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Con Trump hablando de deportaciones, historiadores recuerdan cuando los migrantes mexicanos fueron expulsados

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Los camiones recorrieron el sudeste de Chicago, diciéndoles a los mexicanos que regresaran a su país natal y ofreciéndoles reubicar todas sus pertenencias.

Era la década de 1930 y se pedían deportaciones masivas de mexicanos mientras Estados Unidos lidiaba con los obstáculos económicos de la Gran Depresión.

Olga Martínez recordó la experiencia de su padre como migrante mexicano que vivía en Chicago en una entrevista en video de 1982 que luego se convirtió en parte del Proyecto de Archivo y Narración del Sureste de Chicago. Dijo que la familia nunca supo quién estaba detrás de los camiones o quién respaldaba económicamente el esfuerzo.

Mi padre siempre se preguntaba: “¿Por qué nos pidieron que regresáramos a nuestro país?”, dice Martínez. “Ya sabes, vio a los serbios, a los croatas, a ninguno [de ellos] se le pidió que se regresaran, sólo a los mexicanos”.

Su padre se quedó en Chicago, aunque miles de mexicanos de la ciudad se fueron. Los llamados a las deportaciones masivas volvieron en la década de 1950, cuando el país intentó detener el flujo de trabajadores migrantes.

Los migrantes han sido los primeros en ser culpados durante los tiempos de crisis económica en los Estados Unidos, dice Michael Innis-Jiménez, autor de “Steel Barrio”, que narra la historia de la comunidad mexicoestadounidense en Chicago. Muchos hogares enfrentan dificultades financieras en la economía pospandémica, lo que podría estar alimentando esos sentimientos, dice.

“No es nuevo: lo llamaban repatriación durante la Gran Depresión y ahora lo llaman auto deportación”, destacó Innis-Jiménez. “Y la idea es que eso va a ayudar a los trabajadores que se quedan. Todos estos mitos sobre migrantes que toman los trabajos [de los demás] o migrantes que toman gran parte de la ayuda y financiación pública es una retórica muy popular en tiempos de crisis económica”.

Mientras las comunidades migrantes se preparan para las deportaciones masivas que Donald Trump ha prometido, la opinión pública y los planes en torno a lo que podría suceder se han sentido como un déjà vu, dice Xóchitl Bada, profesora de América Latina y estudios latinos en la Universidad de Illinois en Chicago (UIC, por sus siglas en inglés). En Chicago, más migrantes se fueron “voluntariamente” que por la fuerza durante las eras pasadas de deportaciones masivas, explicó Bada.

“La campaña del miedo —esas narrativas complicadas y elaboradas— transmitidas por los medios, la televisión, la radio, el público, los vecinos, todos estos rumores que empiezas a escuchar: ‘Esto es lo que te va a pasar, van a arrestar a la gente’”, destacó Bada. “Hasta ese momento estaban convencidos de que lo mejor para ellos era irse porque las situaciones iban a ser muy difíciles en los Estados Unidos si decidían quedarse”.

Anuncio en la oficina de campo del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos en el 101 de Ida B. Wells Drive en el Loop.

Anthony Vazquez/Sun-Times

Durante la década de 1930, la comunidad mexicana era una fracción de la población de la ciudad, dicen los expertos. En otras partes del país, incluido el noroeste de Indiana, los migrantes mexicanos fueron obligados a subir a autobuses y trenes y llevados a la frontera durante lo que se conocería como la campaña de repatriación, contó Innis-Jiménez.

En Chicago, el consulado mexicano se encargó de conseguir boletos de tren a la frontera sur para quienes querían irse, y miles de personas se fueron a México o a otras partes de Estados Unidos, ya que muchos se enfrentaban al desempleo, dijo Innis-Jiménez. Se calcula que durante ese tiempo la población mexicana de la ciudad disminuyó en un 75%, dijo.

Los migrantes mexicanos que vivían cerca de la ciudad, como los que vivían en el noroeste de Indiana, también aceptaron la oferta del consulado, contó Emiliano Aguilar, miembro de la facultad del Instituto de Estudios Latinos de la Universidad de Notre Dame. Después de 1932, los migrantes mexicanos eran los primeros en ser despedidos de sus trabajos, y los funcionarios eliminaban de las listas de asistencia social a cualquiera que tuviera un apellido en español, dice Aguilar.

Había muchos migrantes europeos que también vivían en Chicago en ese momento, lo que podría haber sido una de las razones por las que no hubo tantas deportaciones en la ciudad, agregó Innis-Jiménez. Los grupos de defensa, como Hull House, y la maquinaria política dependían de los inmigrantes, dijo.

“Había una fuerte cultura de defensa de los migrantes en la ciudad”, dice Innis-Jiménez. “No quiero romantizar Chicago: todavía era un lugar difícil para los migrantes. Pero en lo que respecta a la estructura política de la ciudad y la cultura empresarial, la gran comunidad de servicios sociales era bastante protectora”.

Anton Cermak (1873-1933), alcalde de Chicago desde 1931 hasta su asesinato en 1933, se resistió a los esfuerzos de los funcionarios de inmigración que querían inspeccionar las listas de asistencia pública de la ciudad para identificar a posibles migrantes mexicanos, dice Bada. Cermak nació en Checoslovaquia.

