Colson Whitehead, el escritor de los dos Pulitzer: «No hace que escribir sea más fácil. Me digo a mí mismo: no la jodas»
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Resulta difícil resistirse a la tentación de presentar a Colson Whitehead (Nueva York, 1969) como uno de los pocos autores que integran el selecto club de los dos Pulitzer, junto a Faulkner, Updike y Tarkington. Pero es que él es el único que lo ha ganado con dos novelas consecutivas, un logro verdaderamente impresionante aunque a él no le quite el sueño. «No estoy esperando a que caiga ningún tercer Pulitzer», dice. «Esto me ha permitido pagar una hipoteca, estar en mi casa con mi familia y rebanarme los sesos para el siguiente libro. En los últimos diez años he recibido mucha aceptación crítica y muchos lectores, pero al día siguiente soy yo frente al ordenador. Nada de esto hace que el siguiente libro sea más fácil. Supone aliento, motivación, pero después hago lo que he hecho en los últimos 25 años: me digo a mí mismo 'no la jodas, no metas la pata, hazlo lo mejor que puedas y si tienes suerte las cosas irán bien'». Whitehead responde a las preguntas de una veintena de periodistas desde su casa de Nueva York, esa que ha podido pagar gracias al éxito de novelas premiadas como 'El ferrocarril subterráneo' o 'Los chicos de la Nickel' . Presenta nuevo libro, 'Manifiesto criminal' , el segundo de una trilogía sobre Harlem, que empieza en los años 60 y terminará en los 90: mil cien páginas después en las que espera plasmar los dilemas que tienen que afrontar quienes quieren sobrevivir en esas calles de Harlem tan peligrosas como fascinantes. «La gente nace con el pecado, crea una sociedad pecaminosa y la gente como Ray Carney [protagonista de la novela] intenta buscar su camino para navegar por ahí. Este es mi punto de vista. Lo siento si tal vez es un poco triste, pero sin corruptos o villanos no haría historia. Todos nosotros, de alguna manera, nos enfrentamos al desafío de abrazar la vida criminal u otra de rectitud moral y de justicia». El autor de 'Manifiesto criminal' se presenta a la rueda de prensa con la advertencia de que no quiere responder preguntas sobre actualidad política, así que los periodistas bordeamos la cuestión como buenamente podemos. Primer intento: ¿en qué se parece el Nueva York actual a esa ciudad corrupta que retrata en el libro? «Sigue siendo una ciudad tremendamente corrupta. Nuestro alcalde actual está siendo investigado por el Departamento de Justicia. Probablemente va a tener que dejar el cargo y de momento se está llenando los bolsillos con una serie de sobornos y con contratos públicos muy dudosos». ¿Qué papel juega la política en sus libros? «Se trata de estudiar cómo me he formado como persona, cómo se han construido los Estados Unidos, es importante pensar en la esclavitud, la segregación». Y un tercer intento: ¿Ha pensado alguna vez en irse de Estados Unidos? «Bueno, sí, pero es que todas las ciudades son un lío y tienen su punto de racismo. No sé si me gustaría irme, ¿dónde hay un lugar puro, sin demasiados racistas? No hay ningún lugar al que ir, todo está bastante jodido. Así que estoy aquí, como vosotros estáis ahí. Cada uno está en su lugar». Esquivada la bala de Trump, toca hablar del libro. Si la primera novela de la serie narra las peripecias de Ray Carney como perista en los años 60, ahora ha cambiado de década y trata de ganarse la vida como un honrado dueño de una tienda de muebles. Todo va más o menos bien hasta que su hija le pide ir a un concierto de los Jackson 5, y para conseguir entradas tiene que recurrir a sus amigos de los bajos fondos. Nueva York en los años 70 es una ciudad con mucha criminalidad y delincuencia, con las cuentas en bancarrota. «También es la época en la que nacen el hip-hop, la música punk o la música disco. Es decir, que al mismo tiempo que la ciudad sufría también salió un arte estupendo», reflexiona. La elección de los Jackson 5, por cierto, no es casual. «Fueron muy populares. Es una referencia histórica que tiene sentido. Buena parte de esta novela tiene que ver con la corrupción y lo que subyace a la superficie. Michael Jackson al principio de los 70 era un chaval muy dotado, que baila y que canta, pero ahora sabemos que abusó, que se convirtió en un monstruo corrupto. Fue un gran cantante, escribió grandes canciones, pero también abusó de mucha gente. No lo contrataría como canguro para mis hijos». 'Manifiesto criminal', como antes 'El ritmo de Harlem', trata de la ciudad. «Nueva York es una ciudad a la que la gente llega, asciende a clase media, consigue sus sueños y se va; y luego viene otra población. Es un proceso que vuelve a empezar. Ese dinamismo a mí me parece encantador y además muy alentador y motivador», comenta. ¿Qué hará cuando acabe la tercera novela de la serie? Será después del verano, responde: «Haré muchas barbacoas y tomaré muchas cervezas. Este es mi proyecto inmediato». Eso sí, no pierde de vista las adaptaciones televisivas de sus obras. 'Los chicos de la Nickel' ya es también una película, «de momento con buenas críticas». De 'El ferrocarril subterráneo' ya se emitió una serie y hay un proyecto en marcha, «de momento parado», para convertir esta trilogía de Harlem también en una serie. «Habrá que verlo, de momento estamos así».