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El Chispa y Melaíto

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Haré un alto en la jornada dedicada a Palante, por su aniversario el pasado mes de octubre, y me detendré en el centro de la Isla, donde también radica un fuego intenso en la creación artística. Melaíto, la querida publicación de humor gráfico, suplemento del periódico Vanguardia, prepara su Salón Internacional que, como cada año, coincide con el aniversario de su fundación, el 20 de diciembre.

Este año estaremos celebrando los 56 años de su nacimiento, en 1968, y para iniciar el merecido panegírico a este querido colectivo, hablaré hoy de alguien que fue muy importante en la fundación de Melaíto, aunque muchos no lo relacionen de esta manera. Sé que todo el colectivo, el más antiguo y el actual, dará fe y aplaudirá la idea de que el primer homenajeado por la fundación de Melaíto sea Douglas Nelson, el inolvidable, El Chispa.

Importante es que hagamos un poco de historia sobre quién fue este inmortal del humor y la gráfica cubanas, de modesto andar por la vida, incondicional amigo de todos y gran creador, defensor de las causas más nobles y patrióticas.

«Doglas Nelson Pérez Portal —según exponen algunos sitios culturales de las redes sociales— fue un destacado caricaturista cubano, conocido como El Chispa, que nació el 9 de noviembre de 1941, en Santa Clara, y nos dijo adiós para siempre el 28 de octubre de 2014, en Cienfuegos.

«Fue miembro y fundador de la filial de Artes Plásticas de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en Cienfuegos y de la Unión de Periodistas de Cuba, y sus trabajos gráficos han sido reconocidos en los suplementos La Picúa, ddt, Melaíto, en la revista Mi Barrio, y los periódicos Vanguardia, de Villa Clara, 5 de Septiembre, de Cienfuegos y ¡Ahora!, de Holguín».

Poco o casi nada dice este escueto resumen de un hombre, cuya trayectoria como periodista data desde 1963, cuando comienza a laborar en el periódico Vanguardia de la región central. Incansable comunicador, siempre dispuesto a enaltecer la cultura cubana en servicio de los más importantes proyectos, funda, junto a reconocidos caricaturistas de la región lo que sería la génesis de Melaíto.

A Millón hasta los 10 se llamó aquella publicación inicial que contenía textos y dibujos de humor, dedicado a darle apoyo a la zafra de los diez millones de 1970.

Estuvo al frente de este proyecto, apoyado por redactores y dibujantes del semanario Palante, que desde la capital acudieron a asesorar esta publicación que muy rápido ganó en popularidad y aceptación de las masas.

En estas páginas Douglas Nelson dibujó, diseñó y escribió textos humorísticos hasta finales de 1972, cuando pasó a ser diseñador del periódico Vanguardia, por cuya labor, años después, recibió el premio de la Excelencia del diseño, reconocido por la Unión de Periodistas de Cuba.

En 1981 pasa a trabajar al recién fundado periódico 5 de Septiembre, de la provincia de Cienfuegos. Crea allí una sección de humor gráfico dentro de sus páginas bajo el título de La Picúa, que posteriormente se convirtió en una publicación de 16 páginas con este nombre y una periodicidad trimestral.

En 2010, Ediciones Mecenas, de Cienfuegos, publica un volumen con una selección de sus obras bajo el título La chispa encendida. Cuando le preguntaron por qué había demorado tanto en hacer un libro comentó: «Por ataduras mentales, que uno siempre las tiene. Pero reza el refrán que nunca es tarde... y gracias a la insistencia del poeta Alberto Vega Falcón y otros compañeros me embullé y así salió este libro, donde el criterio que prevaleció fue ofrecer una recopilación de chistes, que a mi juicio han tenido más aceptación, y que abarcan varios géneros, principalmente el humor político, el erótico y el costumbrista».

Es imposible hablar de Melaíto y no nombrar a este gran hombre, cuya obra y amistad trasciende los límites de cualquier publicación. Prefiero volver a los clásicos, como diría cualquier melómano y traerles este fragmento de un artículo que encontré en el antiguo blog Café Mezclado, del reconocido periodista Pedro Hernández Soto (fallecido en 2018), donde rememora su encuentro con Melaíto, al entrar a dirigir el periódico Vanguardia, en el año 1974.

Publicación inicial de Melaíto. Foto: Tomada de Vanguardia

«Por aquella fecha —los entonces jóvenes miembros de Melaíto— mantenían la publicación con un prestigio tremendo. Cada sábado en la provincia de Las Villas, los ejemplares demoraban en venderse lo que tardaban los trabajadores de los quioscos en desatar los paquetes en los cuales llegaban.

«Aquel grupo de estelares lo integraban, además de mi tocayo (Pedro Méndez) como director, Francisco Rodríguez Ruiz (Panchito), padrino artístico de Martirena, que me impresionó mucho por su honestidad y muestras de buenos sentimientos; Rolando González Reyes (Rolando), magnífico redactor, hombre con criterio, siempre dispuesto y servicial; Adalberto Linares (Linares), profesional, modesto y sencillo a más no poder; Douglas Nelson Pérez Portal (Nelson), tremendo diseñador y humorista, laborioso, defendía sus criterios hasta el final; Celia Farfán, diseñadora, capaz de sugerir a Tomás Álvarez de los Ríos el título de la novela Las Farfanes, y el habitual colaborador Ricardo Artiles (Ricardito).

«Durante ocho años al frente de aquel diario provincial tuve la oportunidad de asistir a los debuts en la difícil profesión, de Alberto Morales Ajubel (Ajubel), traído desde una plaza de ayudante de la Empresa de Medios de Propaganda de Sagua la Grande; y Alfredo Lorenzo Martirena Hernández (Martirena), quien llegó como aprendiz “por cuenta propia”, del cual incluyo a propósito el segundo apellido para que no se ponga brava su mamá y amiga mía, María Teresa. Hoy integran ese piquete nuevos valores a quienes no conozco, pero mantienen en alto la calidad del semanario».