“El hecho de que él mismo fuera un migrante realmente influyó en su apoyo a los migrantes y en su defensa de los migrantes”, destacó Bada. “Y su observación de que el gobierno se estaba aprovechando injustamente de quienes más trabajaban para la ciudad”.

Los que se quedaron crearon grupos de ayuda mutua para ayudar a la comunidad a sobrevivir los duros tiempos económicos, y los hijos de las familias mexicanas se convirtieron en una generación que buscó echar raíces en el Medio Oeste, dijo Aguilar.

A person walks by a mural by Pablo Serrano at 1113 W. 18th Street in Pilsen.

Anthony Vazquez/Sun-Times

Contar las historias de quienes fueron deportados a la fuerza o voluntariamente puede ser difícil porque muchos no regresaron, borrando así la historia de ese período, dijo Elena Gonzales, curadora de participación cívica y justicia social en el Chicago History Museum.

“Es fácil para nosotros sentirnos alejados de los años 30 o 50”, comentó. “En un período de tiempo como el que estamos viviendo ahora, es fácil sentir que esto no está sucediendo realmente, que esto no es real. Pero nuestra historia nos dice que es muy real, y no es una fanfarronería, no es algo que podamos dejar de lado y no preocuparnos. Es algo a lo que realmente debemos prestar mucha atención”.

El Chicago History Museum planea tejer la historia de las deportaciones en una próxima exhibición llamada “Aquí en Chicago”, que se inaugurará en octubre y que resaltará la historia de la comunidad latina de Chicago que resiste la supremacía blanca y el colonialismo, dice Gonzales.

Uno de los artefactos de la exhibición que se incluirá es una tarjeta de cruce fronterizo de un ciudadano estadounidense que fue deportado en 1933 de Indiana a México cuando era niño y que luego regresó en 1945.

“Fue repatriado cuando era niño y luego regresó como adulto”, contó. “El frente y el reverso de la tarjeta documentan su ida y vuelta. Por lo tanto, no siempre se encontró este tipo de rastro de papel alrededor del evento real de reparación. Su tarjeta fue la primera de este tipo que había visto, y me emocionó mucho ver que realmente había documentación de lo que había sucedido”.

Hubo otros mexicanos que eran ciudadanos estadounidenses que también fueron deportados en los años 1930 y 1950, dice Gonzales.

La próxima exposición también mostrará un mapa de una fábrica de Garfield Ridge que el gobierno federal utilizó en la década de 1950 para detener migrantes durante otra época en la que los migrantes enfrentaban la amenaza de deportaciones masivas, agregó.

Una de las diferencias entre las campañas de deportación de los años 1930 y 1950 fue la participación del gobierno federal, agregó Aguilar. La campaña en los años 1930 fue impulsada por entidades estatales y locales, mientras que el gobierno federal amplió la patrulla fronteriza y se involucró más activamente en las deportaciones de los años 1950, dice.

En 1954, un grupo de trabajo de las fuerzas del orden detuvo a migrantes mexicanos en el sur de California. Los hombres fueron retenidos en Elysian Park, cerca del centro de Los Ángeles, que los agentes convirtieron en un centro de concentración.

Archivo Sun-Times

El libro “Making Mexican Chicago: From Postwar Settlement to the Age of Gentrification”, de Mike Amezcua, detalla cómo los funcionarios federales de inmigración utilizaron una antigua fábrica como una forma de acelerar las deportaciones, con el objetivo de expulsar a entre 20,000 y 40,000 migrantes de Chicago.

Sus registros mostraron más tarde que poco menos de 11,500 migrantes fueron deportados por avión entre 1954 y 1955, según el libro.

Bada también dice que muchos más se fueron debido a la campaña hostil contra los migrantes. Si Trump sigue adelante con las deportaciones, es probable que los mexicanos vuelvan a ser los más afectados por el tamaño de la comunidad, destacó Bada.

La ciudadanía de los mexicanos en Chicago ha aumentado en las últimas décadas, pero esta población todavía tiene un índice más alto de no ciudadanos que otros grupos raciales y étnicos, según un informe titulado “Fuerza Mexicana” de la Universidad de Illinois en Chicago.

Las tácticas de miedo han funcionado “mejor porque han sido más baratas para el gobierno de los Estados Unidos en comparación con las redadas reales”, aseguró Bada. Pero en Chicago, con una gran red de defensa y capacitación de las personas para que conozcan sus derechos, “la gente va a utilizar esos recursos para negarse y resistirse”.

Aguilar dice que los migrantes negros, especialmente los del Caribe, también podrían verse duramente afectados por las deportaciones esta vez, ya que ya están viendo un aumento de la discriminación.

También ve paralelismos con los sentimientos hostiles que enfrentaron los migrantes en la década de 1930 y en la actualidad.

Por ejemplo, dice que Brighton Park fue uno de los vecindarios de Chicago que era firmemente antimexicano, y es donde los residentes en 2023 se opusieron a que la ciudad construyera un refugio para solicitantes de asilo de origen venezolano.

“Aproximadamente 100 años después de los hechos, el mismo vecindario, aunque muy diferente en demografía, sigue estando muy en contra de la presencia de migrantes”, dijo Aguilar. Así que, irónicamente y de manera deprimente, podría ser una ciudad de esperanza y oportunidades, pero también una ciudad de miedo y exclusión”.

Traducido por Gisela Orozco para La Voz Chicago