octubre de 2026, pero parece cada vez menos probable que falte tanto. Una fuente israelí dijo a CNN que “hace varios meses, Netanyahu se dio cuenta de que la guerra se había convertido en una carga, y no quería ir a elecciones con rehenes aún cautivos, sirviendo como recordatorio diario del fracaso del 7 de octubre”.

El principal desafío de Netanyahu en las próximas elecciones será la responsabilidad por el día más mortífero en la historia de Israel, en el que 1.200 personas murieron y más de 250 fueron secuestradas a Gaza. Hace dos años, Netanyahu parecía estar políticamente acabado, dado el fracaso catastrófico ocurrido bajo su mandato. La mayoría de los israelíes apoyaban su dimisión, mientras que las protestas semanales pedían elecciones.

Trump le dio a Netanyahu una nueva narrativa para la redención política.

Poner fin a la guerra ofrecerá al líder israelí un respiro de los titulares diarios sobre bajas de las FDI, fuerzas de reserva agotadas, creciente aislamiento internacional y graves daños económicos, que suponen una pesada carga para las campañas electorales. Y como Trump señala repetidamente, el alto el fuego goza de gran popularidad. Aunque aún faltan encuestas detalladas sobre el impacto electoral del acuerdo, sondeos previos sugieren repetidamente que entre el 60 y el 70 % de los israelíes lo apoyan.

“Bibi me dijo: no lo puedo creer. Ahora todos me quieren”, dijo Trump en una entrevista con Sean Hannity de Fox News el miércoles, recordando una llamada telefónica con Netanyahu. “Más importante aún, están volviendo a amar a Israel”.

La campaña de Netanyahu ya está tomando forma: la guerra terminó, los rehenes están en casa, Irán y sus aliados están debilitados, y con Trump a su lado, intentará expandir la normalización regional.

Netanyahu es muy consciente de la popularidad de Trump en Israel —mucho mayor que la suya— y fuentes dicen que tiene la intención de convertirlo en un elemento central en su campaña electoral. En un movimiento extraordinario, Netanyahu invitó a Kushner y Witkoff a la reunión del gabinete israelí el jueves, en la que se aprobó el acuerdo de alto el fuego.

La próxima semana, el propio Trump llega a Israel para participar en las celebraciones. Es probable que Netanyahu orqueste cada momento para lograr el máximo impacto político y aproveche la popularidad de Trump directamente hacia las elecciones.

La presión de Estados Unidos podría haber obligado a Netanyahu a aceptar términos que evitó durante meses, pero al convertir a Trump en el protagonista —el salvador negociador que ama a Israel—, Netanyahu intentará llevar a cabo una alquimia política, transformando el acuerdo en oro político. Esto también podría distraer la atención del largo juicio por corrupción que enfrenta el primer ministro y que, casualmente, Trump ha pedido que se desestime.

Si el respaldo de Trump puede reescribir el legado de Netanyahu como el primer ministro que presidió el peor fracaso de seguridad y la guerra más larga de Israel, será la prueba definitiva de la memoria de los votantes israelíes.

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